viernes, 15 de abril de 2016

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"


Que las pasiones de la lujuria,
la ira, la avaricia, el orgullo y el apego
se aparten de mí.

Oh Señor, vengo a buscar tu refugio.
Bendíceme con tu gracia.

                                                                Sikhismo, canto sagrado.

IV DOMINGO DE PASCUA

“Mis ovejas conocen mi voz y yo las conozco a ellas. Ellas me siguen ‘y yo les doy vida eterna: nunca morirán. Nadie me las puede quitar’ porque mi Padre que me las ha dado es mayor que todos, y nadie se las puede quitar a él. Yo y mi Padre somos una misma cosa. Juan 10, 27-30


“El buen pastor da la vida por sus ovejas”, “no huye como el mercenario”, conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él”.

Los profetas anunciaron al Mesías muchas veces bajo la figura de pastor. Cristo recogió ese apelativo y lo desarrolló en una parábola autobiográfica.

Cristo, como pastor, es modelo de todo hombre guía, de todo hombre con responsabilidad sobre otros: padre de familia, gobernante, sacerdote, maestro, comandante, gerente. Y es tremendo el perfil que señala Cristo: “conocer” y “estar dispuesto a dar la misma vida”.

 Ser jefe es servir. El esquilador y el carnicero no son jefes. El jefe es el pastor; y el pastor es para las ovejas, no las ovejas para el pastor.

 Es doloroso ser jefe. La soledad del jefe. El sacrificio del jefe. La preocupación y solicitud del jefe. La incomprensión y la exigencia hacia el jefe. El no poder apoyarse en otros sino tener que bastarse  a sí mismo y tener que atender a otros. Sin horario. Sin poder decir: no lo han encargado, no me corresponde, no me importa.

 Es más cómodo, sin duda, el llano anónimo; se respira mejor y hay menos frío y peligros que en la cumbre.

 Tal vez por eso Cristo, por lo difícil que es esta situación humana y por lo insustituible e importante que es para el bien común, trazó en una parábola los rasgos que deben procurar tener los hombres puestos en situación de mando, de magisterio, de guía y responsabilidad.

 La parábola de Cristo se refiere directamente al pastor religioso, a la responsabilidad y mando religiosos. Este domingo ha sido instituido por Paulo VI como Día Mundial de Oración por las Vocaciones. El sacerdote necesita que la gente, en vez de hablar mal de él, lo encomiende a la protección de Dios, por beneficio de la misma comunidad cristiana y cívica. Y la comunidad necesita que surjan nuevas vocaciones de sacerdotes, de pastores religiosos capaces de conocer a sus files y de sacrificarse por ellos.

 El sacerdote debe conocer a los fieles y los fieles al sacerdote, como señala la parábola. Debe romperse  --se va rompiendo ya –el muro y el abismo entre sacerdote y fiel, puestos antes en contacto sólo en contadas ocasiones. El sacerdote debe ser recibido en casa no sólo como el hombre que lleva el viático y la unción de los enfermos, sino como el hombre que lleva amistad, consejo informal o simple presencia.

 El sacerdote debe sacrificarse por los fieles. No son los fieles para el sacerdote sino el sacerdote para los fieles. Cierto que los fieles  deben preocuparse también del sacerdote y, por estricta justicia, no por generosidad voluntaria, aunque él no lo diga y aunque él ejerza su ministerio sacerdotal gratis, deben incluirlo en su presupuesto alguna vez al año, si es posible, o siquiera a través de la contribución realista y justa a través de la colecta dominical. Pero al sacerdote le toca dar más, sacrificarse por los fieles y, llegado el momento, saber morir por ellos, como los misioneros que se quedaron en China al llegar el comunismo o como los párrocos que acompañaban a sus fieles a los campos de concentración nazis. Debe dar su tiempo, estudio, afán, salud, solicitud, la vida misma.

       José M. de Romaña.

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