Estamos en una situación
generalizada de crisis sobrepuestas unas a otras y en un ambiente de caos.
Los conceptos de crisis y de
caos pueden ayudarnos a entender nuestra realidad contradictoria. Para ilustrar
la crisis se usa la palabra china, que está compuesta por dos caracteres: uno
expresa riesgo y el otro oportunidad. Efectivamente la crisis contiene el
riesgo de desmontar un orden hasta degenerar en la barbarie, pero también puede
representar la oportunidad de refundar un nuevo orden. Yo personalmente
prefiero el origen filológico de crisis en el sanscrito: se deriva de la
palabra kir o kri, que en sanscrito significa limpiar y purificar. De ahí viene
la expresión acrisolar: limpiar todo lo que es accidental hasta que aparece lo
esencial. Y crisol, recipiente que purifica el oro de las gangas. Las palabras
en el chino y en el sanscrito son diferentes, pero el significado es el mismo.
Algo parecido ocurre con el
caos según la cosmología contemporánea. Por un lado, es destructivo de un orden
dado y por otro es constructor de un nuevo orden diferente. Del caos, nos dice
Ilya Prigogine, Nobel de química (1977), nos vino la vida.
Aplicando estos sentidos a
nuestra situación, podemos decir que la crisis generalizada y el caos dominante
pueden, si no sabemos manejar su energía destructiva, degenerar en barbarie, y
si aprovechamos la positiva, alumbrar una nueva configuración social de Brasil.
En el momento actual tenemos
la oportunidad de cerrar el ciclo de un tipo de política que nos viene desde la
colonia, basado en la conciliación entre sí de las clases acomodadas y siempre
de espaldas al pueblo, hoy actualizada por un presidencialismo de coalición.
Parece que este modelo de hacer política y de organizar el Estado, controlado
por estas clases, que implica grandes negocios turbios y mucha corrupción, ya
no puede seguir adelante. Es demasiado destructivo. Lava-Jato ha tenido el
mérito de desenmascarar este mecanismo perverso y anti-social. Ojalá surja la
posibilidad de una construcción social nueva.
Sin embargo, estas clases
dieron el golpe parlamentario interesadas en prolongar este orden que garantizaría
sus privilegios, con el propósito de desmantelar los avances sociales de las
clases populares emergentes y de alinearse con la lógica del Gran Capital a
escala mundial, hegemonizado por Estados Unidos.
Como observó Márcio
Pochmann, uno de los mejores analistas de las desigualdades sociales y de la
riqueza y pobreza del país, “la élite brasilera escogió el lado equivocado” (El
golpe y la traición de las élites: https://goo.gl/QUpRZn
En vez de asociarse a lo
nuevo, a un nuevo arreglo político, económico y social, a la mayor iniciativa
de desarrollo multilateral desde el final de la Segunda Guerra Mundial,
iniciada en Eurasia, que propone una globalización inclusiva en la que nosotros
a través del BRICS estábamos incluidos, escogió la alineación tardía con las
fuerzas que detentan la hegemonía mundial bajo la regencia de Estados Unidos.
El presupuesto de esta nueva iniciativa de Eurasia está estimado en 26 billones
de dólares hasta el año 2030, e incluye a otras 65 naciones, que corresponden a
casi 2/3 de la población mundial. Se crean oportunidades de desarrollo,
comenzando por los países más necesitados. Aquí podríamos estar y no estamos
por causa de nuestra ineptitud y nuestra subordinación.
Ese proyecto apunta hacia un
nuevo orden mundial, una especie de keynesianismo global, innovador, con una
posible mayor igualdad y justicia social, respetando la soberanía de las
naciones.
El grupo en torno a Temer
optó por el viejo sistema militarista e imperial cuya seguridad reside en bases
militares distribuidas por todo el mundo. Están entre nosotros en Argentina, en
Paraguay, en Chile, en Perú, en Colombia y también en Brasil a través de la
cesión de la base de Alcántara en el estado de Maranhão.
La venta de tierras a
extranjeros, especialmente allí donde existe gran abundancia de agua –por aquí
pasa el futuro de la humanidad junto con la biodiversidad– hiere profundamente
nuestra soberanía y ofende al pueblo brasilero, celoso de su territorio.
Una vez más estamos
perdiendo la oportunidad del lado positivo de la crisis y el caos actuales.
Desperdiciamos esta posibilidad única, por falta de un proyecto de nación libre
y soberana. Usando una expresión de Jessé Souza, se debe a la “estupidez de la
inteligencia brasilera” que está aconsejando a Temer.
El efecto se nota por todas
partes: los 14 millones de desempleados, los 61 millones de morosos, la
desindustrialización, los 33 navíos en construcción abandonados a la oxidación
y la neocolonización impuesta que nos hace solo exportadores de materias primas.
Asistimos, anestesiados, a
este crimen contra el futuro del pueblo brasileño. Temer, sometido a varios
procesos, cuida de sí mismo en vez de cuidar del pueblo brasilero. Una ola de
indignación, de tristeza y de desamparo se está abatiendo sobre casi todos
nosotros. De la recesión económica estamos pasando a la depresión psicológica.
Si no reaccionamos y no nos armamos de coraje y esperanza, la barbarie podrá
estar solo a un paso. Nos negamos a aceptar este ignominioso destino.
Leonardo BOFF/ 8 de julio-17
DE MI ÁLBUM
(Baltikum)
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