El escandaloso aumento de los niveles de
pobreza en el mundo ha suscitado movimientos para erradicar esta llaga de la
humanidad.
El 9 de mayo tuvo lugar un
acto en la Universidad Nacional de Rosario promovido por la Cátedra del Agua,
un departamento de la Facultad de Ciencias Sociales, coordinado por el prof.
Anibal Faccendi, para llevar a cabo una Declaración sobre la ilegalidad de la
pobreza. Tuve la oportunidad de participar y hacer la charla de motivación. La
idea es conquistar apoyos del congreso nacional, de la sociedad y de personas
de todo el continente para llevar esta demanda ante las instancias de la ONU
con el fin de darle la más alta validación. Ya antes, el 17 de octubre de 1987
Joseph Wresinski había creado el Movimiento Internacional ATD (Actuar Todos
para la Dignidad) que incluía el Día Internacional de Erradicación de la
Pobreza. Este año será celebrado el día 17 de septiembre en muchos países que
se han adherido al movimiento.
La Declaración de Rosario
viene a reforzar este movimiento presionando a los organismos mundiales de la
ONU para declarar efectivamente el hambre como ilegal. La Declaración no puede
quedarse tan solo en su aspecto declaratorio. Su sentido es poder crear en las
distintas instituciones, en los países, en los municipios, en los barrios, en
las calles de las ciudades, en las escuelas, movilizaciones para identificar a
las personas sea en situación de pobreza extrema (vivir con menos de dos
dólares y sin acceso a los servicios básicos) o simplemente de pobreza, que
sobreviven con poco más de dos dólares diarios y con acceso limitado a la
infraestructura, vivienda, escuela y otros servicios mínimos humanitarios. Y
organizar acciones solidarias que los ayuden a salir de esta urgencia, con la
participación de ellos mismos.
En 2002 Kofi Annan, antiguo
secretario da ONU declaraba con firmeza: «No es posible que la comunidad
internacional tolere que prácticamente la mitad de la humanidad tenga que
subsistir con dos dólares diarios o menos en un mundo con una riqueza sin
precedentes».
Efectivamente, los datos son
estremecedores. OXFAM que es una ONG que articula muchas otras en varios países
y que se ha especializado en estudiar los niveles de desigualdad en el mundo,
presenta todos los años sus resultados, cada vez más aterradores. Generalmente
OXFAM suele ir a Davos, en Suiza, donde se encuentran los mayores ricos
epulones del mundo. Presentan los datos que los dejan desenmascarados. Este
año, en enero de 2017 revelaron que 8 personas (la mayoría estaba allí en
Davos) poseen una riqueza equivalente a la de 3,6 mil millones de personas. Es
decir, cerca de la mitad de la humanidad vive en situación de penuria sea como
pobreza extrema, sea simplemente como pobreza, al lado de la más degradante
riqueza.
Si leemos afectivamente,
como debe ser, tales datos, nos damos cuenta del océano de sufrimiento, de
enfermedades, de muerte de niños o de muerte de millones de adultos,
estrictamente a consecuencia del hambre. Entonces nos preguntamos: ¿Dónde ha
ido a parar la solidaridad mínima? ¿No somos crueles y sin misericordia con
nuestros semejantes, ante aquellos que son humanos como nosotros, que desean un
mínimo de alimentación saludable como nosotros? Se les remueven las entrañas
viendo a sus hijos e hijas que no pueden dormir porque tienen hambre, y ellos
mismos teniendo que tragar en seco trozos de comida recogidos en los grandes
basureros de las ciudades, o recibidos de la caridad de la gente y de algunas
instituciones (generalmente religiosas) que les ofrecen algo que les permite
sobrevivir.
La pobreza generadora de
hambre es asesina, una de las formas más violentas de humillar a las personas,
arruinarles el cuerpo y herirles el alma. El hambre puede llevar al delirio, a
la desesperación y a la violencia. Aquí cabe recordar la doctrina antigua: la
extrema necesidad no conoce ley y el robo en función de la supervivencia no
puede ser considerado crimen, porque la vida vale más que cualquier otro bien
material.
Actualmente el hambre es
sistémica. Thomas Piketty, famoso por su estudio sobre El Capitalismo en el
siglo XXI, mostró como está presente y escondida en Estados Unidos: 50 millones
de pobres. En los últimos 30 años, afirma Piketty, la renta de los más pobres
permaneció inalterada mientras que en el 1% más rico creció 300%. Y concluye:
«Si no se hace nada para superar esta desigualdad, podrá desintegrar toda la
sociedad. Aumentará la criminalidad y la inseguridad. Las personas vivirán con
más miedo que esperanza».
En Brasil hemos abolido la
esclavitud, ¿pero cuándo haremos la abolición del hambre?
Leonardo BOFF/ 14-MAYO-17
DE MI ÁLBUM
TARAPOTO-PERÚ
CHANKILLO, OBSERVADOR
CAMINO INCA
OLLANTAYTAMBO-CUSCO
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