sábado, 19 de agosto de 2017

"EL REINO AHORA: CAOS" Cap. 3 / Tony PEREDA



LA MESA ESTÁ COMPLETA

   El Rey Aidan se levanta, aturdido por la sorpresa.
   “¿Ro… Roger?
 Roger permanece quieto. Su mirada pasmada ante el Rey. Milun inclina la cabeza y so coloca al lado de Columbio y Broderick.
 El Rey extiende sus brazos y camina hacia Roger. Broderick trata de detenerlo sin éxito alguno. El Rey ofrece un caluroso abrazo, el cual es bien recibido por parte de Roger.
   “Cuánto tiempo sin verte. ¿Dónde te has metido?”
 Roger agacha la cabeza.
   “Vamos hombre, ¿qué sucede?”
   “Su Majestad, el estado de Roger es inestable”/ observa Columbio.
   “¿Qué le ha ocurrido?”/ pregunta el Rey.
   “Ha perdido el habla”/responde Broderick.
   “Debido al largo encierro que sufrió en manos del Duque” / comenta el Duque.
 El Rey observa a Roger, algo incrédulo.
   “Pero no puede ser posible. ¿Ese miserable se atrevió a lastimarte?”
 Lágrimas corren sobre la máscara de Roger.
   “Su Majestad, entiendo que todo esto significa un interrogante para Usted, pero incluso para nosotros el pasado de Roger es algo incierto”/ responde Milun.
 El Rey suspira de golpe y coloca su mano sobre el hombro de Roger.
   “Cuánto lo siento, viejo amigo. Tanto daño tras mis espaldas”.
   “Su Majestad, todo este tiempo Roger anhelaba verlo”/comenta Columbio.
   “Es abundante la alegría que inunda en mi corazón al tenerte de vuelta”.
 Roger seca sus lágrimas con un pañuelo.
   “Esta es tu casa. La amenaza del Duque ha finalizado”/dice el Rey con determinación.
   “No estamos seguros de eso, Su Majestad”/responde Columbio.
   “¿A qué te refieres?”
   “Todo indica que el Duque tenía un cómplice”.
 El Rey permanece helado con la noticia.

   En la Iglesia La Madre de Todos, Arturo observa sobre su mesa las figuras que confeccionó Roger.
   “Extraño tu presencia. El Palacio es tu lugar. Finalmente ha llegado tu día esperado”/dice para sí.

   En las recámaras de la Reina, Alysse, Janice y Flere ponen al tanto a la Reina Beatriz del regreso de Roger.
   “¿Pero cómo es posible tanta maldad en esta vida?”/suspira la Reina.
   “Su Majestad, por favor no se altere. Roger se encuentra mejor ahora”/ observa Alysse.
   “Y con la ayuda de todos nosotros logrará recuperar el habla pronto”/ opina Janice.
 La Reina niega con la cabeza.
   “El Rey debe estar destrozado con la noticia”.
 Flere se acerca a la Reina.
   “El Rey ha enfrentado mucho desde lo ocurrido con el Duque. No hay de qué preocuparse”.
 En eso Rebeca ingresa con una bandeja de alimentos.
   “Su Majestad, damas, caballero”/ saluda ella.
 La Reina cambia de semblante.
   “Queridos, deben conocer a mi nueva dama, Rebeca”.
  “Mucho gusto”/ sonríe Janice.
   “Sea usted bienvenida”/ Flere se inclina.
   Nos conocimos hace un momento. Me alegra volver a verla, Señorita Rebeca”/ comenta Alysse.
 Rebeca les regala una corta sonrisa y luego junta las manos.
   “Ignoraba que la Reina se le permitía las visitas a esta hora”.
 Janice y Alysse se miran sorprendidas. La Reina suspira.
   “Mis primos Janice y Flere están permitidos en todo momento en mi habitación. Así como Alysse quien es como de la familia”.  
   “En ese caso permítanme ofrecerles unas bebidas”.
   “Magnífica idea”/ responde la Reina.
 Rebeca hace una venia y sale de la habitación.
   “¡Vaya muchacha!”/ opina Janice.
   “¿Y eso?”/ pregunta la Reina.
   “Es algo extraña”.
   “Solo hace su trabajo”/ comenta Alysse.
   “Qué hay de vuestra opinión. ¿Cómo te sientes con tu nueva dama?”/ pregunta Flere.
   “Me agrada… no se compara a Alysse, pero hay que darle tiempo al tiempo”/ dice la Reina con determinación.
 Alysse sonríe.
   “Su Majestad, estoy segura que cualquiera puede hacer mi trabajo”.
 Desde la puerta, Rebeca escucha los comentarios hacia ella. Su mirada se pierde al vacío mientras sus labios tiemblan.

