sábado, 26 de agosto de 2017

"EL REINO AHORA: CAOS" Cap. 4 / Tony PEREDA



CARA A CARA

   En el comedor del Palacio, el Rey Aidan se levanta de su asiento.
   “¡Casey, pero qué sorpresa! / expresa el Rey.
 Casey hace una venia.
   “Querido primo. Debido a mis labores no dispongo de tiempo en anticipar mi visita”.
   “Lo comprendo. Lamento no recibirte como lo mereces”.
 Casey  observa a los manjares en la mesa.
   “Creo una porción de fiambre es más que suficiente”.
   “Os invito a tomar asiento”/ dice el Rey, señalando hacia el asiento vacío a su lado.
   “No sin antes saludar a Su Majestad”.
 Casey se inclina hacia la Reina. La Reina la sonríe.
   “Sea usted bienvenido Don Casey”.
   “Su Majestad, perdone  mi súbita llegada. Qué honor compartir la mesa con una mujer tan divina como usted”.
   “Espero sea placentera”.
 Uno de los mayordomos prepara el asiento de Casey. Casey observa a cada uno de los comensales detenidamente, quienes a su vez no retiran su mirada hacia él.
   “Debes haber tenido una ardua jornada”/ dice el Rey.
   “Ya estoy acostumbrado a viajar por semanas”.
 Casey toma asiento. A  su lado, Miccael, baja la mirada.
 Milun y Alysse se miran el uno al otro, aún intrigados por la llegada de Casey.

   En la Iglesia La Madre de Todos, el Monseñor Blanco acaricia una de las columnas de la nave.
   “Es impresionante la labor de restauración”/comenta el Monseñor.
 Arturo lo mira directamente a los ojos.
   “¿A qué se debe este honor, Su Excelencia?”
   “Espero no incomodar a esta hora”.
   “Aquí todos son bienvenidos”.
 El Monseñor ingresa y observa a su alrededor.
   “Hace mucho que no venía. Este lugar es una reliquia. Tantas historias capturadas dentro de estas paredes”/ observa el Monseñor.
   “Tengo entendido que no está bajo su jurisdicción”/ responde Arturo.
   “Es correcto. No deja de sorprenderme vuestra inteligencia”.
 Arturo respira hondo.
   “Basta de teatros. Sé muy bien quién es usted”.
 El Monseñor sacude el polvo de sus manos.
   “Cree usted conocerme. Nuestros encuentros han sido muy limitados”.
   “¿Qué clase de persona atenta contra su Rey y en contra de la libertad?”/ pregunta Arturo enfurecido.
 El Monseñor se acerca hacia las estatuillas de arcilla confeccionadas por Roger. Toma una de ellas.
   “Debe considerarme injusto e inhumano / responde el Monseñor, ¿Pero quién eres tú para juzgarme?”

   En el comedor del Palacio los comensales han perdido el apetito. El Rey Aidan hace un esfuerzo y abre la boca para recibir su alimento. Con su mano, indica al sirviente retirarse.
   “Debes tener muchas interrogantes. Pero antes quiero expresar mi pesar por la muerte de tu hermano”.
 Casey permanece quieto. Miccael lo mira de reojo.
   “Si tan solo existiera la manera de retroceder en el tiempo…” / agrega el Rey.
   “A estas alturas, la partida de mi hermano es inevitable. Pero mis sentimientos por Gian jamás cambiarán”.
   “Gian y tú siempre estuvieron a mi lado. Las circunstancias te alejaron de aquí, pero ésta siempre será tu casa”.
 Casey asiente.
   “Me alegra que estés rodeado por una magnífica esposa y excelentes camaradas”.
 Columbio y Milun intercambian una mirada.
   “Creo que no necesitarás de mí”/ agrega Casey.
   “Si buscas una excusa para nuevamente alejarte no lo lograrás”/ responde el Rey.
 Casey sonríe. Casey voltea y su mirada se choca con la de Miccael.
   “No hemos sido presentados aún, muchacho”.
 Miccael se paraliza.

