¿Que cómo se resucita? Aprendiendo a vivir (no a morir como
algunos siguen predicando) desde los dones divinos que enjoyan nuestro fondo
humano, nuestro ser.
¿Y cómo se detectan? Habrá que estar atentos a esa
interioridad, a esa mina de tesoros, sobre la que muchas veces malvivimos como
pordioseros. Habrá que aprender a desescombrar lo que, desde el interior o el
exterior, nos impide llegar a la profundidad necesaria para hacernos con
nuestra verdadera fortuna. Es de necios pasar hambre durmiendo inconscientes
sobre una enorme herencia. Es trágico vivir tristes y desorientados sobre las
auténticas semillas del mayor gozo, el gozo de ser nosotros mismos en camino a
la plenitud.
Hay síntomas infalibles para detectar nuestras riquezas
ocultas, la herencia que el Padre puso en nuestro centro. Son las
"aspiraciones profundas", esas sensaciones con contenido sicológico
que nos empujan a ser de determinada manera y no de otra. Son las
"llamadas" de nuestro ser a acrecentar, desplegar y entregar nuestras
cualidades específicas. Por lo que nos atrae descubrimos lo que en nosotros es
atraído, es decir, esas potencialidades que buscan nuestro sí para germinar y
nuestras manos para realizarse.
Hoy celebro la resurrección del Señor, pero también la dicha
de haber descubierto experiencialmente el camino de mi propia resurrección
terrena, primicia de la definitiva.
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