   En sus apartamentos, El Rey Aidan se reincorpora.
   “Si existe otro culpable a todo esto debe ser encerrado de inmediato”.
 Columbio traga saliva de golpe.
   “Su Majestad, aun no puedo pronunciarme oficialmente”.
   “¿Te niegas a revelar su identidad?”/ pregunta el Rey.
   “No hay muchos indicios, Su Majestad. El carcelero de Roger logró huir”/ observa Broderick.
   “Entiendo. Pronto ese maldito deberá ser traído a mis pies. Ahora debemos anunciar a todos la buena noticia del regreso de Roger”.
 Columbio niega con la cabeza.
   “No sería favorable para Roger, en su estado”.
 El Rey mira a Roger.
   “Pero Roger merece su lugar en el Palacio”.
   “Quizás no sea el momento adecuado de exponerlo públicamente”/ opina Broderick.
   “¡Deberá ser él quien decida!”/ exclama el Rey.
 Roger mira a todos lados, confundido.
   “Creo que no está en él decidir aún”/ dice Columbio.
   “Haré que se le asigne una habitación y la requerida seguridad”/ observa Broderick.
   “Espero entienda que esta es su casa”.
 El Rey abraza a Roger. Ingresa la Señorita Pía con su acostumbrada formalidad.
   “Su Majestad, en qué puedo…”
 La Señorita Pía se congela al ver a Roger en el Palacio. Roger la observa como si para él no hubiese pasado el tiempo.
 La Señorita Pía busca una respuesta en los ojos de Milun, pero tanta es su sorpresa que no puede mencionar palabra alguna.
   “Debí advertirle antes. Permítame disculparme”/ dice Columbio.
   “Como verá nuestro amigo ha regresado. Lo ha hecho de manera inesperada, pero su presencia es digna de alegría”/ comenta el Rey.
   “Su Majestad, vuestra felicidad es la mía”/ dice la Señorita Pía.
   “Reciba mi saludo, Señor Roger”.
 Roger asiente.
   “Sírvase acompañarnos. Roger debe ser instalado”/ dice Broderick.
 Todos se inclinan hacia el Rey y abandonan la habitación. En el pasillo Roger camina con Broderick y Columbio a sus lados.
   “Salió mejor de lo esperado”/ observa Columbio.
   “Espero este tipo de ideas tuyas no se repitan”/ responde Broderick.
 Detrás de ellos, la Señorita Pía se acerca a Milun.
   “Por lo visto te saliste con tu gusto”.
 Milun esquiva su mirada.
   “De qué me sirve hablar si no crees en mis palabras”/ responde él.
   “No hace falta. Algún día aprenderás que no es bueno meter las narices donde no te llaman”.
   “Usted es también culpable. Si no hubiera caído encima de mí jamás hubiese encontrado el retrato de Roger”.
 La Señorita Pía se ruboriza.

   En el pasillo principal Rebeca camina algo apresurada sosteniendo una bandeja con tazas de té. En su mente escucha los comentarios de Alysse, Janice y de la Reina hacia su persona. En el otro extremo, Papier camina hacia su encuentro con la visión obstruida por la lectura de un libro. Sus cuerpos chocan sin aviso.
   “¿Pero qué diablos…?”/ exclama Papier manteniendo su equilibrio.
 Rebeca logra sostener la bandeja, pero las pequeñas tazas de plata y su contenido se esparcen por el luminoso piso. Papier toma a Rebeca del brazo.
   “Lo lamento, caminaba sin poner atención”/ dice él.
 Rebeca mira a los ojos de Papier.
   “La culpa es mía. Andaba distraída”.
 Papier la observa detenidamente, especialmente sus labios.
   “No creo haberte visto antes”/ dice Papier levantando las cejas.
   “Estoy al servicio de la Reina. El haber recién llegado no justifica mi torpeza”.
 Papier sonríe de oreja a oreja.
   “Pero si este Palacio está de cabeza. Con esa actitud tardarás en acostumbrarte”.
 Rebeca sonríe.
   “No creo hable en serio, Señor…”
   “Papier, Conde de Papier, Señorita…”
   “Rebeca es mi nombre”.
   “Generalmente esta no es la manera de presentarme, pero a ver, vamos por más té, que no hay nada más incómodo para la Reina que esperar”.
 Papier coloca las tazas en la bandeja.
   “¿Conoce usted a Su Majestad?”/ pregunta Rebeca.
   “Niña, no creo exista alguien más popular que yo aquí. Me sorprende que nadie te haya mencionado de mí”.
 Rebeca y Papier caminan a lo largo del pasillo.

