domingo, 14 de mayo de 2017

UN AÑO. RÍO-MÚSICA-EVOCACIÓN / Clodomiro GUEVARA VARGAS

"El poeta del Terruño" n. en Huamachuco y
que escribiera con el seudónimo de CLOMAGGUE


UN AÑO
            (Para mis hermanos Adelaida y Wenceslao en el primer aniversario de nuestra inolvidable muerta)

Madre:
con la misma tristeza con que caen
las hojas amarillas del Otoño.
Con el mismo amargor con que desbórdase
la tierra removida en los sepulcros,
han caído en mi espíritu los días
del año de tu viaje sin retorno.

Un año, madre mía, que andas lejos
de tu tierra, de tu casa, de tus hijos.
Un año que, al impulso de los vientos del destino,
la barca de la muerte hinchó sus velas
y en ella te marchaste para siempre.

Muy vivo está el recuerdo de tu adiós martirizante.
Fue un día azul de agosto como ahora, madre mía.
Las aguas por los cauces corrían como lágrimas.
Las flores se agostaban de sed en las riberas
y el suelo polvoriento
gemía bajo el puño flamígero del sol.

Fue un día azul de agosto,
después que deleitarte aún pudiste
con la dulce visión de los festejos
de la santa “patrona” del lugar.

Sana y buena alcanzaste todavía
a rezar a la Virgen de rodillas
junto al gran chisperío del altar.

Sana y buena alcanzaste por vez última
a besar las sandalias y las manos
de esa virgen que fue en tu vida toda:
bandera de esperanza en tus miserias
y refugio de consuelo en tus dolores…

Y un día al aquietarse los ruidos de la fiesta
y el eco al apagarse de kenas y pinkullos,
perdiéndose por todos los caminos
el ay de los adioses
de las koyas y ñushtas imperiales,
caíste bajo el cielo con la angustia
de una espiga ya madura
desgajada en la hora del crepúsculo.

Y rayaste con tu quilla las ondas del misterio…
Y hoy nadie sabe, madre, qué rosa de los vientos
guiando irá la barca doliente en que partiste
la barca piloteada por manos de  la muerte…

Y mis ojos ya de tanto llorar hoy se han secado,
mis lágrimas no corren como ayer.
Y es que, madre, el dolor cerró sus válvulas
aumentando su hiel y sus tensiones,
y hoy me duele el corazón tan hondamente
como cuando rajóse con los clavos
que cerraron para siempre tu ataúd.

Madre:
en tu túmulo mortuorio,
junto al dulce y bendito crucifijo
que prende su agonía en tu memoria,
quemo hoy todos mis cirios más fulgentes,
y te dejo esta corona
con las rosas y cipreses de armonía
cogidos de mi huerto más fecundo.

Esta fúnebre corona
es el beso ultrasensible,
es el cuño de dolor con que yo sello
los labios redentores de tu tumba.

Es el beso,
el gran beso de amor del hijo ausente
con que hoy quiere devolverte
todo el inmenso amor con que curaste
las muchas llagas de su vida mártir…


RÍO - MÚSICA – EVOCACIÓN 


Nada tengo que decirle a las estrellas
en esta noche en que el cielo
desnudo está como Adán,
ni a la muerta tez de perla,
que aporcelana la Tierra con su luz.

No tengo nada que ver
con el viento que desnata su frior sobre mi testa
y que robándose pasa
la emanación de las flores
y el murmullo de los bosques.

No me seducen los cantos de los acridios insomnes,
ni el ladrido de los perros cuidadores
de los ranchos sin pan del arrabal.

La quebrada de allá, abajo, me subyuga,
donde cantando está el río
sobre las piedras dormidas de su cauce.

DE MI ÁLBUM






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