DE: ORACIONES SIGLO XX
“CREO EN DIOS”
Señor: En esta fecha litúrgica
de Tomás de Aquino (Marzo 7) el santo sabio que supo hermanar razón y fe,
quiero rezarte el “Gozo de mi Credo”, con palabras del libro Entre silencio y vuelo de J. B. Bertrán.
“(…) Señor, ¡qué
arquitectura la del “Credo”,
y qué mazo de dogmas, el que
sigue
a esta primera profesión
divina!
No achica mi razón;
les da a sus flechas
más finura de punta y más
audacia
para hitos más altos, sin
sondeo.
Bajo tu amparo, palio
luminoso,
me siento más valiente.
Cuando tanto navío
desnortado
da en los bloques de duda y
de silencio,
mis bajeles encienden de
esperanza
su proa interrogante.
Aves inquietas y con hambre,
en Ti hallan
mis preguntas la paz de
saciedades,
y embellecen su vuelo en
este oriente.
¡Mis ternuras de hombre no
son vanas!
Cauces de eternidad en la
armonía
de esa red de creencias
encontraron.
¡Certeza de mi fe, llave del
día,
llave del sol, arpón de luz,
velamen
de ala amplísima y alta y
toda abierta
al infalible viento, al
norte auténtico!
En ese tronco intacto, de
milenios
¡qué juventud de ramas y
nidos!
A Ti, Señor, todo agradecimiento
por la belleza augusta de mi
“Credo”,
polifónico y grande, cual
sonata!”
Rafael de Andrés.
DOM. VI DE PASCUA
“Si
ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, ‘y yo rogaré al Padre, y les dará
otro Intérprete que permanecerá siempre con ustedes’. Este es el Espíritu de
Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero
ustedes lo conocen porque permanece con ustedes y estará con ustedes.
No
los dejaré huérfanos, sino que vengo a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me
verá más, pero ustedes me verán, porque yo vivo, y ustedes también vivirán. En
ese día ustedes comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en
mí, y yo en ustedes.
El
que conoce mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y mi Padre
amará al que me ama a mí, y yo también lo amaré y me mostraré a él “. Juan 14, 15-21.
Se requiere del Espíritu de la Verdad, para evitar dos grandes
tentaciones que en el momento cuestionaban su fidelidad al Maestro. La primera
de ellas, era la confusión frente a otros mensajes, que en vez de traer
salvación, provocan agresión espiritual, y la segunda tentación era el deseo de
abandonar a la comunidad. Desde este contexto de rechazo y de muerte, Jesús
está animando a sus discípulos a tener confianza en medio de la resistencia, a
tener esperanza que nunca estarán solos, que Él jamás se ha despreocupado ni se
despreocupará de la suerte de su comunidad.
Al empezar el evangelio, Juan dijo que toda la actuación de Dios en el mundo se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Ahora agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a otra persona, que es el Espíritu Santo. Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres; lo pueden, sin embargo, mediante el Espíritu al que deberíamos llamar: Dios que se comunica. Por eso llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
Al empezar el evangelio, Juan dijo que toda la actuación de Dios en el mundo se debe comprender a la luz de la relación íntima del Padre y del Hijo. Ahora agrega que la presencia de Dios en nosotros se debe a otra persona, que es el Espíritu Santo. Al Padre nadie lo ha visto, mientras que el Hijo se dio a conocer. Pero ni el Padre solo, ni el Hijo, pueden entrar en comunión con los hombres; lo pueden, sin embargo, mediante el Espíritu al que deberíamos llamar: Dios que se comunica. Por eso llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestras relaciones con Dios.
La
vida espiritual abarca tres actitudes:
-guardar
las palabras de Jesús: meditarlas, ponerlas en práctica y dejar que echen
raíces en nuestra alma
-Luego,
instruidos por el Espíritu de lo que debemos pedir en nombre de Cristo. Pedimos
con toda confianza aquellas cosas que él mismo desea.
-al
final, hacemos las mismas cosas que él
hizo. No multiplicó las obras buenas, sino que llevó a cabo aquello que el
Padre le pedía, aun cuando su obediencia pareciera un sacrificio vano.
Les dará otro Intérprete. Así traducimos la palabra Paráclito. En las sinagogas el Lector
leía la Biblia en el texto original que no entendía el pueblo, y luego el Paráclito la traducía al idioma común de
los auditores. El Espíritu interpreta, adapta y recuerda en tiempo oportuno las
palabras de Jesús.
(La Nueva Biblia Latinoamericana)
DE MI ÁLBUM
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