ESTABLECEMOS NUESTRA ANTOLOGÍA.
SOMOS SEGUIDORES DE THOMAS CARLYLE, "EL SABIO DEL CHELSEA",
QUIEN NOS DICE:
"EL PROFETA NOS DESCUBRE LO QUE TENEMOS QUE HACER;
EL POETA LO QUE DEBEMOS HACER".
EL POETA LO QUE DEBEMOS AMA
PRÓLOGO:
Todos los que han realizado una antología saben sus dificultades. Para hacerlo se necesita ir vestido a prueba de veneno y espada...
Una antología es algo como un museo de momias ilustres, una vitrina de brillantes nombres, una exhibición en mármol -o en yeso - de bustos gloriosos, aunque estén huecos....
Toda antología es es la realización de un criterio, de una modalidad espiritual, de un temperamento, de un gusto; en una palabra, de un hombre. Es decir, de una limitación. Quien dice hombre dice límite...
Quise sólo mostrar al mundo, o al mundo que lee libros y se acuerda del alma de los grillos, el paisaje musical de nuestra América. Con mi cuchilla de ávido desflorador de libros y de espíritus arranqué el panorama sonoro de mi día. ¡Y con cuántos afanes! Escribí cartas. Mandé mensajeros a grupas de la brisa. Publiqué avisos en el robusto pecho de la ocasión. Fui, con mi lazo gaucho, al lomo caracoleador de todo viento con odio de frontera. Rajé cielos vecinos con los guijarros de mi honda quechua. Luminosos reclamos de fraternidad incendiaron de noche los rascacielos de la nube. No fue en vano. Manos enlazaron mi mano con la guija brilladora de un verso. Vinieron libros, de ojos abiertos, como colas de pavo real vanidoso. Otros más modestos, más puros, alzaban al cielo el triángulo ruiseñor de un cántico auténtico. Pero fueron pocos. ¡Cuántos escondieron mano y rostro detrás de su almena miserable! ¡Cuántos callaron mi llamado detrás de su charco sin eco! (Alacranes hallé en mi camino. Salían de su escondrijo, que el odio hacía aún más pequeño, y dejaban en mi talón su verde babita inofensiva) ¡Cuántos plantaron su bandera diferente en lo más alto de la muralla china de su frontera! Otros defendían su jardín con alambrado de punzadoras púas... En algún huerto vi hasta un espantapájaros.
- ¡Hermano - decía mi saludo-, sea contigo la gracia de Nuestro Señor el Verso!
Pero no respondían. Muchas veces había que descubrirlos a sí mismos, embanderarlos en fiesta de eternidades, darles el beso pascual por encima de su propio embarazo y convencerlos de ser todos hermanos en una misma sangre azul de América.
Pero al fin van todos. Acaso sean muchos. Acaso sean pocos. Quise mostrar al viejo mundo esta andanada de pájaros del mundo nuevo. Me levanto muy alto para que se les vea a todos en la palma de mi mano. Aquí están. Todas estas voces, robustas y musicales, caminan con su carga de piedras preciosas como esos camelleros que atumultan las páginas infantiles de los cuentos. ¿Camaradas?
Muchos dejó atrás la caravana. Temor al viento forajido. Fatiga y descorazonamiento en mitad de la ruta. Pequeña pasión casera que ataba el alma púgil a las faldas miserandas de una cualquier Elvira. Miedo. Falta de ideal que entumecía el ala y mellaba la proa del velero. Pequeños Sanchos de alpargata que prefieren el pijama de franela al resonante patín de los vientos. Allá se quedan. Dignos son de su pequeña dicha y su alegría confortable. Conmigo los que van cara al mañana abriendo los tiempos a codazos.
Jóvenes somos. Tendones despiertos en la mañana grande. Alas abiertas bajo un día mozo. Juventud, divino tesoro siempre en brote. Viven - aun muertos - viejos respetables por su acento moderno. Suprimí a casi todos, porque si mi casa tiene cuatro caras, mi puerta se llama Oriente. Mira al sol, donde el porvenir rompe la cáscara del alba. Jóvenes somos. Mediodía de música y de vida. Líricos tendones despiertos a jugar en todas las acrobacias del verbo y de la ruta. De este haz resonante, en que confluyen todos los caminos, saldrá el definitivo acento de mañana. En esta nebulosa, agitada y musical, se están cuajando los astros de mañana. ¿Que somos muchedumbre? Bueno. Esto no prueba otra cosa, si algo prueba, que la fertilidad indomeñable de esta matriz de América está siempre en trance de alumbramiento.
Finas sensibilidades, claros talentos, antenas atrapadoras de horizontes ilímites, fuertes temperamentos que la garra denuncia, imaginaciones agudas de embrujados jugueteos de espejo, y a veces, voces de acento definitivo y perdurable. Todos ponen aquí su nota viva, indispensable.
(Además, y esto entre paréntesis, como cada poeta estará representado por un poema, uno sólo y a veces muy breve, el libro, este libro, este querido y dificultoso libro ajeno y mío, será vivo, abundante, rico y leve. No tiene otro mérito. Todas estas notas, a veces contradictorias, a veces estridentes, a veces imprevistas, musicales siempre, siempre sinceras, forman, con su estupendo contrapunto, la voz robusta, nueva, total de nuestra América.)
Alberto Guillén.
A R G E N T I N A.
POEMA
Me da envidia la dicha de los otros
y a lástima me mueve
la dicha de los otros.
Lo que quiero, lo imploro de la vida,
y me cansa cuanto me da la vida.
Lo que quiero no sé ni lo que espero,
y de sed de deseos sé que muero.
C. DELGADO FITO.
POEMA DE LA MUERTE
La muerte es nuestra muerte,
más bien que tú que sólo ya no eres
ha muerto aquel pedazo de alma
en que tú eras realidad.
Ausencia y casi olvido que se palpa
y hasta el mismo dolor que se evapora,
ese hueco que estuvo y nada colma,
esa inmovilidad ineludible
del último recuerdo, estatua trunca.
Todo vivir se torna ya imperfecto,
paisajes incompletos
donde no colaboran tus miradas;
lejanías inciertas
en donce nunca cantarán tus pasos.
Músicas como pájaros sin nido
que ya no encuentran al volar tu alma
segundos temblorosos,
huérfanos de un vivir que los realice,
y en el mismo silencio
falta el silencio tuyo.
Al alma mutilada por tu ausencia,
ni el mismo amor integrará de nuevo:
colma el sol, mas no allana los abismos.
EDUARDO GONZÁLES LANUZA.
COPLAS
Yo, con harina de ideas
y levadura de imágines,
amaso pan: es mi estética.
Antes de morir la rama
- ¡costumbre de florecer!-
da su última flor: ¡la llama!
¿Que el silencio es oro? Sea.
Sea, aunque más que el silencio
vale una palabra buena.
La verdad es una hoguera...
¿puedes dejar que se apague
siendo como eres leña?
ALVARO YUNQUE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario