11
DEJA ya esa salmodia, ese
canturreo, ese pasar y repasar rosarios. ¿A quién adoras. dí, en ese oscuro
rincón solitario del templo cerrado?
¡Abre tus ojos, y ve que tu Dios no está ante ti!
Dios está donde el labrador cava la tierra
dura, donde el picapedrero pica la piedra; está, con ellos, en el solo y en la
lluvia, lleno de polvo el vestido. ¡Quítate ese manto sagrado y baja con tu
Dios al terruño polvoriento!
¿Libertad? ¿Dónde quieres encontrar
libertad? ¿No se ha atado el mismo, lleno de alegría, a la Creación? ¡Sí, él
está atado a nosotros todos para siempre!
¡Sal ya de tu éxtasis, déjate ya de flores y
de incienso! ¿Qué importa que tus ropas se manchen o se andrajen? ¡Ve a su encuentro,
ponte a su lado, y trabaja, y que sude tu frente!
12
¡CUÁNTO tiempo dura mi
viaje, y qué largo es mi camino!
Salí en la carroza del primer albor y caminé
a través de los desiertos de los mundos, dejando mi rastro por las estrellas
infinitas.
La ruta más larga es la que sale más pronto
a ti, y la más complicada enseñanza no lleva sino a la perfecta sencillez de
una melodía.
El viajero tiene que llamar, una tras otra,
a todas las puertas extrañas para llegar a la suya; ha de vagar por todos los
mundos de fuerza, si quiere llegar al fin a su santuario interior.
Mis ojos erraron por todos los confines
antes de que yo los cerrara diciendo: “Aquí estás”. Y el grito y la pregunta:
“¡Ay! ¿Dónde?”, se derriten en las lágrimas de mil raudales y ahogan el mundo
con el desbordamiento de su “!Yo soy!”
DE MI ÁLBUM
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