FELIPE JAVIER CALDERÓN ÁVILA tuvo la gentileza de mostrarme los primeros borradores de sus poesías. Siguen siendo borradores: cada día permite escalar la pendiente de ese arte, la de transmitir delicadamente las emociones en determinado tiempo. Nos sentimos capaces de corregir hasta el momento de su impresión.
¿Qué nos ha narrado Javier?
Nos ha hablado del Ragach, el Apu, del testimonio, la infamia, la protesta; de la luminiscencia, de la trascendencia, del mea culpa, del presentimiento, de la nostalgia, del dulce hogar, de la alucinación, la inquietud, las añoranzas, de su escuela y de sus vivencias. Vale decir: de las excelencias y carencias; de los logros y las frustaciones, de lo que es unión intrínseca del hombre.
Quiero sellar mi apreciación con las palabras de Ernesto Sábato que las encuentro muy a propósito por este ejercicio:
"... No hay una felicidad absoluta. Apenas se nos da en fugaces y frágiles momentos, y el arte es una manera de eternizar (de querer eternizar) esos instantes de amor o de éxtasis; y porque todas nuestras esperanzas se convierten tarde o temprano en torpes realidades; porque todos somos frustrados de alguna manera, y si triunfamos en algo fracasamos en otra cosa, por ser la frustración el inevitable destino de todo ser que ha nacido para morir; y porque todos estamos solos o terminamos solos algún día: los amantes sin el amado, el padre sin sus hijos o los hijos sin sus padres, y el revolucionario puro ante la triste materialización de aquellos ideales que años atrás defendió con su sufrimiento en medio de atroces torturas; y porque toda la vida es un perpetuo desencuentro, y alguien que encontramos en nuestro camino no lo queremos cuando él nos quiere, o lo queremos cuando ya él no nos quiere, o después de muerto, cuando nuestro amor es ya inútil; y porque nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son los que fueron un día, y nuestra casa de infancia ya no es más la que escondió nuestros tesoros y secretos, y el padre se muere sin habernos comunicado palabras tal vez fundamentales, y cuando lo entendemos ya no está más entre nosotros y no podemos curar sus antiguas tristezas y los viejos desencuentros, y porque el pueblo se ha transformado, y la escuela donde aprendimos a leer ya no tiene aquellas láminas que nos hacían soñar, y los circos han sido desplazados por la televisión, y no hay organitos, y la plaza de infancia es ridículamente pequeña cuando la volvemos a encontrar.....
..Porque no hay poesía festiva, alguien había dicho, pues quizá sólo del tiempo y de lo irreparable puede hablar. Y también alguna vez se dijo (pero, quién, cuándo?) que todo un día será pasado y olvidado y borrado: hasta los formidables muros y el gran foso que rodeaba a la inexpugnable fortaleza". BIBLIOTECA DE ORO.
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