CARA
A CARA
En el comedor del Palacio, el Rey Aidan se
levanta de su asiento.
“¡Casey, pero qué sorpresa! / expresa el
Rey.
Casey hace una venia.
“Querido primo. Debido a mis labores no
dispongo de tiempo en anticipar mi visita”.
“Lo comprendo. Lamento no recibirte como lo
mereces”.
Casey
observa a los manjares en la mesa.
“Creo una porción de fiambre es más que
suficiente”.
“Os invito a tomar asiento”/ dice el Rey,
señalando hacia el asiento vacío a su lado.
“No sin antes saludar a Su Majestad”.
Casey se inclina hacia la Reina. La Reina la
sonríe.
“Sea usted bienvenido Don Casey”.
“Su Majestad, perdone mi súbita llegada. Qué honor compartir la
mesa con una mujer tan divina como usted”.
“Espero sea placentera”.
Uno de los mayordomos prepara el asiento de
Casey. Casey observa a cada uno de los comensales detenidamente, quienes a su
vez no retiran su mirada hacia él.
“Debes haber tenido una ardua jornada”/ dice
el Rey.
“Ya estoy acostumbrado a viajar por
semanas”.
Casey toma asiento. A su lado, Miccael, baja la mirada.
Milun y Alysse se miran el uno al otro, aún
intrigados por la llegada de Casey.
En la Iglesia La Madre de Todos, el Monseñor
Blanco acaricia una de las columnas de la nave.
“Es impresionante la labor de
restauración”/comenta el Monseñor.
Arturo lo mira directamente a los ojos.
“¿A qué se debe este honor, Su Excelencia?”
“Espero no incomodar a esta hora”.
“Aquí todos son bienvenidos”.
El Monseñor ingresa y observa a su alrededor.
“Hace mucho que no venía. Este lugar es una
reliquia. Tantas historias capturadas dentro de estas paredes”/ observa el
Monseñor.
“Tengo entendido que no está bajo su
jurisdicción”/ responde Arturo.
“Es correcto. No deja de sorprenderme
vuestra inteligencia”.
Arturo respira hondo.
“Basta de teatros. Sé muy bien quién es
usted”.
El Monseñor sacude el polvo de sus manos.
“Cree usted conocerme. Nuestros encuentros
han sido muy limitados”.
“¿Qué clase de persona atenta contra su Rey
y en contra de la libertad?”/ pregunta Arturo enfurecido.
El Monseñor se acerca hacia las estatuillas de
arcilla confeccionadas por Roger. Toma una de ellas.
“Debe considerarme injusto e inhumano /
responde el Monseñor, ¿Pero quién eres tú para juzgarme?”
En el comedor del Palacio los comensales han
perdido el apetito. El Rey Aidan hace un esfuerzo y abre la boca para recibir
su alimento. Con su mano, indica al sirviente retirarse.
“Debes tener muchas interrogantes. Pero
antes quiero expresar mi pesar por la muerte de tu hermano”.
Casey permanece quieto. Miccael lo mira de
reojo.
“Si tan solo existiera la manera de
retroceder en el tiempo…” / agrega el Rey.
“A estas alturas, la partida de mi hermano
es inevitable. Pero mis sentimientos por Gian jamás cambiarán”.
“Gian y tú siempre estuvieron a mi lado. Las
circunstancias te alejaron de aquí, pero ésta siempre será tu casa”.
Casey asiente.
“Me alegra que estés rodeado por una
magnífica esposa y excelentes camaradas”.
Columbio y Milun intercambian una mirada.
“Creo que no necesitarás de mí”/ agrega
Casey.
“Si buscas una excusa para nuevamente
alejarte no lo lograrás”/ responde el Rey.
Casey sonríe. Casey voltea y su mirada se
choca con la de Miccael.
“No hemos sido presentados aún, muchacho”.
Miccael se paraliza.
