La
centralidad de los humildes de la Tierra: a propósito del discurso de Lula
Leonardo
Boff, 09 de junio de 2017
(Leonardo Boff, en Koinonía).- Esta reflexión
está motivada por el discurso del expresidente Lula al cerrar la apertura del
6º Encuentro Nacional del Partido de los Trabajadores el día 1º de junio de
2017 en Brasilia. Lo hago como observador interesado en el proyecto social que
el PT realizó en parte en sus años de gobierno.
No estoy
afiliado al partido, pues estimo que partido es siempre parte y la tarea del
pensador intelectual es intentar pensar el Todo y ocuparse menos de las partes
que siempre son muchas y no raramente contradictorias.
Tres puntos
me llamaron particularmente la atención.
El primero de
ellos es el carácter de clase del partido. Está en su nombre: Partido de los
Trabajadores. Es decir, se propone representar a las grandes mayorías del país
compuestas por la clase de los trabajadores del campo y de la ciudad, aquellos
que dentro del sistema del capital viven de salarios (venta de su fuerza de
trabajo manual o intelectual).
Esto no
significa que esté cerrado solamente a estas grandes mayorías. Está abierto a
todos los que asumen la democracia y las principales demandas de los
trabajadores que son tener trabajo, ganar un salario decente, trabajar en
condiciones adecuadas, luchar por la justicia social para disminuir el foso
perverso de las desigualdades sociales y poder organizarse en sindicatos para
defender mejor sus derechos y tener más fuerza en las negociaciones con los
dueños del capital.
Lula resaltó
el carácter nacional del PT. En su gran mayoría, los partidos en Brasil tienen
su base en los estados de la federación y representan a las fuerzas hegemónicas
locales. Piensan más lo regional y menos lo nacional.
El PT nació
pensando lo nacional, es decir, Brasil como proyecto de nación soberana,
autónoma que rompió con el sustrato esclavócrata, colonial, neocolonial y
dependiente de las grandes potencias que hegemonizan el curso del mundo. El PT
desarrolló la conciencia de que tenemos una base ecológica, geopolítica,
económica, poblacional y cultural que nos permite elaborar un proyecto propio
de nación soberana.
Este, junto
con las demás naciones, ayuda a definir los rumbos inciertos de la humanidad,
ahora en una fase nueva de su historia. Es la fase de la planetización, fase en
cierta forma dramática a causa del calentamiento global y del grito de la
Tierra superexplotada por nuestro modo de producción depredador y de consumo
perdulario de bienes y servicios naturales. El futuro de nuestra especie y de
nuestra civilización está en juego.
Lula destacó
que el PT es el primer partido de carácter nacional que se propone pensar el país
como un todo y en el interés de todos, a partir de los intereses de las grandes
mayorías históricamente descuidadas. Hay que reconocer, como lo mostraran
nuestros historiadores, en particular José Honório Rodrigues y Raymundo Faoro,
que los partidos dominantes pensaron un Brasil menor, buscando primeramente sus
intereses y no el interés común de todo el pueblo brasilero.
Nunca hubo un
proyecto que incluyese a los millones de excluidos, marginados y considerados
por la clase dominante, heredera de la mentalidad de la Casa Grande, como don
nadies, a los que "les negó derechos, arrasó su vida y, cuando los vio
crecer, les negó poco a poco su aprobación, conspirando para ponerlos de nuevo
en la periferia, lugar que sigue creyendo que les pertenece" (Rodrigues,
Conciliação e Reforma no Brasil, 1965, p. 14-15).
¿No se está
repitiendo esta tragedia con las medidas del "gobierno" que tenemos,
de manera aún más radical, desmontando, una por una, las conquistas de años de
trabajo político y social?
El segundo
punto es de gran relevancia ética y política. Se trata del núcleo central del
proyecto político del PT: dar centralidad a los humildes de la Tierra. Al
hablar del proyecto que debe ser nuevamente pensado, incrementado y consolidado
en el Congreso, no empezó con la idea arrogante de Brasil como gran potencia
industrial y campeona en exportación de materias primas.
Empezó con
los humildes de la Tierra: con los indígenas, a quienes debemos proteger y
devolver sus tierras invadidas por el agronegocio; empezó con los quilombolas,
a quienes debemos reconocimiento por su lucha de supervivencia, por sus tierras
y villas; empezó por los negros, a millones convertidos en "piezas",
carbón para quemar en las fábricas de producción; volverse hacia África no es
solo pagar una deuda histórica impagable, sino practicar la solidaridad para
que ella pueda mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones mediante lo
que nuestras instituciones científicas ligadas a la agricultura produjeron con
gran calidad; empezó por las mujeres discriminadas todavía por el
patriarcalismo, a pesar de toda la contribución que han dado al desarrollo del
país; empezó por los Sin Tierra y Sin Techo que buscan tierra para trabajar,
producir y vivir en una democracia llevada al campo y a las periferias; empezó
con los rescatadores de material reciclable, a los que siempre apoyó (y se
conmovió al recordarlos), liberando algunos millones de reales para que
mejorasen sus condiciones de trabajo; empezó con los LGBT que trabajan, votan,
pagan impuestos y muchos son asesinados; empezó con los trabajadores en
general, obligados a aceptar salarios bajos para permitir una mayor acumulación
a las oligarquías que controlan gran parte de nuestra economía; en fin, empezó
diciendo que debemos incluir a los empresarios, pequeños, medianos y grandes
que crean empleos y producen, y que deben sentir su responsabilidad en la
construcción de una nación más justa e igualitaria. Todos debemos convergir en
este sueño colectivo.
¿Cuál es el
significado de este tipo de discurso? Dar primacía a la persona humana. Esa
opción revela la innegable dimensión ética de la política, pues ya para
Aristóteles ética y política eran sinónimos. Gobernar no es administrar la
economía, controlada por el mercado, sino cuidar del pueblo, de la calidad de
su vida y de su alta dignidad. Gandhi decía que la política es un gesto amoroso
para con el pueblo, el cuidado de la cosa común.
Esto es lo que fue propuesto
como el núcleo esencial del proyecto político a ser concretado por el PT y sus
aliados.
Pero esto
difícilmente se consigue, recalcó el expresidente - y este es el tercer punto -
si no hay educación general. Dedicó los mayores elogios a la importancia
decisiva de la educación para gestar un país soberano y moderno. De ahí las
muchas iniciativas que inauguraron los gobiernos del PT para permitir que los
pobres, negros y marginados hiciesen cursos de profesionalización y pudiesen
ingresar en las universidades.
Finalmente,
invitó a todos a ser creativos. No se trata de repetir lo que ya se ha hecho, sino
de reinventar nuevas formas de hacer política social con participación popular,
aprovechando las buenas experiencias realizadas, y proyectar otras nuevas que
busquen más inclusión, más ciudadanía y más dignificación de la vida humana.
Por último,
apeló a la importancia política de la esperanza. Quien alimenta esperanza no
acepta indignado las iniquidades sociales, se dispone a luchar para proyectar
un horizonte nuevo; la esperanza desencadena energías escondidas que pueden
crear un nuevo paisaje y dar la victoria. La esperanza es el motor de la
historia y de los cambios.
Si el PT
llega nuevamente al gobierno central, mediante el voto popular por voluntad de
la mayoría de la población, es para encontrar una salida a la crisis, ya que
las clases dominantes que se apoderaron del poder, están perdidas en su
voracidad de acumulación en contra de la gran mayoría de los ciudadanos y,
atónitas, no saben encontrar una superación promisoria de la crisis en la que
todos estamos metidos.
Las víctimas
principales son los históricamente sufridores a los cuales no nos está
permitido imponer cargas todavía más pesadas de las que ya cargaron. Sería
demasiada inhumanidad. Pero eso es lo que estamos verificando con las medidas
desastrosas de la actual administración.
Un PT renovado
y purificado de sus errores, defectos y limitaciones, puede proponerse a la
sociedad como un partido que puede despejarnos el horizonte y ofrecerse como un
camino político de desarrollo sostenible por ser más participativo donde, al
decir de Paulo Freire, no sea tan difícil el amor.
DE MI ÁLBUM
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