viernes, 2 de junio de 2017

ALAYO. DRUMMOND DE ANDRADE





Carlos Drummond de Andrade

Tres en el café

 En el café semidesierto
 la mosca intenta
 posarse en el terrón de azúcar sobre el mármol.

 La ahuyento. Insiste. La ahuyento.

 La luz es triste, amarilla, desanimada.

 Somos dos a la espera
 de que el garçon, mecánico, nos sirva.

 Miro al compañero a la altura de la corbata.

 No me atrevo a subir al rostro marcado.

 Me fijo en la cadena del reloj
 presa en el chaleco; viejos tiempos.

 Poco hablamos. El sonido de las tazas,
 casi una conversación. Tan raro
 encontrarnos así frente a frente
 durante más de algunos minutos.

 Más raro aún,
 en la banalidad del café.

 La mosca vuelve.

 Ya no la espanto. Queda entre nosotros,
 partícipe de mutuo entendimiento.

 Entonces, ¿es este el mismo hombre
 de antes de yo nacer
 y de mañana y siempre?

 Curvado.

 Su mirada es cansancio de existencia,
 ¿o siento ya (ni pensarlo) su muerte?

 Este estar juntos en el café,
 no he de olvidarlo nunca, de tan seco
 y desolado -los tres
 yo, él, la mosca-:
 imágenes de mera circunstancia
 o del oscuro
 irreparable sentido de vivir.

DE MI ÁLBUM


                                      SACSAYHUAMÁN
                                    LA RESERVA DEL MANU
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