   En la Iglesia, Arturo se acerca al Monseñor.
   “No creo haga falta mencionar vuestros crímenes. ¿O acaso tiene el descaro de negarlos?”
   “Tiras la piedra y escondes la mano. Hace ya un tiempo te apropiaste de algo que me pertenece”.
 Arturo respira hondo.
   “Lo admito. No me arrepiento de haberle causado tanto malestar”.
 El Monseñor levanta las cejas.
   “Pero…pierdes tu tiempo. Estoy seguro de tu incapacidad de descifrar el contenido del libro”.
   “Creo haber hecho lo necesario hasta ahora”.
 El Monseñor sonríe.
   “Te jactas de ello…qué gran error”.
   “Debo advertirle que si no deja en paz a mis amigos informaré al Rey de las atrocidades que ha hecho”.
 El Monseñor se da vuelta.
   “Sólo espero estés listo…”/ responde el Monseñor…”Cuando llegue el momento de la verdad”.
 Arturo lo mira confundido.
   “¿Tratas de inquietarme con amenazas?  Al contrario. Deseo que abras los ojos”.
   “Todo está claro para mí”/ grita Arturo.
 El Monseñor se retira.

   En el comedor, Casey reconoce a Riot.
   “General Riot, un gusto volver a verlo”.
 Riot lo mira con desdén.
   “Ojalá pudiera decir lo mismo”.
 Casey luce afectado.
   “¿Qué sucede?”
 El Rey Aidan extiende su brazo hasta alcanzar a Casey.
   “Han ocurrido situaciones desagradables desde tu partida. El hijo de Riot se encuentra desaparecido”.
   “Pero debe existir un rastro. Un niño no puede perderse de esa manera”/ responde Casey.
   “Quizás eso debas preguntarle al fantasma de tu hermano”/ grita Riot.
   “¿Insinúas que Gian haría algo tan indignante?” Casey se levanta y dirige su mirada hacia el Rey, “¿Cómo permites que este hombre se exprese de esta manera?”
 Columbio decide intervenir.
   “Don Casey, no ha sido comprobado aún que el Duque esté relacionado con el secuestro”.
 Casey mira a Columbio fijamente.
   “Qué mala memoria la mía. No creo recordarte”.
   “Soy Columbio, el nuevo canciller”.
 Casey traga saliva de golpe.
   “Creo haber oído de ti. ¿Fuiste expulsado de la Corte si no me equivoco?”
   “Vuestro hermano usó su poder incorrectamente. Atentó contra la vida y la libertad de muchos.
 Casey golpea su puño en la mesa.
   “Entonces debió ser juzgado por sus crímenes”.
 Columbio baja la mirada.
   “Las circunstancias no le permitieron”.
   “Se le debió brindar ayuda”.
   “Hasta ahora sus acciones no dejan de sorprenderme”/ dice el Rey con determinación.
   “Conocí muy bien a mi hermano. Debe existir algo o alguien que influenció en su pensar”.
 Roger aprieta la servilleta y cierra los ojos. En una de sus memorias, Roger se encuentra reunido en una habitación del Palacio con el Monseñor, el Capitán Jasper y el Duque.
   “¡Entonces será necesario un nuevo Rey!”/ exclama el Duque.
   “Alguien que lleve la misma sangre en sus venas, sería el indicado”/ dice el Monseñor con determinación.
 Roger mira sorprendido al Monseñor.
 De regreso al presente, las manos de Roger comienzan a temblar.
 Todos dirigen su atención hacia él. Columbio trata de calmarlo.
   “Roger es una de las víctimas. Permaneció encerrado a merced del Duque por largo tiempo”.
 Casey clava su mirada en Roger.
   “¿Qué habéis hecho para causar su ira?”/ pregunta Casey
 Roger permanece callado.
   “¡Vamos, habla!”
   “¡Tus palabras lo alteran!”/ exclama Columbio.
   “¿Cómo es posible que crean en las acusaciones de un bufón?”
 Flere se acerca a Roger.
   “Permíteme acompañarte a tu habitación”.
 Roger niega con la cabeza.
 Laura mira horrorizada a Roger.
   “¡Es un demente!”/ exclama ella.
 Janice la mira enfurecida.
   “¡Basta! Es un ser que sufre”.
 Flere y Pedro acompañan a Roger a su habitación.
 Casey se acerca al Rey.
   “Este tipo es una amenaza para todos, debe ser echado del Palacio”.
 Milun, ya harto de escuchar a Casey, se levanta de golpe.
   “Estoy a cargo de la seguridad. Os garantizo que no hay nada que temer”/ dice Milun apretando los labios.
 Casey lo mira de pies a cabeza. Sus miradas se encuentran.
   “Si Usted lo dice…Don…”
   “…Milun”.
   “Ya habrá tiempo para presentaciones”/ observa el Rey. “Os pido continuar con vuestro agasajo”.
 Casey toma asiento sin retirar su mirada hacia Milun.
   “Cierto. Todo a su tiempo”.

