Intérpretes: Harriet Anderson, Zbigniew Cybulski,
Isa Quense, Tomás Svanfeldt.
Dirección: Jorn Donner
Creemos haber hecho alguna vez la observación de que,
siendo las cosas fundamentalmente las mismas e iguales para todos, hay un modo
de percibirlas y un modo de expresarlas a lo sueco, especialmente en el cine.
No ha sido necesaria que esto nos lo hiciera notar el genial Igmar Bergman: nos
la confirma con parejo talento el realizador Jorn Donner.
Muchas veces nos han dicho las películas de Igmar Bergman
que el sueco es especialmente sensible al invierno, al tedio, a la muerte. Y
ésta del sutil y poético Jorn Donner, nos dice que, además de rebelarse contra
el invierno, la muerte y el aburrimiento, sus compatriotas, y singularmente las
mujeres, se rebelan contra el matrimonio, contra su enquistamiento y su rutina.
Ahora bien, contra esta opresión de las cosas, el sueco
no conoce mejor panacea que el sol y el amor. De ahí su obsesión por los
veranos, aunque gélidos veranos suecos, en mares apacibles, surcados por
soñolientas gaviotas, o en la boscosa montaña o, en este caso, al cobijo
hogareño, dulcificado por un amor extramatrimonial, insospechado y maravillosamente
reparador.
Percibidas y expresadas poética y profundamente a lo
sueco, las cosas se reducen en esta ocasión a relatarnos la transformación
vital y anímica de una mujer que, a raíz del fallecimiento de su honesto y
cumplido marido y prácticamente al retornar de su sepelio, descubre con un
antiguo amigo de la juventud la dicha de amar con libertad, con intensidad y
con inteligencia. En tanto que el amante, ahíto de fáciles experiencias
amorosas y harta a su vez, de la libertad, aburre, anhela encontrar hondura
amorosa en el matrimonio con su nueva amante, matrimonio que ésta rechaza.
La película es
prácticamente un coloquio amoroso sin interrupción, sin tregua ni sosiego
dentro de las cuatro paredes de una habitación; pero las cosas están bien
conducidas y tan bien expresadas, salpicadas de poesía y de sutil humorismo,
que el espectador acompaña de buen grado y hasta el fin a los amantes. No
propiamente recortes, sino interpolaciones de sugestivas secuencias, matizan el
relato. El diálogo y la música tienen en éste decisiva importancia.
Todos los intérpretes, incluyendo un niño de 9 años,
tienen eficacísima intervención.
Importantes certámenes internacionales han saludado y
galardonado a esta interesante muestra del cine sueco.
P. G.
DE MI ÁLBUM
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