lunes, 3 de octubre de 2011

II MANIFIESTO DEL CENTRO EVANGELIO Y LIBERACIÓN. DIEZ AÑOS DE UTOPÍA EN UN MUNDO GLOBALIZADO

FRAGMENTO:

Después de diez años de caminar, el Centro Evangelio y Liberación  siente que su programa fundacional: la "liberación como propuesta integral y como tarea permanente" sigue revistiendo rasgos de gravedad y urgencia incluso mayores que los de entonces.......

Grandes analistas de la sociedad tienen la convicción de que atravesamos una crisis estructural y terminal. Estructural porque afecta a todas las instancias y terminal porque puede ser el fin de la civización anterior.

El sistema implantado en estos últimos cuatro siglos emite alarmas de encontrarse ante una gran quiebra: no puede quedar impune el hecho de grandes mayorías pobres, ni puede compaginarse tanto crecimiento económico y tecnológico con la acumulación de tantas exclusiones y carencias.

Nosotros participamos de esta conciencia, reforzada por tres hechos fundamentales: el Concilio Vaticano II, la Democracia y el Jubileo. Estos hechos removieron la necesidad del cambio, de la participación y de la responsabilidad histórica frente al surgimiento de una nueva sociedad mundial humana unificada.

En esta travesía de crisis, nosotros compartimos el riesgo, las amenazas, las penas y las contradicciones, pero nos acompaña un proyecto de esperanza: caminamos hacia una nueva civilización, hacia una nueva mentalidad, un nuevo paradigma que, sin negar las diferencias, incluye e integra a todos en el respeto, la justicia, el amor y la paz.  La Tierra es la casa común, en ella todos estamos y todos componemos un todo, en ella hay bienes para todos si sabemos usarlos con medida y si sabemos guardar entre nosotros la norma del ciudadano amoroso. Nadie tiene derecho a erigirse contra la Tierra o por encima de los demás. El Evangelio restituye la lógica de la frateridad frente a la lógica de la competitividad y del lucro.

Escuchando el clamor de los pobres, nos proponemos seguir el camino  de Jesús de Nazaret, testigo mayor del Reino, con la fidelidad de cuantos supieron entregar su sangre por la justicia y la liberación.

Nos afianzamos:

1. En el espíritu renovador del Vaticano II, que nos sigue convocando a abrir nuevos espacios de democratización intraeclesial; de protagonismo del pueblo; de diálogo con el mundo, la modernidad, la ciencia y las culturas; de transformación en la vida social y política; de colaboración con cuantos promueven las causas de la justicia y la paz.

2. En la profundizacón de la democracia, para lograr que los ciudadanos actúen como sujetos, asuman con desinterés y honestidad la gestión del Bien Común y cultiven la creación  de una cultura igualitaria y solidaria.

3. En la celebración del Jubileo Jesuánico invocando a Dios Padre de todos, profesando la fraternidad universal, el amor preferencial por los pobres y la esperanza victoriosa "a pesar de todos los pesares neoliberales y eclesiásticos".

Y soñamos con una transformación que haga realidad las siguientes alternativas:

1. Sustituir la globalización neoliberal con su acumulación de lucro, de consumismo atolondrado, y de exclusión homicida por la otra mundialización donde la estrella polar sea la justa reciprocidad , la participación igualitaria y corresponsable, la pluralidad y la libertad; sustituir la dictadura del dinero y del imperialismo por una gran ciudadanía universal, diferenciada e integrada y solidaria.

2. Sustituir el fundamentalismo de las religiones por la adoración y convergencia del único Dios de la Vida, que les lleve al servicio de las que son grandes causas de la humanidad: Alimento, salud, educación, vivienda, paz..... y de todos los derechos humanos y que haga brillar entre ellas el testimonio del diálogo plural, libre y fraterno.

3. Sustituir el eclesiocentrismo de la Iglesia Católica por un ecumenismo real y una inculturación propia de cada pueblo y momento histórico. Y, al interior, sustituir el ejercicio absolutista del poder por una ministerialidad corresponsable a todos los niveles, que haga posible la participación, la crítica y la profecía. "Ante el malestar generalizado, frente a la involución programada y a la obsesión por decretar, definir y cerrar el paso, querer un nuevo concilio ecuménico no es ninguna frivolidad eclesial". (Pedro Casaldáliga).

4. Hacemos nuestras palabras del cardenal Ratzinger que, en los tiempos de su famoso libro El nuevo Pueblo de Dios, escribía: "necesita la iglesia hombres con pasión por la verdad  y la denuncia profética. Los cristianos deben ser críticos incluso al propio papa, determinado panegirismo hace un gran daño a la fe y a él".

Queremos que nuestra vida entera sea un jubileo de justicia, de amor y de liberación.

Consejo de Redacción de la Revista Exodo, marzo del 2000. COLECCIÓN: GRANDES ESCRITORES.

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