En la Iglesia, Arturo se acerca al Monseñor.
“No creo haga falta mencionar vuestros
crímenes. ¿O acaso tiene el descaro de negarlos?”
“Tiras la piedra y escondes la mano. Hace ya
un tiempo te apropiaste de algo que me pertenece”.
Arturo respira hondo.
“Lo admito. No me arrepiento de haberle
causado tanto malestar”.
El Monseñor levanta las cejas.
“Pero…pierdes tu tiempo. Estoy seguro de tu
incapacidad de descifrar el contenido del libro”.
“Creo haber hecho lo necesario hasta ahora”.
El Monseñor sonríe.
“Te jactas de ello…qué gran error”.
“Debo advertirle que si no deja en paz a mis
amigos informaré al Rey de las atrocidades que ha hecho”.
El Monseñor se da vuelta.
“Sólo espero estés listo…”/ responde el
Monseñor…”Cuando llegue el momento de la verdad”.
Arturo lo mira confundido.
“¿Tratas de inquietarme con amenazas? Al contrario. Deseo que abras los ojos”.
“Todo está claro para mí”/ grita Arturo.
El Monseñor se retira.
En el comedor, Casey reconoce a Riot.
“General Riot, un gusto volver a verlo”.
Riot lo mira con desdén.
“Ojalá pudiera decir lo mismo”.
Casey luce afectado.
“¿Qué sucede?”
El Rey Aidan extiende su brazo hasta alcanzar
a Casey.
“Han ocurrido situaciones desagradables
desde tu partida. El hijo de Riot se encuentra desaparecido”.
“Pero debe existir un rastro. Un niño no
puede perderse de esa manera”/ responde Casey.
“Quizás eso debas preguntarle al fantasma de
tu hermano”/ grita Riot.
“¿Insinúas que Gian haría algo tan
indignante?” Casey se levanta y dirige su mirada hacia el Rey, “¿Cómo permites
que este hombre se exprese de esta manera?”
Columbio decide intervenir.
“Don Casey, no ha sido comprobado aún que el
Duque esté relacionado con el secuestro”.
Casey mira a Columbio fijamente.
“Qué mala memoria la mía. No creo
recordarte”.
“Soy Columbio, el nuevo canciller”.
Casey traga saliva de golpe.
“Creo haber oído de ti. ¿Fuiste expulsado de
la Corte si no me equivoco?”
“Vuestro hermano usó su poder
incorrectamente. Atentó contra la vida y la libertad de muchos.
Casey golpea su puño en la mesa.
“Entonces debió ser juzgado por sus
crímenes”.
Columbio baja la mirada.
“Las circunstancias no le permitieron”.
“Se le debió brindar ayuda”.
“Hasta ahora sus acciones no dejan de
sorprenderme”/ dice el Rey con determinación.
“Conocí muy bien a mi hermano. Debe existir
algo o alguien que influenció en su pensar”.
Roger aprieta la servilleta y cierra los ojos.
En una de sus memorias, Roger se encuentra reunido en una habitación del
Palacio con el Monseñor, el Capitán Jasper y el Duque.
“¡Entonces será necesario un nuevo Rey!”/ exclama
el Duque.
“Alguien que lleve la misma sangre en sus
venas, sería el indicado”/ dice el Monseñor con determinación.
Roger mira sorprendido al Monseñor.
De regreso al presente, las manos de Roger
comienzan a temblar.
Todos dirigen su atención hacia él. Columbio
trata de calmarlo.
“Roger es una de las víctimas. Permaneció
encerrado a merced del Duque por largo tiempo”.
Casey clava su mirada en Roger.
“¿Qué habéis hecho para causar su ira?”/
pregunta Casey
Roger permanece callado.
“¡Vamos, habla!”
“¡Tus palabras lo alteran!”/ exclama
Columbio.
“¿Cómo es posible que crean en las
acusaciones de un bufón?”
