jueves, 7 de abril de 2016

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"


Enséñame, Señor,
a ser dulce y delicado
en todos los acontecimientos
de la vida;
en los desagradables;
en la inconsideración de otros;
en la insinceridad de aquellos en quienes confiaba;
en la falta de fidelidad y de lealtad de aquellos
en quienes yo descansaba.
Deja que me ponga a un lado
para pensar en la felicidad de los otros;
que oculte mis penas y mis angustias
para que sea yo el único en sufrir sus efectos.
Enséñame a aprovecharme del sufrimiento
que se presente en mi camino.
Déjame que lo use de tal manera
que sirva para suavizarme, no para endurecerme
ni amargarme, de modo que me haga paciente,
no irritable; generoso en mi perdón,
no mezquino, altivo e insufrible.
Enséñame a saber que nunca
alguien sea menos bueno
por haber recibido mi influencia.
Que nadie sea menos puro, menos veraz,
menos bondadoso, menos digno,
por haber sido mi compañero de camino
en nuestra jornada hacia la Vida Eterna.
En tanto voy dando saltos
de un error a otro, déjame susurrar
una plegaria de amor a Ti.
                                                                       Octavio Colmenares Vargas.

III DOMINGO DE PASCUA


“Después de esto, Jesús se hizo presente a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Al amanecer, Jesús se presentó en la orilla; les dijo: “¿tienen algo de comer?” Le contestaron: “Nada”. Entonces les dijo: “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca”. Echaron la red y se les hicieron pocas las fuerzas para recoger la red, tan grande era la cantidad de peces.
El discípulo amigo de Jesús dijo a Simón Pedro: “Es el Señor”…
Cuando bajaron a tierra, encontraron un fuego prendido y sobre las brasas pescado y pan.
Jesús les dijo: “Traigan de los pescados que acaban de sacar. Luego les dijo: “Vengan a desayunar”, y ninguno de los discípulos se atrevió a hacerle la pregunta: “¿Quién eres tú?”, porque comprendían  que era el Señor”. Juan 21, 1-19.


La sicología del pueblo respecto a sus jefes es simple. Valora en ellos la palabra recta y clara y la realización concreta. Los discípulos reconocieron a Cristo al “repartirles el pan y el pescado”, “al desayunar”. Y los apóstoles le creen porque les habla claro respecto a los mandatos.

El dirigente que no habla al pueblo con sanas ideas definidas, sin trastiendas ni puertas falsas, engaña al pueblo. El que no realiza, el que no responde al bien común, también lo engaña. Ambas gestiones –la verbal o ideológica y la práctica –son responsabilidad básica de los gobernantes. No bastan las obras impresionantes cuando las ideas rectoras son falsas o cuando los métodos del gobierno pudren la fibra moral del país.  En estos últimos 30 años hemos visto regímenes que elevaron a sus pueblos a un gran poderío y nivel material. Pero las palabras, las ideas, no eran sanas ni humanas y acabaron arrastrando a sus pueblos confortables y orgullosos a la desesperación y la destrucción física.

 Pocas veces en la historia ha sido tan grande como ahora la responsabilidad de los gobiernos en ambos campos, material y espiritual.

 En el campo material, la facilidad de comunicaciones y de información y el relativamente mayor desarrollo de la educación han creado, en los países y en las clases económicamente menos dotadas, una exigencia de progreso y confort que no tuvieron que afrontar gobiernos de lustros anteriores.

 Esa exigencia de progreso adquiere, en los países más atrasados por pobreza o por falta de educación y organización, una urgencia y un mesianismo, que no existen en las clases pobres de los países ricos o mejor organizados. A mayor miseria, mayor urgencia. Y a menos educación y capacitación, mayor mesianismo, mayor confianza no en el propio trabajo y esfuerzo, sino en un mago que, de la noche a la mañana, se saque de la manga todos los conejos de la prosperidad, y aun del lujo.

 La irrealidad y el falso mesianismo son equivocados y deben ser rectificados por los hombres que hacen conciencia y criterio en la comunidad. Pero esa exigencia es perfectamente válida en lo que tiene de afán por llegar, en el plazo más corto, a un nivel de vida humano. Y todo jefe tiene obligación de “partir el pan”. De impulsar y ayudar a los hombres capaces de crear riqueza material o espiritual, a aumentar la cantidad de “pan”. Y de hacer que ese pan llegue con holgura a todas las manos que han contribuido a producirlo.

 En el campo ideológico, la responsabilidad de los gobiernos es sencillamente formidable en un mundo cruzado en todas direcciones por medios de comunicación y expresión, entenebrecido y confuso por las propagandas tergiversadas, las campañas interesadas y la concepción relativista, pragmática y dialéctica de la verdad y la vida, fomentadas sobre todo por el comunismo en su propio mundo y en su penetración a través del mundo libre.

 Nunca en la historia se han arraigado tanto mutuamente idea y acción. Pocas veces la economía y la política han sido en tanto grado sociología, filosofía y teología. Y la obligación de los gobiernos de velar por la salud material y espiritual de sus pueblos es simplemente cuestión de vida o muerte.

  José M. de Romaña

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