LA
MESA ESTÁ COMPLETA
El Rey Aidan se levanta, aturdido por la
sorpresa.
“¿Ro… Roger?
Roger permanece quieto. Su mirada pasmada ante
el Rey. Milun inclina la cabeza y so coloca al lado de Columbio y Broderick.
El Rey extiende sus brazos y camina hacia
Roger. Broderick trata de detenerlo sin éxito alguno. El Rey ofrece un caluroso
abrazo, el cual es bien recibido por parte de Roger.
“Cuánto tiempo sin verte. ¿Dónde te has
metido?”
Roger agacha la cabeza.
“Vamos hombre, ¿qué sucede?”
“Su Majestad, el estado de Roger es
inestable”/ observa Columbio.
“¿Qué le ha ocurrido?”/ pregunta el Rey.
“Ha perdido el habla”/responde Broderick.
“Debido al largo encierro que sufrió en
manos del Duque” / comenta el Duque.
El Rey observa a Roger, algo incrédulo.
“Pero no puede ser posible. ¿Ese miserable
se atrevió a lastimarte?”
Lágrimas corren sobre la máscara de Roger.
“Su Majestad, entiendo que todo esto
significa un interrogante para Usted, pero incluso para nosotros el pasado de
Roger es algo incierto”/ responde Milun.
El Rey suspira de golpe y coloca su mano sobre
el hombro de Roger.
“Cuánto lo siento, viejo amigo. Tanto daño
tras mis espaldas”.
“Su Majestad, todo este tiempo Roger
anhelaba verlo”/comenta Columbio.
“Es abundante la alegría que inunda en mi
corazón al tenerte de vuelta”.
Roger seca sus lágrimas con un pañuelo.
“Esta es tu casa. La amenaza del Duque ha
finalizado”/dice el Rey con determinación.
“No estamos seguros de eso, Su
Majestad”/responde Columbio.
“¿A qué te refieres?”
“Todo indica que el Duque tenía un
cómplice”.
El Rey permanece helado con la noticia.
En la Iglesia La Madre de Todos, Arturo
observa sobre su mesa las figuras que confeccionó Roger.
“Extraño tu presencia. El Palacio es tu
lugar. Finalmente ha llegado tu día esperado”/dice para sí.
En las recámaras de la Reina, Alysse, Janice
y Flere ponen al tanto a la Reina Beatriz del regreso de Roger.
“¿Pero cómo es posible tanta maldad en esta
vida?”/suspira la Reina.
“Su Majestad, por favor no se altere. Roger
se encuentra mejor ahora”/ observa Alysse.
“Y con la ayuda de todos nosotros logrará
recuperar el habla pronto”/ opina Janice.
La Reina niega con la cabeza.
“El Rey debe estar destrozado con la
noticia”.
Flere se acerca a la Reina.
“El Rey ha enfrentado mucho desde lo
ocurrido con el Duque. No hay de qué preocuparse”.
En eso Rebeca ingresa con una bandeja de
alimentos.
“Su Majestad, damas, caballero”/ saluda
ella.
La Reina cambia de semblante.
“Queridos, deben conocer a mi nueva dama,
Rebeca”.
“Mucho gusto”/ sonríe Janice.
“Sea usted bienvenida”/ Flere se inclina.
Nos conocimos hace un momento. Me alegra
volver a verla, Señorita Rebeca”/ comenta Alysse.
Rebeca les regala una corta sonrisa y luego
junta las manos.
“Ignoraba que la Reina se le permitía las
visitas a esta hora”.
Janice y Alysse se miran sorprendidas. La
Reina suspira.
“Mis primos Janice y Flere están permitidos
en todo momento en mi habitación. Así como Alysse quien es como de la
familia”.
“En ese caso permítanme ofrecerles unas
bebidas”.
“Magnífica idea”/ responde la Reina.
Rebeca hace una venia y sale de la habitación.
“¡Vaya muchacha!”/ opina Janice.
“¿Y eso?”/ pregunta la Reina.
“Es algo extraña”.
“Solo hace su trabajo”/ comenta Alysse.
“Qué hay de vuestra opinión. ¿Cómo te
sientes con tu nueva dama?”/ pregunta Flere.
“Me agrada… no se compara a Alysse, pero hay
que darle tiempo al tiempo”/ dice la Reina con determinación.
Alysse sonríe.