   Momentos después, en la habitación de Roger, Flere, Pedro permanecen sentados alrededor de Roger. Pedro hace sonar su sonaja, pero Roger mantiene la mirada ida.
   “El tal Casey no sabe lo que dice”/ exclama Pedro.
   “Qué importa lo que piense ese tipo”/ observa Flere. “A todos nos causa alegría tener a Roger entre nosotros”.
 Alysse, Janice, Milun, Columbio y Papier ingresan. Janice corre y abraza a Roger.
   “Todo saldrá bien”/ dice ella.
   “No permitiremos que algo así vuelva a suceder”/ observa Columbio.
   “¡Ese tipo es igual o peor que el Duque!”/ exclama Milun.
 Alysse toma la mano de Milun
   “Debes permanecer calmado”/ dice ella.
   “Aun no comprendo cómo el Rey es tan noble a pesar de llevar la misma sangre que sus primos”/ observa Papier.
   “No creo represente una amenaza. Quizás el encierro de Britta y la muerte de su hermano son la causa de su enojo”/ opina Columbio.
   “Es ella quien le ha metido ideas en la cabeza”/ comenta Janice.
   “Espero que después de nuestro encuentro no le quede duda alguna  que si intenta algo se las verá conmigo”/ dice Milun con determinación.
   “…Con nosotros”/ responde Flere.
 Milun asiente.

   En los apartamentos del Rey, el Rey Aidan permanece sentado detrás de su escritorio. Frente a él, Casey camina en círculos.
   “Debes entender lo que significa para mí el asesinato de mi hermano, vuestra familia”/ dice Casey con tono firme.
   “¿Crees que todo esto no representa nada para mí?  Todo este tiempo sólo he vivido angustia y un vacío de interrogantes”.
   “No sólo he perdido a mi hermano. Mi mujer se encuentra injustamente encarcelada”.
 El Rey respira hondo.
   “Britta atentó en contra de la Reina. Su castigo pudo ser más severo”.
 Casey coloca sus manos sobre el escritorio.
   “Somos tu familia. No puedes creer ciegamente  en las acusaciones de los demás”.
 El Rey se levanta.
   “Si te refieres a la Reina, confío más en ella que en mi sombra”.
 Casey baja la mirada.
   “Sabes cómo actúan las mujeres. Sólo ha sido un pequeño pleito entre ellas”.
   “Si estás aquí para interceder por su libertad pierdes el tiempo”/ dice el Rey con determinación.
 Casey deja caer una lágrima.
   “En verdad te desconozco. Lo tienes todo… y yo nada”.
 El Rey toma asiento.
   “¡Basta! Toma otra esposa. Con todo el dinero que ahora posees podrás gozar de por vida”.
   “¿Y dónde queda el honor de nuestra familia?”
   “Será nuestra labor corregir los errores de Gian”.
 Casey niega con la cabeza.
    “Jamás pensé llegar a tomar el cargo de Duque de esta manera”.
El Rey mira hacia ambos lados, nervioso.
   ”No tan rápido. Han habido pequeños cambios”.
Casey mira al Rey lleno de sorpresa.
   “Ya hablaremos. No es recomendable asimilar tanto de un solo golpe”/ agrega el Rey.
 Casey luce confundido.
   “No puedes dejarme así”.
   “Ve y descansa. Muchos esperan por mí”.
   “No sin antes, me confieses… la identidad del asesino de mi hermano”.
 El Rey lo mira sorprendido.

