"Los
cambios sociales no son producto solo del entusiasmo sino, sobre todo, de
convicciones arraigadas"
"Cuando se corre detrás
del dinero y el aumento del patrimonio personal, se cede a la corrupción"
Frei Betto, 19 de julio de
2017
Hay
quien se mueve, se activa y se moviliza en función de causas políticas. En los
últimos tiempos, los estudiantes ocuparon escuelas y, ahora, los manifestantes gritan
en las calles ¡FUERA TEMER!
El entusiasmo es bueno en la
actividad política, pero no forma militantes. Pasado el apasionamiento, las
aguas vuelven a coger su nivel. Lo que forma militantes revolucionarios
para toda la vida es la articulación entre práctica y teoría.
La práctica se da en
movimientos sociales, sindicatos, partidos o instancias pastorales como las
comunidades eclesiales de base. La formación teórica exige herramientas
adecuadas para comprender la realidad y saber cómo transformarla.
Durante los años de
la dictadura se trabajó fuerte en esas dos caras de la moneda: la
práctica y la teoría. Se multiplicaron en el país los movimientos sociales y
proliferaron por todo Brasil equipos de educación popular que se encargaban de
la parte teórica. El movimiento sindical y el PT llegaron a dirigir, en Cajamar
(SP), una escuela-albergue a la que afluían militantes de todos los estados.
Hoy, el MST mantiene en Guararema (SP) la Escuela Florestan Fernandes para
perfeccionar la formación de sus militantes.
Me pregunto qué ha sido de
los jóvenes que ocuparon las escuelas a inicios de año. ¿Terminado el
movimiento se acabó el entusiasmo? ¿Quién les ofreció herramientas teóricas
para que comprendieran que la lucha de un sector de la sociedad es la lucha de un
pueblo, y que el antagonismo entre la libertad y la opresión es la búsqueda de
una sociedad en la que el capital deje de prevalecer sobre los derechos
humanos?
Las herramientas teóricas
están disponibles y son de fácil acceso: las obras clásicas del marxismo, los
libros de Paulo Freire, la historia de las revoluciones sociales, la historia
de América Latina y Brasil.
Los cambios sociales no son
producto solo del entusiasmo, sino, sobre todo, de convicciones arraigadas, capaces de tornar inmunes a los y las militantes a las
tres tentaciones principales que aparecen en la lucha política: el poder, el
dinero y el sexo.
Cuando la lucha se centra en
alcanzar el poder y/o mantenerse en él, se troca un proyecto de nación por una
feria de cargos y salarios. Cuando se corre detrás del dinero y el
aumento del patrimonio personal, se cede a la corrupción. Cuando se cae en
la promiscuidad, hiriendo los sentimientos de compañeras y compañeros, se mina
la base ética de la construcción de hombres y mujeres nuevos.
En la historia de Brasil hay
suficientes ejemplos de militantes que se destacaron por sus firmes
convicciones ideológicas y prácticas revolucionarias: Tiradentes,
Prestes, Olga Benario, Mauricio Grabois, Mariguella, Apolonio de Carvalho, Fray
Tito, Chico Mendes, Margarida Alves, la hermana Dorothy Stang, el padre Josimo,
etc.
Basta estudiar sus historias
para saber cómo se formaron y fueron capaces de enfrentar todo tipo de
adversidades para mantenerse fieles a la causa de la liberación de nuestro
pueblo.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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