“Su Majestad, estoy segura que cualquiera
puede hacer mi trabajo”.
Desde la puerta, Rebeca escucha los
comentarios hacia ella. Su mirada se pierde al vacío mientras sus labios
tiemblan.
En sus apartamentos, El Rey Aidan se
reincorpora.
“Si existe otro culpable a todo esto debe
ser encerrado de inmediato”.
Columbio traga saliva de golpe.
“Su Majestad, aun no puedo pronunciarme
oficialmente”.
“¿Te niegas a revelar su identidad?”/
pregunta el Rey.
“No hay muchos indicios, Su Majestad. El
carcelero de Roger logró huir”/ observa Broderick.
“Entiendo. Pronto ese maldito deberá ser
traído a mis pies. Ahora debemos anunciar a todos la buena noticia del regreso
de Roger”.
Columbio niega con la cabeza.
“No sería favorable para Roger, en su
estado”.
El Rey mira a Roger.
“Pero Roger merece su lugar en el Palacio”.
“Quizás no sea el momento adecuado de
exponerlo públicamente”/ opina Broderick.
“¡Deberá ser él quien decida!”/ exclama el
Rey.
Roger mira a todos lados, confundido.
“Creo que no está en él decidir aún”/ dice
Columbio.
“Haré que se le asigne una habitación y la
requerida seguridad”/ observa Broderick.
“Espero entienda que esta es su casa”.
El Rey abraza a Roger. Ingresa la Señorita Pía
con su acostumbrada formalidad.
“Su Majestad, en qué puedo…”
La Señorita Pía se congela al ver a Roger en
el Palacio. Roger la observa como si para él no hubiese pasado el tiempo.
La Señorita Pía busca una respuesta en los
ojos de Milun, pero tanta es su sorpresa que no puede mencionar palabra alguna.
“Debí advertirle antes. Permítame
disculparme”/ dice Columbio.
“Como verá nuestro amigo ha regresado. Lo ha
hecho de manera inesperada, pero su presencia es digna de alegría”/ comenta el
Rey.
“Su Majestad, vuestra felicidad es la mía”/
dice la Señorita Pía.
“Reciba mi saludo, Señor Roger”.
Roger asiente.
“Sírvase acompañarnos. Roger debe ser
instalado”/ dice Broderick.
Todos se inclinan hacia el Rey y abandonan la
habitación. En el pasillo Roger camina con Broderick y Columbio a sus lados.
“Salió mejor de lo esperado”/ observa
Columbio.
“Espero este tipo de ideas tuyas no se
repitan”/ responde Broderick.
Detrás de ellos, la Señorita Pía se acerca a
Milun.
“Por lo visto te saliste con tu gusto”.
Milun esquiva su mirada.
“De qué me sirve hablar si no crees en mis
palabras”/ responde él.
“No hace falta. Algún día aprenderás que no
es bueno meter las narices donde no te llaman”.
“Usted es también culpable. Si no hubiera
caído encima de mí jamás hubiese encontrado el retrato de Roger”.
La Señorita Pía se ruboriza.
En el pasillo principal Rebeca camina algo
apresurada sosteniendo una bandeja con tazas de té. En su mente escucha los
comentarios de Alysse, Janice y de la Reina hacia su persona. En el otro
extremo, Papier camina hacia su encuentro con la visión obstruida por la
lectura de un libro. Sus cuerpos chocan sin aviso.
“¿Pero qué diablos…?”/ exclama Papier
manteniendo su equilibrio.
Rebeca logra sostener la bandeja, pero las
pequeñas tazas de plata y su contenido se esparcen por el luminoso piso. Papier
toma a Rebeca del brazo.
“Lo
lamento, caminaba sin poner atención”/ dice él.
Rebeca mira a los ojos de Papier.
“La culpa es mía. Andaba distraída”.
Papier la observa detenidamente, especialmente
sus labios.
“No creo haberte visto antes”/ dice Papier
levantando las cejas.
“Estoy al servicio de la Reina. El haber
recién llegado no justifica mi torpeza”.
Papier sonríe de oreja a oreja.
“Pero si este Palacio está de cabeza. Con
esa actitud tardarás en acostumbrarte”.
Rebeca sonríe.
“No creo hable en serio, Señor…”
“Papier, Conde de Papier, Señorita…”
“Rebeca es mi nombre”.