Flere se acerca a Roger.
“Permíteme acompañarte a tu habitación”.
Roger niega con la cabeza.
Laura mira horrorizada a Roger.
“¡Es un demente!”/ exclama ella.
Janice la mira enfurecida.
“¡Basta! Es un ser que sufre”.
Flere y Pedro acompañan a Roger a su
habitación.
Casey se acerca al Rey.
“Este tipo es una amenaza para todos, debe
ser echado del Palacio”.
Milun, ya harto de escuchar a Casey, se
levanta de golpe.
“Estoy a cargo de la seguridad. Os garantizo
que no hay nada que temer”/ dice Milun apretando los labios.
Casey lo mira de pies a cabeza. Sus miradas se
encuentran.
“Si Usted lo dice…Don…”
“…Milun”.
“Ya habrá tiempo para presentaciones”/
observa el Rey. “Os pido continuar con vuestro agasajo”.
Casey toma asiento sin retirar su mirada hacia
Milun.
“Cierto. Todo a su tiempo”.
Momentos después, en la habitación de Roger,
Flere, Pedro permanecen sentados alrededor de Roger. Pedro hace sonar su
sonaja, pero Roger mantiene la mirada ida.
“El tal Casey no sabe lo que dice”/ exclama
Pedro.
“Qué importa lo que piense ese tipo”/
observa Flere. “A todos nos causa alegría tener a Roger entre nosotros”.
Alysse, Janice, Milun, Columbio y Papier
ingresan. Janice corre y abraza a Roger.
“Todo saldrá bien”/ dice ella.
“No
permitiremos que algo así vuelva a suceder”/ observa Columbio.
“¡Ese tipo es igual o peor que el Duque!”/
exclama Milun.
Alysse toma la mano de Milun
“Debes permanecer calmado”/ dice ella.
“Aun no comprendo cómo el Rey es tan noble a
pesar de llevar la misma sangre que sus primos”/ observa Papier.
“No creo represente una amenaza. Quizás el
encierro de Britta y la muerte de su hermano son la causa de su enojo”/ opina
Columbio.
“Es ella quien le ha metido ideas en la
cabeza”/ comenta Janice.
“Espero que después de nuestro encuentro no
le quede duda alguna que si intenta algo
se las verá conmigo”/ dice Milun con determinación.
“…Con nosotros”/ responde Flere.
Milun asiente.
En los
apartamentos del Rey, el Rey Aidan permanece sentado detrás de su escritorio.
Frente a él, Casey camina en círculos.
“Debes entender lo que significa para mí el
asesinato de mi hermano, vuestra familia”/ dice Casey con tono firme.
“¿Crees que todo esto no representa nada
para mí? Todo este tiempo sólo he vivido
angustia y un vacío de interrogantes”.
“No
sólo he perdido a mi hermano. Mi mujer se encuentra injustamente encarcelada”.
El Rey respira hondo.
“Britta atentó en contra de la Reina. Su
castigo pudo ser más severo”.
Casey coloca sus manos sobre el escritorio.
“Somos tu familia. No puedes creer
ciegamente en las acusaciones de los
demás”.
El Rey se levanta.
“Si te refieres a la Reina, confío más en
ella que en mi sombra”.
Casey baja la mirada.
“Sabes cómo actúan las mujeres. Sólo ha sido
un pequeño pleito entre ellas”.
“Si estás aquí para interceder por su
libertad pierdes el tiempo”/ dice el Rey con determinación.
Casey deja caer una lágrima.
“En verdad te desconozco. Lo tienes todo… y
yo nada”.
El Rey toma asiento.
“¡Basta! Toma otra esposa. Con todo el
dinero que ahora posees podrás gozar de por vida”.
“¿Y dónde queda el honor de nuestra
familia?”
“Será nuestra labor corregir los errores de
Gian”.
Casey niega con la cabeza.
