martes, 15 de diciembre de 2015

MÚSICA, AÑORANZA DE LO DESCONOCIDO / Robert BROWNING


                                         
                                    El maestro de la guitarra, Andrés Segovia,
                                    es un deleite eterno.

Se ha dicho de la música que es la auténtica creación del hombre.

La ciencia consiste en el descubrimiento de las leyes naturales; el arte, en la imitación de lo existente; la religión, la filosofía, son revelaciones de Dios.

Sólo en la música el hombre alcanza la suprema categoría de creador, pues no hay música en la naturaleza y la “música de las esferas”, el “canto de los espacios siderales es sólo reflejo del pavor humano ante el misterio del silencio infinito.

Sin música la vida sería un error, nos dijo el filósofo de la energía, y vociferante Nietzsche. Y aquel hombre que parecía tan seguro de sí mismo como Browning, confesó: “la música ha llenado mi soledad”; le había hecho posible una vida autosuficiente.

La música, eco de pasado, acicate de futuro, llega a pulsar las cuerdas más misteriosas de la conciencia cuando evoca mundos, estados de ánimo, que sólo vislumbramos a través de la intuición.

La música, es entonces, “añoranza de lo desconocido”, recuerdo alucinante de una existencia anterior a la conciencia y de una vida posterior a la vida.

Por su armonía, sus exhalaciones cadenciosas, su identificación con la creatividad humana, la música es siempre bienvenida en nuestros corazones.

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