“Generalmente esta no es la manera de
presentarme, pero a ver, vamos por más té, que no hay nada más incómodo para la
Reina que esperar”.
Papier coloca las tazas en la bandeja.
“¿Conoce usted a Su Majestad?”/ pregunta
Rebeca.
“Niña, no creo exista alguien más popular
que yo aquí. Me sorprende que nadie te haya mencionado de mí”.
Rebeca y Papier caminan a lo largo del
pasillo.
Al día siguiente, Flere y Elisa caminan por
la pasarela y se detienen en una de las Torres. Elisa, quien en los últimos
días sólo se ha dedicado a las labores domésticas de la Iglesia La Madre de
Todos, respira profundo.
“¡Es increíble tanta belleza!”/ exclama
ella.
“Permanecí encantado por mucho tiempo. Ahora
es un Palacio como cualquier otro”/ responde Flere.
“Tienes la bendición de vivir aquí. Rodeado
de gente tan importante”.
“Sólo me importa estar al lado de mi hermana
y de la Reina”.
Elisa da a Flere un cálido abrazo.
“Muero por conocer a Su Majestad. He
escuchado que su belleza no es de este mundo”.
“Ya habrá tiempo para eso”.
Flere acerca sus labios lentamente hacia
Elisa, pero ella voltea de golpe.
“Mi hermano y yo soñábamos con visitar el
Palacio. Ahora él forma parte del ejército. Cuánto le alegraría estar aquí”.
Flere sonríe.
“Me agrada tu entusiasmo”.
“Hasta lo que sea por pasar una noche aquí”.
Flere agacha la cabeza.
“Será mejor que nos marchemos. Arturo podría
necesitar ayuda”.
“No sin antes conocer el salón de baile.
Toda esta felicidad te la debo a ti”/ observa Elisa.
Flere sonríe y camina al lado de ella.
En la Cámara del Consejo Real, la noticia
del regreso de Roger deja perplejos a los miembros de la Corte, en especial al
Monseñor.
“Actos inhumanos como este no continuarán
existiendo en mi reino”/ señala el Rey Aidan lleno de furia.
“¿Pero dónde lo mantuvo oculto el Duque todo
este tiempo?”/ pregunta el Almirante Guiness.
“Todos los indicios nos llevan hacia la
aldea de Chandler. Allí logramos hallarlo”/ responde Columbio.
“¿Y tú solo arriesgaste la vida con tal de
salvarlo?/ pregunta Riot.
“Columbio acudió a mí por ayuda. Al
principio no estaba seguro, pero luego entendí que era necesario”/ responde
Broderick.
“Entonces ambos arriesgaron sus vidas. Qué
honorable de vuestra parte”.
“Se actuó de manera necesaria. En esos
tiempos el Duque hubiese sospechado”/ observa Columbio.
“Qué oportuno. Tantos logros alcanzados
mientras te encontrabas fuera”/ dice Riot con tono sarcástico.
“No cabe duda que Columbio es muy generoso.
Sus acciones son dignas de reconocimiento”/ opina el Monseñor.
Columbio lo observa con mirada de hormiga.
“¡Columbio, Broderick reciban mi infinito
agradecimiento!”/ exclama el Rey.
Columbio y Broderick hacen una venia. El
Monseñor los observa lleno de furia.
De noche, Janice, Flere, Pedro y Papier
ayudan a Roger con un traje de gala.
“Deberás mantener la cabeza en alto todo el
tiempo”/ señala Pedro.
Roger baja la mirada. Janice arregla el cuello
de su jubón.
“Sé que extrañas a Arturo. Ya verás que todo
saldrá bien”/ dice ella.
“Y deslumbrarás a todas las doncellas”/
comenta Flere.
“A excepción de la nueva dama de la Reina.
Yo la vi primero”/ observa Papier.
“¿Te refieres a Rebeca?”/ pregunta Janice.
“Pero qué fascinación de mujer. Uff!”
“No estarás hablando en serio”.
“Es lo mejor que he visto por aquí”/
responde Papier.
“Siempre dices eso. De esa forma nadie te
tomará en serio”/ observa Flere.
“¿Y qué ocurrió con Elisa?, pensé la
invitarías a la cena”/ pregunta Pedro.
“No creo esté lista para tanta formalidad”.
“¡Vamos hombre, para el amor no hay que
estar listo! / exclama Papier.
Roger los observa muy nervioso.
Afuera de la habitación, Milun camina en
círculos. Alysse se aproxima.
