¿EL
COMPOSITOR: ¿nace o se hace? Obviamente las dos cosas. Nace y se hace como se
forma un actor o un intérprete.
Siempre
presuponemos que detrás de este intérprete debe haber un repertorio de obras de
un buen número de buenos compositores, pero me sigue pareciendo excesiva la
dimensión de que se sigue dando hoy en el mercado del disco en particular, y en
el mundo musical en general a los ejecutantes.
Lógicamente,
materializan la obra escrita y son los protagonistas que vivifican la música y
permiten ponerla en contacto con el oyente. Pero también los compositores
actuales son artistas del presente y desconocemos sus puntos de vistas que, más
tarde o más temprano, marcarán el estilo interpretativo de los futuros
concertistas y de las propias orquestas.
Las
cualidades que posee una obra musical obedecen a una serie de recursos
compositivos que no deben resultar ocultos para los amantes de la música.
Trataremos de enumerar algunos de estos generadores y los cauces que,
habitualmente, recorre una obra musical desde su concepción hasta su
finalización y entrega al intérprete.
Los Fundamentos de la composición
musical: Título de un libro de A. Schoenberg
Nada más
abrir el libro citado de A. Schoenberg –otra de las mentes que han guiado con
mayor lucidez la estética musical contemporánea-, encontramos inicialmente, los
capítulos correspondientes al concepto de forma y construcción de temas.
La forma o
estructura de una obra es una necesidad primaria, aunque se trate de una forma
libre o, incluso, de una forma
totalmente oculta a la percepción del oyente. La forma se necesita siempre;
Claude Debussy sólo recriminó a Erik Satie la ausencia de forma en su música
que, por otro lado, apreciaba en gran medida, Satie le dedicó más tarde sus
famosas “piezas en forma de pera”.
De otro lado
la construcción de un tema es análoga a la fraseología del lenguaje, posee de
hecho, vocabulario en común: frases, semifrases y períodos, y han resultado
insustituibles para ordenar el material musical en Occidente.
Los
compositores también han tenido muy en cuenta, a lo largo de la historia, las
características de la armonía, y los diseños temáticos han respetado o,
simplemente, se han ajustado a la simultaneidad sonora, ya sean modales,
tonales o atonales.
Antes mencionábamos
la construcción de temas.
El material
temático que maneja el compositor no es
siempre de nueva creación, para componer se necesita elaborar, variar en un sentido amplio de la palabra,
por todo ello los diseños musicales tienen propiedades que permiten su
desarrollo sin perder sus señas de identidad. Así un tema puede reaparecer bajo
diferentes fisonomías: el motivo invertido del original o en movimiento
contrario de éste, aumentado o disminuido en su métrica, armonizado y
rearmonizado den diferentes tonos, o simplemente, adornado o variado en su
ritmo.
El Análisis
Es muy
importante subrayar la importancia que tiene el análisis de las obras por parte
de los compositores. Analizar es, para un músico, conocer a fondo la música de
su tiempo (análisis sincrónico) y, preferiblemente, la música anterior de cada
compositor (análisis anacrónico). Es tan indispensable el análisis para un
músico como leer literatura para un escritor. Se sabe que Bach también aprendió
música de grandes maestros alemanes anteriores como Schutz o Buxtchude, pero no
entrevistándose personalmente con ellos, sino yendo –por cierto a enormes
distancias para la época – a las bibliotecas donde se guardaban sus obras. De
su transcripción a mano y su posterior análisis, Bach conocía de donde partía
la música de su tiempo y hacia dónde debía dirigir su técnica y su estilo.
Siempre ha
sido así y lo seguirá siendo, porque sólo a partir del conocimiento anterior se
progresa en todas las disciplinas artísticas: “una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una
fuerza viva que anima e informa el presente” (Igor Stravinsky).
Así podríamos
nombrar a cualquier compositor, todos han aprendido de algún maestro. Mozart
aprendió de Haydn y, de ambos, tuvo profundo conocimiento Beethoven para
ampliar sus caminos. De sus músicas aprendió sobre todo las técnicas del
desarrollo sonatístico y de la escritura para el cuarteto de cuerda, la
culminación de la obra de Beethoven junto con las 32 sonatas para piano.
Curiosamente,
Brhams, sin conocer al propio Haydn, también “aprendió” de él de algún modo: “si no podemos componer música tan hermosa
como la suya, hagámosla de otra manera”.
Fundamentos de la composición musical: nueva asignatura
en los conservatorios.
La disciplina
de la composición requiere de los elementos antes mencionados y, posiblemente,
de muchos más. Conocer los principales procedimientos del lenguaje musical, la
técnica de los distintos instrumentos
–tan distintas entre sí, así como las posibilidades de los grupos
instrumentales y orquestales -, indagar en las leyes de la armonía y del
contrapunto –verticalidad y horizontalidad, o diagonalidad, llegado el caso- ,
así como trabar contacto con las distintas técnicas del desarrollo que los
grandes maestros nos han legado, es decir, ser capaz en definitiva, de llevar
un material o propuesta musical justo hasta sus máximas posibilidades
expresivas, en busca de un equilibrio que no limite sus cualidades, pero que
tampoco las agote sobremanera y que lo conviertan en algo reiterativo.
Como resulta
obvio, estamos tratando el tema de la creación musical y su adiestramiento para
la composición en todo lo que resulta “enseñable” y, que particularmente, creo
que es mucho. No obstante, como en toda faceta creativa, nos quedaría otra
dimensión que no se transmite desde la docencia. En aquél ¿nace o se hace?, la
aptitud, la actitud y la perseverancia en la creación se tiene o no se tiene,
-¿ser o no ser?, que diría Shakespeare-.
Para ser un
buen compositor es necesario ser un trabajador infatigable y estar dotado de un
profundo conocimiento técnico y humanístico, pero también de una fantasía
verdaderamente creadora sin límites y que permita además, trazar una nítida
frontera entre el artesano de la música y el artista completo. Para ser un buen
compositor se debe ser también un músico global, no digo magistral intérprete,
sino conocedor de las ocultas y mágicas leyes que gobiernan los sonidos, y ser
capaz de escuchar la música desde su propio latido interno.
Grandes
personalidades de la música pueden ser excelsos intérpretes o ínclitos
directores de orquesta, pero incapaces de escribir una nota, y debería rendir
siempre pleitesía a la figura del compositor de cualquier época si tiene
detrás, una obra musical de calidad que así los avale.
Daniel Casado
(compositor y profesor de música)*
“…Recuerdo
que en una oportunidad, durante la guerra (1914-1918), al pasar la frontera
francesa, un gendarme me preguntó cuál era mi profesión. Yo le respondí con
toda naturalidad que era inventor de música. El gendarme verificó entonces mi
pasaporte y me preguntó por qué estaba yo allí designado como compositor. Le
respondí que la expresión “inventor de música” me parecía cuadrar mejor al
oficio que ejerzo que aquel que se me atribuye en los documentos que me
autorizan a pasar fronteras…”
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