“Jamás pensé llegar a tomar el cargo de
Duque de esta manera”.
El
Rey mira hacia ambos lados, nervioso.
”No tan rápido. Han habido pequeños
cambios”.
Casey
mira al Rey lleno de sorpresa.
“Ya hablaremos. No es recomendable asimilar
tanto de un solo golpe”/ agrega el Rey.
Casey luce confundido.
“No puedes dejarme así”.
“Ve y descansa. Muchos esperan por mí”.
“No sin antes, me confieses… la identidad
del asesino de mi hermano”.
El Rey lo mira sorprendido.
En las recámaras de la Reina, Janice y
Alysse permanecen sentadas mientras la Reina Beatriz se apoya en el armario.
“Estoy segura que Britta lo ha envenenado en
contra mía”/ dice la Reina elevando la mirada.
“No hay de qué preocuparse. Nadie podrá convencer
al Rey de sus mentiras”/ dice Alysse.
Janice se levanta.
“Cómo quisiera encontrármela y darle lo que
se merece”.
Alysse y la Reina se ríen. Rebeca ingresa con
una bandeja.
“Lamento interrumpir. Puedo regresar en otro
momento”.
La Reina le indica con la mano que se acerque.
“De ninguna manera, como mi Dama de Honor,
debes estar enterada de todo”.
“Su Majestad, yo…/ responde Rebeca.
“Has de haber oído sobre la llegada del
primo del Rey”.
“Sí, Su Majestad. En la cocina escuché al
respecto.
“La esposa de ese hombre, la Señora Britta,
me detesta. Aunque permanezca encerrada sé que habla mal de mí”.
“Si supieras todo lo que esa mujer hizo…”/
observa Janice.
“Lo lamento, Su Majestad”.
Alysse se levanta.
“Britta tuvo el descaro de atentar en contra
de la Reina. Desconocemos las intenciones del esposo. Os recomiendo mantener
alerta a todo momento”/ dice Alysse.
“Claro que sí. Jamás permitiría que nadie
haga daño a Su Majestad”/ responde Rebeca.
Alysse asiente.
En los apartamentos del Rey, la mirada de
Casey continúa acosando al Rey Aidan.
“No puedes ocultarme la identidad del
asesino de mi hermano”.
En eso el Monseñor Blanco ingresa.
“Don Casey, vaya sorpresa”.
Casey observa al Monseñor y trata de disimular
su semblante.
“Su Excelencia, tanto tiempo sin verlo”.
“Permíteme darte un abrazo, hijo”.
El Monseñor aprieta la espalda de Casey.
“Bienvenido seas”/ dice el Monseñor.
El Rey se levanta.
“Debo asistir a una reunión. Podéis continuar
aquí”.
Casey asiente.
“Su Majestad”
El Rey sale de la habitación. El Monseñor
sonríe.
“Nuestro Rey, ahora convertido en todo un
hombre”/ observa el Monseñor.
Casey frunce el ceño.
“Debo expresar mi más sentido pésame por la
irreparable pérdida de vuestro hermano”.
“A nadie parece importarle ya”.
El Monseñor asiente.
“Créeme que no es fácil aceptar su partida”.
“Mi hermano, ¿era muy cercano a Usted,
verdad?”
“Compartíamos bastante. Lamentablemente el
Duque tomó un camino muy peligroso”.
Casey aprieta el puño.
“¿Es que nadie estuvo de acuerdo con él?”
“Hijo, no se puede andar a la deriva. Hay
que aprovechar la luz que alumbra el camino”.
“Usted debió hacer algo por él”/ gritó
Casey.
“Como verás, las cosas no son las mismas
desde que te marchaste”.
Casey asiente.
“La Reina. Es ella quien ha convertido a mi
primo en un títere”.
“Debes tener mucho cuidado. De lo contrario
podrías correr la misma suerte que tu hermano”.
Casey baja la mirada.