“¿Cómo les va con el vestuario de Roger?”/
pregunta ella.
“Llevan más de una hora. No sé qué tanto
hablan”.
“Es un día muy especial para Roger. Todo se
debe a ti”. Milun toma a Alysse por la cintura y la mira lleno de ternura.
“Desde un principio creíste en mí. No sabes
cuánto lo aprecio”.
“Siempre apostaré por las decisiones del
héroe nacional”/ dice Alysse entrecerrando los ojos.
Los labios de ambos se unen lentamente. Desde
el pasillo la Señorita Pía los observa y se esconde detrás de una columna. La
Señorita Pía eleva su mirada, llena de resignación.
En el comedor se encuentran ubicadas grandes
lámparas a los costados de la amplia mesa. Exóticos platos y coloridos postres
obstruyen la visibilidad de los comensales.
A la cabeza de la mesa, el Rey Aidan levanta
su copa dorada.
“Decidí compartir esta cena con todos los
presentes…”
A la derecha del Rey se encuentran ubicados el
Almirante Guiness, Columbio, Roger, Milun, Pedro, Papier y Flere.
“…La Reina y yo os consideramos parte de
nuestra familia”/ agrega el Rey.
En el otro extremo de la mesa, la Reina
Beatriz mantiene su simpática postura. A su izquierda permanecen sentados
Alysse, Janice, Laura, Riot, Broderick y Miccael. Un asiento se encuentra
vacante; pertenece al Monseñor.
“Hoy no sólo celebramos el regreso de Roger.
También el final de una tiranía”.
Roger mantiene la cabeza erguida. Laura
observa a Roger disgustada. Se acerca a la oreja de Riot.
“Pero qué tipo más extraño”/ susurra ella.
Janice logra escucharla y la mira de reojo.
“Lo extraño es que nadie se digna en mover
un solo dedo por mi hijo”/ responde Riot.
“Es el comienzo de una nueva etapa. Propongo
un brindis por la armonía de nuestro reino”/ dice el Rey con determinación.
Todos levantan sus copas.
“¡Por Frezzia!”/ dicen a la par.
En eso las puertas se abren. Ingresa el
heraldo muy apresurado.
“¡El Señor Casey de la Motte!”
Casey ingresa y retira su capa. En su rostro
una amplia sonrisa.
“¿Hay espacio en la mesa para uno más?”/
pregunta él.
Todos en la mesa lo observan sorprendidos.
En la Iglesia La Madre de Todos, Elisa se
acerca a Arturo.
“Su cena está servida. ¿Me necesita para
algo más?”
“Hija, ve y descansa. Ya ha caído la noche”.
Elisa sonríe y se marcha.
Arturo se acerca a la nave y cierra la
entrada. En eso logra percatarse que no se encuentra solo.
Arturo voltea y observa al Monseñor Blanco
frente a él. El Monseñor mira a su alrededor.
“Debí
haber realizado esta visita hace mucho tiempo”.
Arturo permanece quieto.
LA MESA ESTÁ COMPLETA
El autor le da espacio a uno de los antiguos amigos del
Palacio, el más escondido por los adversarios y el más buscado por los
primeros, Roger. Un espacio de sentirse como familia demostrándole una buena
acogida a través de una fiesta con brindis y comida dando a entender que la
mesa está completa. Se ha rescatado al desvalido en medio de abrazos…
Todos los personajes nombrados son protagonistas, por lo
visto.
Completa el relato señalando el acercamiento de Elisa,
colaboradora en el Monasterio y Flere so pretexto de conocer y estar en el
Palacio Real.
La acción culminante está en el momento de la
participación del Monseñor y de Riot:
“Arriesgaste la vida para salvarlo”; “No cabe duda que Columbio es muy
generoso. Sus acciones son dignas de reconocimiento”.
La explosión de Riot: “Lo extraño es que nadie mueve un dedo
por mi hijo”.
Brindan por la armonía del Reino, por Frezzia. En dicha
escena aparece una nueva para no considerarlo de plano como “un aguafiestas": El
heraldo anuncia, “El Señor Casey de la Motte” quien dice: “¿No hay espacio en la
mesa para uno más?”
Presenta finalmente lo más espeluznante: el mirarse cara a
cara de los colosos. “Debí haber realizado esta visita hace mucho tiempo”.
Arturo se queda quieto.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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