La COP21 que acaba de
concluir sus trabajos el día 12 de diciembre en París con la autocomplacencia
de todos, ha traído innegablemente puntos positivos. Laurent Fabius, presidente
de la COP21, reafirmó que el «texto es diferenciado, justo, duradero, dinámico,
equilibrado y jurídicamente vinculante”. Muy bien. Pero eso no nos exime de
hacer algunas reflexiones críticas, dada la gravedad del tema que afecta al
futuro de todos.
Primer punto positivo fue la
cooperación entre los 195 países participantes. Su ausencia fue lamentada en la
COP15 de Copenhague por Nicholas Stern, asesor de la reina Isabel en cuestiones
ecológicas, con estas palabras: «Nuestra cultura no está habituada a la
cooperación, excepto en caso de guerra; en el resto impera la competición entre
las naciones. Mientras perdure este espíritu nunca llegaremos a ninguna
convergencia». Ahora la convergencia se dio, facilitada por el reconocimiento
de que no estamos yendo al encuentro del calentamiento, sino que nos
encontramos ya dentro de él; además «el cambio climático representa una amenaza
urgente y potencialmente irreversible para las sociedades humanas y para el
planeta» (introducción).
El segundo punto positivo es
la decisión de mantener el calentamiento por debajo del techo de 2°C,
orientándose hacia 1’5° C hasta 2100, como en la era pre-industrial.
El tercer punto positivo es
la convergencia en la necesidad de la adaptación y de la mitigación que deben
ser asumidas por todos los países, de forma diferenciada según su participación
en la emisión de CO2.
El cuarto punto positivo fue
la decisión de los países ricos de pasar a partir de 2020100 mil millones de
dólares al año a los países menos equipados. Cabe, por cierto, observar que
dicha cuantía representa apenas el 0,16% del PIB de las 20 mayores economías
mundiales.
El quinto punto positivo es
la transferencia de conocimientos científicos y tecnológicos a los países con
carencias en este área.
El sexto punto positivo es
la promoción de la capacitación para los países más necesitados a fin de
implementar la adaptación y la mitigación.
El séptimo punto positivo es
el establecimiento de «contribuciones previstas y determinadas a nivel
nacional» por cada país para dejar clara la intención de detener
voluntariamente el avance del calentamiento.
El octavo punto positivo es
la creación de un organismo internacional dedicado a las pérdidas y daños para
compensar a los países más afectados por los cambios climáticos.
No obstante estos puntos
positivos, hay que hacer algunas reflexiones que no admiten espera. La primera
de ellas es el horizonte en el que se elabora cómo enfrentarse al calentamiento
global, revelado en el objetivo de la Conferencia: transformando nuestro mundo:
la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
Como se puede ver, lo que
está en cuestión aquí no es el destino y el futuro de la vida y de la Tierra
amenazados por el caos climático, por lo tanto, la ecología. El centro de
interés es la economía bajo el signo de un desarrollo sostenible. Esta opción
encaja perfectamente en la corriente dominante actual en la cual la
macroeconomía mundialmente integrada determina el rumbo de las políticas
mundiales y nacionales.
Es importarte destacar que
el mencionado desarrollo se trata en realidad de crecimiento económico
material, medido por el PIB mundial y nacional. Ese desarrollo/crecimiento es
claramente insostenible, como ha sido mostrado por economistas críticos y por
renombrados ecologistas, pues, se funda en premisas falsas: lo infinito de los
recursos naturales y lo infinito de desarrollo hacia el futuro. Estos dos
infinitos son ilusorios: los recursos no son infinitos porque la Tierra es
finita. Y el desarrollo tampoco puede ser infinito porque un planeta finito no
soporta un proyecto infinito. Además no es universalizable para todos.
Pero lo que causa verdadera
indignación es que el texto no mencione a la naturaleza y la Tierra (sólo una
vez al referirse en el nº 140 a las culturas que llaman Madre a la Tierra). El
problema no es el desarrollo y la naturaleza sino el ser humano y la
naturaleza: relación de agresión o de sinergia. Este es el error imperdonable
de la cosmología rudimentaria presente en el texto. Entendemos la reacción
inmediata del mayor especialista en el calentamiento James Hansen: lo que la
COP21 propone «es un fraude, una farsa» (The Guardian 14/12/2015). Me uno a él
y en breve volveré sobre el tema.
*COP 21 = Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.
-Leonardo BOFF/ 20 de diciembre del 2015
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