Vivimos políticamente en el
país una situación de viernes de pasión: hay odio, desgarro de las relaciones
sociales, peligro de ruptura del orden democrático y de pasar de una democracia
de derecho y de leyes a una democracia de derechas y sin leyes. Hay señales
inequívocas de que este escenario no sería imposible.
Y en este contexto
celebramos la fiesta mayor del cristianismo, la Pascua. En hebreo significa el
“paso” de la cautividad egipcia a la libertad de la tierra prometida;
metafóricamente, el paso de las turbulencias de una crisis a la paz serena de
un Estado democrático de derecho.
Reflexionando sobre el
significado profundo del Viernes Santo, el joven estudiante de teología y
después uno de los mayores filósofos de la historia, F. Hegel, sacó su famosa
clave de lectura de la historia y de la vida humana: la dialéctica. En la saga
de Jesús, él veía realizados estos tres pasos: vida-muerte-resurrección.
La vida es la tesis de la
positividad. La muerte es la antítesis de la negatividad. La resurrección es la
síntesis que incorpora la tesis y la antítesis en una síntesis superior. La
resurrección es más que la reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, lo que
significaría volver a la vida anterior. La resurrección es la aparición de algo
nuevo, nacido de las afirmaciones y contradicciones del pasado. Ese “insight”,
siempre recordado por él, fue llamado “viernes santo teórico”.
Mirándolo bien, la semana
santa, más allá de su carácter religioso, representa un paradigma del proceso
histórico y de la propia evolución. Todo en el universo, en los procesos
biológicos, humanos y biográficos, se estructura en forma dialéctica. El primer
momento es la serenidad tranquila y la paz infinita de aquel puntito casi
infinito de donde venimos (tesis). De repente, sin que sepamos por qué,
explotó. Produjo un caos inconmensurable (antítesis). La evolución del universo
significa un proceso de crear órdenes cada vez más altos y complejos que
culminan con la emergencia del espíritu y la conciencia (síntesis).
Esta síntesis, transformada
ahora en nueva tesis, lleva dentro su antítesis que desemboca en una nueva
síntesis más fecunda. Y así se da el devenir de la historia del universo, de
las sociedades y de cada persona.
Concretando para nuestra
situación actual. Brasil ha entrado en un proceso de crisis cuyas causas no
cabe referir aquí. De una situación tranquila (tesis) se entró en un proceso de
caos (antítesis). De este caos debe irrumpir un nuevo orden que pueda dar horizonte
y esperanza al país (síntesis). Hay que definir nuevas estrellas-guía que nos
orienten en la crisis actual. La crisis tiene la función de acrisolar,
purificar y hacernos a todos más maduros.
La cuestión se resume en
esta pregunta: ¿quién tiene la propuesta político-social que supere la crisis y
cree una convivencia mínimamente pacífica? No será a través de fórmulas ya
probadas y gastadas como vendrá la superación de la crisis, dando centralidad a
políticas y a grupos de poder a costa del sacrificio de la mayoría de la
población.
Será prometedora la que
realice un bienestar mínimo para el mayor número posible de personas, les
asegure trabajo, una vivienda modesta pero digna, y les cree posibilidades de
desarrollo y crecimiento a través de una salud y educación sostenibles. En todo
este proceso dialéctico hay una experiencia de vida, de muerte y de
transfiguración; de orden, desorden y nuevo orden; de tesis, antítesis y
síntesis. La complejidad según E. Morin se estructura en esta dialéctica, que es
la de la semilla: “si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, quedará
solo, pero si muere, producirá mucho fruto”, como dijo el Maestro.
Hoy la naturaleza, la
humanidad y nuestra sociedad viven un viernes santo duro y amenazador.
Leonardo BOFF/ 27- marzo- 16.
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