El desarrollo de las ciencias comenzó cuando el primer
“homo sapiens”, o el hombre tal como es hoy, comenzó a pensar y aun cuando las
ciencias parecen haber estado haciendo
progresos constantes a lo largo de los siglos, en realidad han avanzado, como
se dice vulgarmente, a tropezones.
El algunos
períodos de la historia se han registrado muy pocos progresos en la acumulación
de conocimientos del mundo en que vive por el hombre y en otros períodos, en
vez de marchar hacia adelante, el conocimiento, en verdad, perdió terreno. Y
aún en otras épocas ha avanzado a pasos agigantados.
El progreso –o
ausencias de él – ha dependido en buena parte de las circunstancias. Las
guerras a veces han sido ruinosas para las ciencias tanto como lo fueron para
sistemas políticos pero a veces las guerras fueron incentivos para grandes
adelantos.
Parte del promedio
de avance o atraso en el desarrollo de las ciencias, ha dependido de la
casualidad: la aparición de individuos que han llegado al escenario mundial de
tiempo en tiempo para reunir y conjuntar retazos y fragmentos de informaciones
científicas que hasta entonces habían carecido de significación o habían
parecido no tener relación entre sí.
Uno de estos
hombres fue Joseph J. Thomson
(1856-1940). Fue él quien descubrió el electrón y quien estableció la teoría de
la naturaleza eléctrica de la materia.
Es cierto que
otros muchos hombres trabajaron en este mismo tema, tanto antes como durante la
vida de Thomson, pero es a él a quien se da mayor parte del crédito por haber
relacionado los hechos para dar a las ciencias u panorama general de la esencia
de la materia.
Thomson nació en Inglaterra y se educó en la Universidad
de Cambridge. Pasó casi toda su vida en esta misma universidad como
conferencista, profesor y catedrático honorífico.
Ganó él mismo el
premio Nobel y seis de sus colaboradores más íntimos también lo ganaron, bien
en física y bien en química. Es más, sus discípulos llegaron a ocupar
posiciones de grn importancia y prestigio en las facultades de 70 de las más
famosas universidades del mundo. Muchos de ellos aún las ocupan.
Los experimentos
de Thomson con el tubo de rayo catódico le llevó a su descubrimiento de
partículas cargadas cuyo peso calculó en menos de una milésima del peso del
átomo de hidrógeno que, como se sabe, tienen un peso atómico de 1.
Aunque los
cálculos de Thomson resultaron más tarde estar un poco fuera de lo cierto, sus
trabajos con partículas cargadas condujeron al desarrollo de las modernas
teorías sobre la naturaleza y propiedades de la materia: que todo en el cosmos,
desde los soles gigantes hasta los minúsculos hombres, están hecho de lo mismo:
una reunión de cargas eléctricas positivas y negativas.
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