viernes, 8 de noviembre de 2013

LA COMPOSICIÓN MUSICAL / RECURSOS CREATIVOS DEL COMPOSITOR

¿EL COMPOSITOR: ¿nace o se hace? Obviamente las dos cosas. Nace y se hace como se forma un actor o un intérprete.

Siempre presuponemos que detrás de este intérprete debe haber un repertorio de obras de un buen número de buenos compositores, pero me sigue pareciendo excesiva la dimensión de que se sigue dando hoy en el mercado del disco en particular, y en el mundo musical en general a los ejecutantes.

Lógicamente, materializan la obra escrita y son los protagonistas que vivifican la música y permiten ponerla en contacto con el oyente. Pero también los compositores actuales son artistas del presente y desconocemos sus puntos de vistas que, más tarde o más temprano, marcarán el estilo interpretativo de los futuros concertistas y de las propias orquestas.

Las cualidades que posee una obra musical obedecen a una serie de recursos compositivos que no deben resultar ocultos para los amantes de la música. Trataremos de enumerar algunos de estos generadores y los cauces que, habitualmente, recorre una obra musical desde su concepción hasta su finalización y entrega al intérprete.

Los Fundamentos de la composición musical: Título de un libro de A. Schoenberg
Nada más abrir el libro citado de A. Schoenberg –otra de las mentes que han guiado con mayor lucidez la estética musical contemporánea-, encontramos inicialmente, los capítulos correspondientes al concepto de forma y construcción de temas.

La forma o estructura de una obra es una necesidad primaria, aunque se trate de una forma libre o, incluso,  de una forma totalmente oculta a la percepción del oyente. La forma se necesita siempre; Claude Debussy sólo recriminó a Erik Satie la ausencia de forma en su música que, por otro lado, apreciaba en gran medida, Satie le dedicó más tarde sus famosas “piezas en forma de pera”.

De otro lado la construcción de un tema es análoga a la fraseología del lenguaje, posee de hecho, vocabulario en común: frases, semifrases y períodos, y han resultado insustituibles para ordenar el material musical en Occidente.

Los compositores también han tenido muy en cuenta, a lo largo de la historia, las características de la armonía, y los diseños temáticos han respetado o, simplemente, se han ajustado a la simultaneidad sonora, ya sean modales, tonales o atonales.
Antes mencionábamos la construcción de temas.

El material temático que maneja el compositor  no es siempre de nueva creación, para componer se necesita elaborar,  variar en un sentido amplio de la palabra, por todo ello los diseños musicales tienen propiedades que permiten su desarrollo sin perder sus señas de identidad. Así un tema puede reaparecer bajo diferentes fisonomías: el motivo invertido del original o en movimiento contrario de éste, aumentado o disminuido en su métrica, armonizado y rearmonizado den diferentes tonos, o simplemente, adornado o variado en su ritmo.

El Análisis
Es muy importante subrayar la importancia que tiene el análisis de las obras por parte de los compositores. Analizar es, para un músico, conocer a fondo la música de su tiempo (análisis sincrónico) y, preferiblemente, la música anterior de cada compositor (análisis anacrónico). Es tan indispensable el análisis para un músico como leer literatura para un escritor. Se sabe que Bach también aprendió música de grandes maestros alemanes anteriores como Schutz o Buxtchude, pero no entrevistándose personalmente con ellos, sino yendo –por cierto a enormes distancias para la época – a las bibliotecas donde se guardaban sus obras. De su transcripción a mano y su posterior análisis, Bach conocía de donde partía la música de su tiempo y hacia dónde debía dirigir su técnica y su estilo.

Siempre ha sido así y lo seguirá siendo, porque sólo a partir del conocimiento anterior se progresa en todas las disciplinas artísticas: “una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una fuerza viva que anima e informa el presente” (Igor Stravinsky).
Así podríamos nombrar a cualquier compositor, todos han aprendido de algún maestro. Mozart aprendió de Haydn y, de ambos, tuvo profundo conocimiento Beethoven para ampliar sus caminos. De sus músicas aprendió sobre todo las técnicas del desarrollo sonatístico y de la escritura para el cuarteto de cuerda, la culminación de la obra de Beethoven junto con las 32 sonatas para piano.

Curiosamente, Brhams, sin conocer al propio Haydn, también “aprendió” de él de algún modo: “si no podemos componer música tan hermosa como la suya, hagámosla de otra manera”.
Fundamentos  de la composición musical: nueva asignatura en los conservatorios.
La disciplina de la composición requiere de los elementos antes mencionados y, posiblemente, de muchos más. Conocer los principales procedimientos del lenguaje musical, la técnica de los distintos  instrumentos –tan distintas entre sí, así como las posibilidades de los grupos instrumentales y orquestales -, indagar en las leyes de la armonía y del contrapunto –verticalidad y horizontalidad, o diagonalidad, llegado el caso- , así como trabar contacto con las distintas técnicas del desarrollo que los grandes maestros nos han legado, es decir, ser capaz en definitiva, de llevar un material o propuesta musical justo hasta sus máximas posibilidades expresivas, en busca de un equilibrio que no limite sus cualidades, pero que tampoco las agote sobremanera y que lo conviertan en algo reiterativo.

Como resulta obvio, estamos tratando el tema de la creación musical y su adiestramiento para la composición en todo lo que resulta “enseñable” y, que particularmente, creo que es mucho. No obstante, como en toda faceta creativa, nos quedaría otra dimensión que no se transmite desde la docencia. En aquél ¿nace o se hace?, la aptitud, la actitud y la perseverancia en la creación se tiene o no se tiene, -¿ser o no ser?, que diría Shakespeare-.

Para ser un buen compositor es necesario ser un trabajador infatigable y estar dotado de un profundo conocimiento técnico y humanístico, pero también de una fantasía verdaderamente creadora sin límites y que permita además, trazar una nítida frontera entre el artesano de la música y el artista completo. Para ser un buen compositor se debe ser también un músico global, no digo magistral intérprete, sino conocedor de las ocultas y mágicas leyes que gobiernan los sonidos, y ser capaz de escuchar la música desde su propio latido interno.
Grandes personalidades de la música pueden ser excelsos intérpretes o ínclitos directores de orquesta, pero incapaces de escribir una nota, y debería rendir siempre pleitesía a la figura del compositor de cualquier época si tiene detrás, una obra musical de calidad que así los avale.

Daniel Casado (compositor y profesor de música)*

“…Recuerdo que en una oportunidad, durante la guerra (1914-1918), al pasar la frontera francesa, un gendarme me preguntó cuál era mi profesión. Yo le respondí con toda naturalidad que era inventor de música. El gendarme verificó entonces mi pasaporte y me preguntó por qué estaba yo allí designado como compositor. Le respondí que la expresión “inventor de música” me parecía cuadrar mejor al oficio que ejerzo que aquel que se me atribuye en los documentos que me autorizan a pasar fronteras…”

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