PLAZA MAYOR DE TRUJILLO
DE: ORACIONES SIGLO XX
“LA ROSA DESHOJADA”
Señor:
Para romper la rutina
de tu oración dominical,
déjame rezarte este domingo
el Padrenuestro de la rosa.
“Padre nuestro que estás en la tierra;
en la fuerte y hermosa
tierra; en la tierra buena.
Santificado sea tu nombre,
que nadie sabe;
que en ninguna forma se
atrevió a pronunciar este
[silencio
pequeño y delicado …, este
silencio
que en el mundo somos
nosotras las rosas…
Venga también a nosotras,
las pequeñas
y dulces flores de la
tierra, tu Reino prometido…
Hágase en nosotras tu
voluntad, aunque ella sea
que nuestra vida sólo dure
lo que dura una tarde…
El sol nuestro de cada día,
dánoslo
para el único día nuestro…
Perdona nuestras deudas –la
de la espina,
la del perfume cada vez más débil,
la de la miel que no alcanzó
para la sed de dos
[abejas--,
a nuestros deudores los
hombres,
que nos cortan, nos venden y nos llevan
a sus mentiras fúnebres, a
sus torpes o insulsas
[fiestas…
No nos dejes caer nunca en
la tentación de desear
la palabra vacía --¡el
cascabel de las palabras!-,
ni el moverse de pies apresurados,
ni el corazón oscuro de los
animales que se pudre…
Más líbranos de todo el mal.
Amén.
(D.Ma.Loynaz)
Rafael de Andrés
DOM.SANTÍSIMA TRINIDAD
“Tanto
amó Dios al mundo que le dio su Hijo Único, para que todo el que crea en él no
se pierda, sino que tenga Vida Eterna.
Dios
no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo sino para salvarlo. El
que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no
creerle al Hijo Único de Dios”.
Juan 3, 16-18
Es contundente la diferencia
que existe entre la luz que ofrece Dios y las tinieblas en que anda el mundo.
Impacta, muy favorablemente, el rostro del juez, ya no coincide con los
parámetros del juez castigador del Antiguo Testamento, sino que desde Jesús se
concibe como un Padre de ternura, comprensión y perdón por el hombre. Aceptar
al Hijo, no de forma estática o intelectual, sino de manera activa, impulsados
y animados con el poder del Espíritu Santo, es el único camino que tenemos para
conocer a Dios.
El modelo y la imagen
Todo hombre es hijo. Todo hombre debe ser padre; o física
y espiritualmente --engendrar, criar,
educar—o, en todo caso, espiritualmente, si su propio destino lo transfiere a
una absorbente paternidad espiritual a través de una total profesión religiosa,
política, magisterial, cultural o social.
El hombre, imagen de Dios, refleja en su vida a Dios que
es Padre y es Hijo.
Hoy es la fiesta de la Santísima Trinidad. La unidad
divina, al ser infinitamente perfecta, es fecunda; una vida estéril es
imperfecta. La naturaleza divina es una sola; no puede haber varios dioses,
varios infinitos. Pero las personas que, a nuestro modo de hablar, viven con
esa naturaleza única, son tres, según revelación del mismo Dios: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. El Padre es el Origen; el Hijo la Palabra, el Conocimiento; el
Espíritu Santo, el Amor.
El hombre hecho a imagen de Dios, es origen: la
fecundidad, la memoria. Y es verbo: el entendimiento. Y es espíritu: la
voluntad.
Si el hombre deja de ser fecundo, de influir, de actuar;
si el hombre deja de amar y de servir, se convierte en ex hombre, en
seudohombre. Borrar la imagen de Dios es borrar la realidad humana.
La actividad humana, la proyección humana, en cualquier
plano de sus dos formas de proyección
--proyección social, desde la familiar hasta la política; proyección
laboral, desde el trabajo manual hasta el intelectual—debe también reflejar la
realidad divina si es que quiere ser auténticamente humana; debe hacerse con
conocimiento y con amor. Toda situación del hombre debe apoyarse en esas dos
columnas. Si en una familia no hay siquiera un poco de inteligencia, de
comprensión o no hay amor, esa familia es un fracaso. Si un político no tiene
comprensión de la realidad y amor, es decir, voluntad de servicio, su política
será un fracaso.
El egoísmo aparentemente es una afirmación del yo; en
realidad es la destrucción del yo. Dios es fecundo; el hombre, imagen de Dios,
debe ser fecundo, altruista, no egoísta. El camino a sí mismo pasa por los
demás. El egoísmo al cerrar al hombre en sí mismo, lo aleja de la comprensión y
del amor de la realidad circundante, lo convierte en un ser irreal, lo vacía de
sí mismo y lo abandona, excavado y estéril, soñando consigo mismo en un sueño
sin sentido.
El Greco
No es una fiesta abstrusa la fiesta de la Santísima
Trinidad. Es una ocasión para conocernos a nosotros mismos, para tomarle el
pulso y el peso a nuestra vida, para saber si en realidad vivimos o si somos
como dice el Apóstol, nubes sin agua que
florecen caricaturas de hombre, muertos que respiran y andan sin vida real.
Una forma eficaz de conocer lo que somos, lo que debemos
ser, es observar a Dios. La imagen cambia, se desgasta; el modelo permanece
intacto, anguloso, preciso. Dios es fecundidad, es conocimiento, amor; si
faltan estas tres leyes de la vida, estas tres funciones básicas del ser
humano, no estamos, en realidad, viviendo.
José M. de Romaña
DE MI ÁLBUM
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