En el Monasterio de San Mirador, Donés
empaca sus pertenencias. El Padre Superior ingresa.
“Pensé que ocurría algo malo cuando recibí
tu mensaje”.
El Padre Superior mira alrededor.
“¿Piensas ir a algún lado?”
Donés cierra su maleta.
“Se me necesita en el Palacio”.
El Padre Superior luce sorprendido.
“No había sido informado. ¿Y cuándo
partirás?”
“En cuanto antes”.
Donés dibuja en su rostro una pequeña sonrisa.
“Sólo espero que logres aplicar todo lo que
has aprendido aquí”/ dice el Padre Superior.
“Definitivamente. Este lugar ha iluminado mi
vida”.
El Padre Superior le da un abrazo.
“Te echaré de menos”.
“Es usted muy amable. Y lo recordaré así, no
como a un estorbo”.
El Padre Superior lo mira confundido.
“Pero,
¿qué dices muchacho?”
“Padre, su labor aquí ha terminado”/
responde Donés. Su mirada llena de un brillo intenso.
El Padre Superior da un paso atrás, pero no le
es posible evitar que Donés lo tome por el cuello. Un sonido ahogado, lleno de
desesperación son las últimas señales de vida del Padre Superior. Su cuerpo cae
inerte.
“Nada ni nadie estropeará nuestros planes”/
dice Donés.
En el patio inferior, Milun acaricia el
rostro de Alysse.
“Esperemos que la llegada de ese tipo no
cause problemas a la Reina”/ dice Alysse.
“Más vale que no intente nada estúpido, por
su propio bien”/ responde Milun.
Ambos juntan sus labios apasionadamente.
En una de las Torres se encuentran el Monseñor
y Casey.
“¿Entonces el asesino de mi hermano está
libre?”
“A veces hasta yo mismo me pregunto hasta
dónde llegaremos”/ responde el Monseñor.
“Necesito encontrármelo. Debe pagar por su
crimen”.
“Espero no te sorprenda saber que el asesino
de tu hermano comparte la mesa con el Rey”.
Casey luce sorprendido. El Monseñor observa a
Milun y a Alysse en el patio inferior. Casey persigue su mirada y reconoce a
Milun.
“No me diga que ese enano es…”
El Monseñor asiente.
CARA A CARA
La cara es la fiel
expresión de las emociones. Es el lienzo donde se impregnan los rasgos de
alegría o tristeza, las manifestaciones de afecto sobre todo. Se frunce el ceño
en señal de disgusto, se arquean las cejas por asombro, se queda boquiabierta
por sorpresa, se entrecierran los ojos para pensar mejor, en fin, se ilumina el
rostro al alegrarse. [Se dibuja una pequeña sonrisa, dice el autor] El rostro es la expresión de lo que se siente. De allí, 'no
tener sangre en la cara', 'descarado'; 'cara de pocos amigos'; 'llegar a un careo',
etc.
Casey presenta su cara con dos preocupaciones: una, la
muerte de su hermano y el encarcelamiento de su esposa y la otra, la sospecha
de que éstas provienen del Rey a quien le pide explicaciones. Lo presiona: “En
verdad te desconozco. Lo tienes todo y yo nada”.
“Cara a cara” también significa ponerse en presencia de otro y abiertamente para “verse
las caras”, es decir, verse para reñir. Los pesos pesados, uno diestro en el
campo mundanal y el otro en el espiritual. Siempre existirán choques… (amenazas,
delaciones e intrigas). El poder de la
fama, para convertir en peones a los demás miembros de una comunidad, muy por
encima de la autoridad. Se evidencia por el hecho de Donés que estrangula al
Superior diciéndole: su labor aquí ha terminado. Nada ni nadie estropeará
nuestros planes. Luego el Monseñor indica a Casey que el asesino de su hermano
comparte la mesa del Rey, con referencia a Milun, a fin de que continúe la
ojeriza.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)