   Al día siguiente, Flere y Elisa caminan por la pasarela y se detienen en una de las Torres. Elisa, quien en los últimos días sólo se ha dedicado a las labores domésticas de la Iglesia La Madre de Todos, respira profundo.
   “¡Es increíble tanta belleza!”/ exclama ella.
  “Permanecí encantado por mucho tiempo. Ahora es un Palacio como cualquier otro”/ responde Flere.
   “Tienes la bendición de vivir aquí. Rodeado de gente tan importante”.
   “Sólo me importa estar al lado de mi hermana y de la Reina”.
 Elisa da a Flere un cálido abrazo.
   “Muero por conocer a Su Majestad. He escuchado que su belleza no es de este mundo”.
   “Ya habrá tiempo para eso”.
 Flere acerca sus labios lentamente hacia Elisa, pero ella voltea de golpe.
   “Mi hermano y yo soñábamos con visitar el Palacio. Ahora él forma parte del ejército. Cuánto le alegraría estar aquí”.
 Flere sonríe.
   “Me agrada tu entusiasmo”.
   “Hasta lo que sea por pasar una noche aquí”.
 Flere agacha la cabeza.
   “Será mejor que nos marchemos. Arturo podría necesitar ayuda”.
   “No sin antes conocer el salón de baile. Toda esta felicidad te la debo a ti”/ observa Elisa.
 Flere sonríe y camina al lado de ella.

   En la Cámara del Consejo Real, la noticia del regreso de Roger deja perplejos a los miembros de la Corte, en especial al Monseñor.
   “Actos inhumanos como este no continuarán existiendo en mi reino”/ señala el Rey Aidan lleno de furia.
   “¿Pero dónde lo mantuvo oculto el Duque todo este tiempo?”/ pregunta el Almirante Guiness.
   “Todos los indicios nos llevan hacia la aldea de Chandler. Allí logramos hallarlo”/ responde Columbio.
   “¿Y tú solo arriesgaste la vida con tal de salvarlo?/ pregunta Riot.
   “Columbio acudió a mí por ayuda. Al principio no estaba seguro, pero luego entendí que era necesario”/ responde Broderick.
   “Entonces ambos arriesgaron sus vidas. Qué honorable de vuestra parte”.
   “Se actuó de manera necesaria. En esos tiempos el Duque hubiese sospechado”/ observa Columbio.
   “Qué oportuno. Tantos logros alcanzados mientras te encontrabas fuera”/ dice Riot con tono sarcástico.
   “No cabe duda que Columbio es muy generoso. Sus acciones son dignas de reconocimiento”/ opina el Monseñor.
 Columbio lo observa con mirada de hormiga.
   “¡Columbio, Broderick reciban mi infinito agradecimiento!”/ exclama el Rey.
 Columbio y Broderick hacen una venia. El Monseñor los observa lleno de furia.

   De noche, Janice, Flere, Pedro y Papier ayudan a Roger con un traje de gala.
   “Deberás mantener la cabeza en alto todo el tiempo”/ señala Pedro.
 Roger baja la mirada. Janice arregla el cuello de su jubón.
   “Sé que extrañas a Arturo. Ya verás que todo saldrá bien”/ dice ella.
   “Y deslumbrarás a todas las doncellas”/ comenta Flere.
   “A excepción de la nueva dama de la Reina. Yo la vi primero”/ observa Papier.
   “¿Te refieres a Rebeca?”/ pregunta Janice.
   “Pero qué fascinación de mujer. Uff!”
   “No estarás hablando en serio”.
   “Es lo mejor que he visto por aquí”/ responde Papier.
   “Siempre dices eso. De esa forma nadie te tomará en serio”/ observa Flere.
   “¿Y qué ocurrió con Elisa?, pensé la invitarías a la cena”/ pregunta Pedro.
   “No creo esté lista para tanta formalidad”.
   “¡Vamos hombre, para el amor no hay que estar listo! / exclama Papier.
 Roger los observa muy nervioso.
 Afuera de la habitación, Milun camina en círculos. Alysse se aproxima.
   “¿Cómo les va con el vestuario de Roger?”/ pregunta ella.
   “Llevan más de una hora. No sé qué tanto hablan”.
   “Es un día muy especial para Roger. Todo se debe a ti”. Milun toma a Alysse por la cintura y la mira lleno de ternura.
   “Desde un principio creíste en mí. No sabes cuánto lo aprecio”.
   “Siempre apostaré por las decisiones del héroe nacional”/ dice Alysse entrecerrando los ojos.
 Los labios de ambos se unen lentamente. Desde el pasillo la Señorita Pía los observa y se esconde detrás de una columna. La Señorita Pía eleva su mirada, llena de resignación.

