El frío es cosa distinta para distintas
personas. Para ciertos científicos cero grados Farenheit puede significar
“positivamente tórrido”. 150 grados bajo cero Farenheit puede muy bien ser
“Fresco” para los ingenieros “criogénicos” que se entienden principalmente con
materiales a la más baja de todas las temperaturas posible: cero absoluto a 460
grados bajo cero, Farenheit.
Los ingenieros criogénicos no han podido hasta
ahora, obtener temperatura tan fría. La más baja que han obtenido es 459.7 bajo
cero Farenheit.
Criogénesis es palabra derivada del vocablo
griego “Kyros”, que significa frío. Es hoy en día una de las ramas más
prometedoras de la investigación científica, más que nada porque a temperaturas
extremadamente bajas la vibración molecular en los metales y otras sustancias
se retarda y virtualmente cesa. A
temperaturas tan bajas, llamadas
temperaturas criogénicas, las corrientes eléctricas no encuentran la
resistencia que encuentran a temperaturas normales.
Se logra superconductividad cuando la
electricidad fluye, los electrones se mueven de un lugar a otro a lo largo de
un pedazo de alambre o metal o a través de un líquido. Mientras menos
resistencia ofrezca el vehículo conductor, más fácilmente fluye la corriente.
Desde hace tiempo se sabe que los alambres de metal superfrios son mejores
conductores que los alambres tibios, calientes
y hasta frescos. Pero la superconductividad no ocurre mientras los
metales no sean enfriados a temperaturas criogénicas cerca del cero absoluto en
que desaparece su resistencia a la electricidad. Una vez que una corriente
empieza a fluir por un conductor superfrio, puede seguir fluyendo casi para
siempre.
La superconductividad no es cosa nueva. Fue
descubierta hace medio siglo por un físico holandés, Heike Kamerlingh Onnes (1853-1926), catedrático de la Universidad
de Leida. Obtuvo el Premio Nobel en 1913.
En 1911, cuando estudiaba el mercurio a
temperaturas frías, Onnes comprobó su conductividad eléctrica: aumentaba
gradualmente; según él iba haciendo descender lentamente su temperatura. Luego,
al llegar al mercurio cerca del cero absoluto, la resistencia desparecía por
completo.
Hizo una gaza con alambre de mercurio e hizo
pasar por ella una corriente eléctrica.
Si el alambre hubiera conservado aunque
fuera una parte de su resistencia, la corriente habría cesado de fluir casi
inmediatamente. Pero Onnes comprobó que seguía fluyendo por la gazada mientras
mantenía el alambre de mercurio a temperaturas criogénicas.
La superconductividad revolucionará la vida
moderna ya que afectará todo lo que eventualmente se relacione con la energía
eléctrica. Ya existe, incidentalmente, un nuevo campo de estudios que se ha
llamado “criobiología” que se ocupa de las relaciones entre el frío y la vida
humana. El metabolismo cesa por completo a temperaturas criogénicas y hay
quienes creen que llegará el día en que sea posible colocar a personas
vivientes en estado de “animación suspendida”, enviarlas a otro planetas y
revivirlas tan saludables y tan jóvenes (como nunca). Esto desde luego, no es
más que una idea.
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