Por todas partes se buscan
alternativas al modo de producción industrial/mercantilista/consumista, ya que
sus efectos sobre las sociedades y sobre la naturaleza se están demostrando
cada vez más desastrosos. El caos climático, la erosión de la biodiversidad, la
escasez de agua potable, la quimicalización de los alimentos y el calentamiento
global son los síntomas más reveladores. Este modo de producción es todavía
dominante, pero no sin críticas.
En contrapartida, aparecen por todas partes
formas alternativas de base ecológica de producción como la agricultura
orgánica, cooperativas de alimentos agroecológicos, granjas familiares,
eco-aldeas y similares. La visión de una eco-economía de la suficiencia o del
"buen vivir y convivir" da cuerpo al biorregionalismo, como ya hemos
explicado aquí.
La economía biorregional se propone
satisfacer las necesidades humanas (en oposición a la satisfacción de los
deseos) y realizar el bien vivir y convivir, respetando el alcance y los
límites de cada ecosistema local.
Previamente hemos de preguntarnos sobre el
sentido de la riqueza y su uso. En vez de centrarnos en la acumulación material
más allá de lo necesario y decente, debemos buscar otro tipo de riqueza, esta
sí, verdaderamente humana, como el tiempo para la familia y los niños, para los
amigos, para desarrollar creatividad, para deleitarnos con el esplendor de la
naturaleza, para dedicarnos a la meditación y la recreación. El sentido
original de la economía no es la acumulación de capital, sino la creación y
re-creación de la vida. Ella se ordena a satisfacer nuestras necesidades
materiales y crear las condiciones para el logro de los bienes espirituales (no
materiales) que no están en el mercado, pero se derivan del corazón y de las
relaciones justas con los demás y con la naturaleza, como la convivencia
pacífica, el sentido de justicia, la solidaridad, la compasión, la amorización
y el cuidado de todo lo que vive.
Al centrarnos en la producción biorregional,
minimizamos las distancias que los productos tienen que recorrer, ahorramos
energía y disminuimos la contaminación. El suministro de las necesidades puede
ser satisfecho por las pequeñas industrias y tecnologías sociales fácilmente
incorporadas por la comunidad. Los residuos pueden ser fácilmente manejados o
transformados en bioenergía. Los trabajadores se sienten conectados con lo que
produce la naturaleza local y al trabajar en fábricas pequeñas consideran su
trabajo más significativo.
En esto radica la singularidad de la
economía biorregional: en lugar de adaptar el medio ambiente a las necesidades
humanas, son estas las que se adaptan y se armonizan con la naturaleza y por lo
tanto aseguran el equilibrio ecológico. La economía usa mínimamente los
recursos no renovables y usa racionalmente los renovables, dándole tiempo para
descansar y regenerarse. Los ciudadanos se acostumbran a sentirse parte de la
naturaleza y sus cuidadores. De ahí nace la verdadera sostenibilidad.
En lugar de crear puestos de trabajo, se
busca crear, según afirma la Carta de la Tierra "medios de vida
sostenibles" para ser productivos y dar satisfacción a las personas.
Las computadoras y las modernas tecnologías
de comunicación permitirán a la gente trabajar en su casa, como se hacía en la
era pre-industrial. La tecnología no sirve para aumentar la riqueza, sino para
liberar y asegurar más tiempo, como recuerda siempre el líder indígena Ailton
Krenak, para la convivencia, para la recreación, para la restauración de la naturaleza
y para celebrar las fiestas tribales.
La economía biorregional facilita la
abolición de la división del trabajo basada en el sexo. Los hombres y las
mujeres asumen juntos las tareas domésticas y de crianza de los hijos y velan
por la belleza del medio ambiente.
Esta renovación económica propicia también
una renovación cultural. La cooperación y la solidaridad se hacen más factibles
y la gente se acostumbra a actuar correctamente con los demás y con la
naturaleza, porque es claro que es en su propio interés, así como en el de la
comunidad. La conexión con la Madre Tierra y sus ciclos suscita una conciencia
de mutua pertenencia y una ética del cuidado.
- Leonardo BOFF/ 15-diciembre-15
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