   En las recámaras de la Reina, Janice y Alysse permanecen sentadas mientras la Reina Beatriz se apoya en el armario.
   “Estoy segura que Britta lo ha envenenado en contra mía”/ dice la Reina elevando la mirada.
   “No hay de qué preocuparse. Nadie podrá convencer al Rey de sus mentiras”/ dice Alysse.
 Janice se levanta.
   “Cómo quisiera encontrármela y darle lo que se merece”.
 Alysse y la Reina se ríen. Rebeca ingresa con una bandeja.
   “Lamento interrumpir. Puedo regresar en otro momento”.
 La Reina le indica con la mano que se acerque.
   “De ninguna manera, como mi Dama de Honor, debes estar enterada de todo”.
   “Su Majestad, yo…/ responde Rebeca.
   “Has de haber oído sobre la llegada del primo del Rey”.
   “Sí, Su Majestad. En la cocina escuché al respecto.
   “La esposa de ese hombre, la Señora Britta, me detesta. Aunque permanezca encerrada sé que habla mal de mí”.
   “Si supieras todo lo que esa mujer hizo…”/ observa Janice.
   “Lo lamento, Su Majestad”.
 Alysse se levanta.
   “Britta tuvo el descaro de atentar en contra de la Reina. Desconocemos las intenciones del esposo. Os recomiendo mantener alerta a todo momento”/ dice Alysse.
   “Claro que sí. Jamás permitiría que nadie haga daño a Su Majestad”/ responde Rebeca.
 Alysse asiente.

   En los apartamentos del Rey, la mirada de Casey continúa acosando al Rey Aidan.
   “No puedes ocultarme la identidad del asesino de mi hermano”.
 En eso el Monseñor Blanco ingresa.
   “Don Casey, vaya sorpresa”.
 Casey observa al Monseñor y trata de disimular su semblante.
   “Su Excelencia, tanto tiempo sin verlo”.
   “Permíteme darte un abrazo, hijo”.
 El Monseñor aprieta la espalda de Casey.
   “Bienvenido seas”/ dice el Monseñor.
 El Rey se levanta.
   “Debo asistir a una reunión. Podéis continuar aquí”.
 Casey asiente.
   “Su Majestad”
 El Rey sale de la habitación. El Monseñor sonríe.
   “Nuestro Rey, ahora convertido en todo un hombre”/ observa el Monseñor.
 Casey frunce el ceño.
   “Debo expresar mi más sentido pésame por la irreparable pérdida de vuestro hermano”.
   “A nadie parece importarle ya”.
 El Monseñor asiente.
   “Créeme que no es fácil aceptar su partida”.
   “Mi hermano, ¿era muy cercano a Usted, verdad?”
   “Compartíamos bastante. Lamentablemente el Duque tomó un camino muy peligroso”.
 Casey aprieta el puño.
   “¿Es que nadie estuvo de acuerdo con él?”
   “Hijo, no se puede andar a la deriva. Hay que aprovechar la luz que alumbra el camino”.
   “Usted debió hacer algo por él”/ gritó Casey.
   “Como verás, las cosas no son las mismas desde que te marchaste”.
 Casey asiente.
   “La Reina. Es ella quien ha convertido a mi primo en un títere”.
   “Debes tener mucho cuidado. De lo contrario podrías correr la misma suerte que tu hermano”.
 Casey baja la mirada.

