¿ES esta la mujer, a quien tú
abandonaste,
y al hogar encendido y al
campo de los tuyos,
para irte con la vieja de
blanqueados cabellos?
No tiene casa donde recibir
a sus huéspedes.
Un frío lecho es todo, todo
cuanto le queda
donde los soles pálidos y
los hielos anidan.
Para abrazar no tiene brazos
fuertes y blancos,
mas sí diez dedos de algas
para apresarte, y luego
sujetarte a las rocas donde
las olas rompen.
No obstante, cuando aumentan
los signos del estío
y los hielos se rompan y el
abedul ahije,
te irás de nuestro lado y
enfermarás entonces.
Enfermarás de nuevo por
matanzas y gritos,
y huirás furtivamente hacia
escondidas aguas
a mirar a tu nave en sus
puertos de invierno.
Olvidarás las charlas de
nuestras sobremesas,
la vaca en el establo y el
caballo en la cuadra,
por embrear las tablas y
arreglar la maroma.
Te sentirás llevado por
tormentosas nubes
y el rumor de tus remos se hundirá
en el abismo,
y a través de los tiempos te
seguiremos todos.
¿Es esta la mujer a quien tú
abandonaste,
y al hogar encendido y al
campo de los tuyos,
para irte con la vieja de
blanqueados cabellos?
DE MI ÁLBUM
(Baltikum)
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