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SÉ
indulgente conmigo un momento, y déjame sentarme a tu lado, que luego terminaré
lo que estoy haciendo.
Mi
corazón, si no te ve, no tiene sosiego, y mi trabajo es como un afán infinito
en un fatigoso mar sin playas.
El
verano ha venido hoy a mi ventana, zumbando y suspirando, y han venido las
abejas, trovadoras en la corte del bosque florecido.
Es
el tiempo de sentarse quieto frente a ti, el tiempo de cantarte, en un ocio mudo
y rebosante, la ofrenda de mi vida.
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ANDA,
no esperes más; coge esta florecilla, no se mustie y se deshoje.
Quizá
no tengas sitio para ella en tu guirnalda; pero hónrala, lastimándola con tu
mano, y arráncala, no sea que se acabe el día sin que yo me dé cuenta, y se
pase el tiempo de la ofrenda.
Aunque
su color sea tan pobre, y tan poco su olor, ¡anda, ten esta flor para ti,
arráncala ahora que es tiempo!
DE MI ÁLBUM
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