   En el comedor se encuentran ubicadas grandes lámparas a los costados de la amplia mesa. Exóticos platos y coloridos postres obstruyen la visibilidad de los comensales.
 A la cabeza de la mesa, el Rey Aidan levanta su copa dorada.
   “Decidí compartir esta cena con todos los presentes…”
 A la derecha del Rey se encuentran ubicados el Almirante Guiness, Columbio, Roger, Milun, Pedro, Papier y Flere.
   “…La Reina y yo os consideramos parte de nuestra familia”/ agrega el Rey.
 En el otro extremo de la mesa, la Reina Beatriz mantiene su simpática postura. A su izquierda permanecen sentados Alysse, Janice, Laura, Riot, Broderick y Miccael. Un asiento se encuentra vacante; pertenece al Monseñor.
   “Hoy no sólo celebramos el regreso de Roger. También el final de una tiranía”.
 Roger mantiene la cabeza erguida. Laura observa a Roger disgustada. Se acerca a la oreja de Riot.
   “Pero qué tipo más extraño”/ susurra ella.
 Janice logra escucharla y la mira de reojo.
   “Lo extraño es que nadie se digna en mover un solo dedo por mi hijo”/ responde Riot.
   “Es el comienzo de una nueva etapa. Propongo un brindis por la armonía de nuestro reino”/ dice el Rey con determinación.
 Todos levantan sus copas.
   “¡Por Frezzia!”/ dicen a la par.
 En eso las puertas se abren. Ingresa el heraldo muy apresurado.
   “¡El Señor Casey de la Motte!”
 Casey ingresa y retira su capa. En su rostro una amplia sonrisa.
   “¿Hay espacio en la mesa para uno más?”/ pregunta él.
 Todos en la mesa lo observan sorprendidos.

   En la Iglesia La Madre de Todos, Elisa se acerca a Arturo.
   “Su cena está servida. ¿Me necesita para algo más?”
   “Hija, ve y descansa. Ya ha caído la noche”.
 Elisa sonríe y se marcha.
 Arturo se acerca a la nave y cierra la entrada. En eso logra percatarse que no se encuentra solo.
 Arturo voltea y observa al Monseñor Blanco frente a él. El Monseñor mira a su alrededor.
   “Debí  haber realizado esta visita hace mucho tiempo”.
 Arturo permanece quieto.

LA MESA ESTÁ COMPLETA

El autor le da espacio a uno de los antiguos amigos del Palacio, el más escondido por los adversarios y el más buscado por los primeros, Roger. Un espacio de sentirse como familia demostrándole una buena acogida a través de una fiesta con brindis y comida dando a entender que la mesa está completa. Se ha rescatado al desvalido en medio de abrazos…

Todos los personajes nombrados son protagonistas, por lo visto.

Completa el relato señalando el acercamiento de Elisa, colaboradora en el Monasterio y Flere so pretexto de conocer y estar en el Palacio Real.

La acción culminante está en el momento de la participación  del Monseñor y de Riot: “Arriesgaste la vida para salvarlo”; “No cabe duda que Columbio es muy generoso. Sus acciones son dignas de reconocimiento”.

La explosión de Riot: “Lo extraño es que nadie mueve un dedo por mi hijo”.

Brindan por la armonía del Reino, por Frezzia. En dicha escena aparece una nueva para no considerarlo de plano como “un aguafiestas": El heraldo anuncia, “El Señor Casey de la Motte” quien dice: “¿No hay espacio en la mesa para uno más?”


Presenta finalmente lo más espeluznante: el mirarse cara a cara de los colosos. “Debí haber realizado esta visita hace mucho tiempo”. Arturo se queda quieto.

DE MI ÁLBUM
(Jordanien)





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