   En el Monasterio de San Mirador, Donés empaca sus pertenencias. El Padre Superior ingresa.
   “Pensé que ocurría algo malo cuando recibí tu mensaje”.
 El Padre Superior mira alrededor.
   “¿Piensas ir a algún lado?”
 Donés cierra su maleta.
   “Se me necesita en el Palacio”.
 El Padre Superior luce sorprendido.
   “No había sido informado. ¿Y cuándo partirás?”
   “En cuanto antes”.
 Donés dibuja en su rostro una pequeña sonrisa.
   “Sólo espero que logres aplicar todo lo que has aprendido aquí”/ dice el Padre Superior.
   “Definitivamente. Este lugar ha iluminado mi vida”.
 El Padre Superior le da un abrazo.
   “Te echaré de menos”.
   “Es usted muy amable. Y lo recordaré así, no como a un estorbo”.
 El Padre Superior lo mira confundido.
   “Pero, ¿qué dices muchacho?”
   “Padre, su labor aquí ha terminado”/ responde Donés. Su mirada llena de un brillo intenso.
 El Padre Superior da un paso atrás, pero no le es posible evitar que Donés lo tome por el cuello. Un sonido ahogado, lleno de desesperación son las últimas señales de vida del Padre Superior. Su cuerpo cae inerte.
   “Nada ni nadie estropeará nuestros planes”/ dice Donés.

   En el patio inferior, Milun acaricia el rostro de Alysse.
   “Esperemos que la llegada de ese tipo no cause problemas a la Reina”/ dice Alysse.
   “Más vale que no intente nada estúpido, por su propio bien”/ responde Milun.
 Ambos juntan sus labios apasionadamente.
 En una de las Torres se encuentran el Monseñor y Casey.
   “¿Entonces el asesino de mi hermano está libre?”
   “A veces hasta yo mismo me pregunto hasta dónde llegaremos”/ responde el Monseñor.
   “Necesito encontrármelo. Debe pagar por su crimen”.
   “Espero no te sorprenda saber que el asesino de tu hermano comparte la mesa con el Rey”.
 Casey luce sorprendido. El Monseñor observa a Milun y a Alysse en el patio inferior. Casey persigue su mirada y reconoce a Milun.
   “No me diga que ese enano es…”
 El Monseñor asiente.

CARA A CARA

 La cara es la fiel expresión de las emociones. Es el lienzo donde se impregnan los rasgos de alegría o tristeza, las manifestaciones de afecto sobre todo. Se frunce el ceño en señal de disgusto, se arquean las cejas por asombro, se queda boquiabierta por sorpresa, se entrecierran los ojos para pensar mejor, en fin, se ilumina el rostro al alegrarse. [Se dibuja una pequeña sonrisa, dice el autor] El rostro es la expresión de lo que se siente. De allí, 'no tener sangre en la cara', 'descarado'; 'cara de pocos amigos'; 'llegar a un careo', etc.

Casey presenta su cara con dos preocupaciones: una, la muerte de su hermano y el encarcelamiento de su esposa y la otra, la sospecha de que éstas provienen del Rey a quien le pide explicaciones. Lo presiona: “En verdad te desconozco. Lo tienes todo y yo nada”.


“Cara a cara” también significa ponerse en  presencia de otro y abiertamente para “verse las caras”, es decir, verse para reñir. Los pesos pesados, uno diestro en el campo mundanal y el otro en el espiritual. Siempre existirán choques… (amenazas, delaciones  e intrigas). El poder de la fama, para convertir en peones a los demás miembros de una comunidad, muy por encima de la autoridad. Se evidencia por el hecho de Donés que estrangula al Superior diciéndole: su labor aquí ha terminado. Nada ni nadie estropeará nuestros planes. Luego el Monseñor indica a Casey que el asesino de su hermano comparte la mesa del Rey, con referencia a Milun, a fin de que continúe la ojeriza.

DE MI ÁLBUM
(Jordanien)






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