VALLE NACOREÑO
DE: ORACIONES SIGLO XX
“LA TERCERA
PALABRA”
Señor: Tú nos
enseñaste a honrar padre y madre. Y si
esto es válido para el orden natural, también lo es en el plano sobrenatural. Tú nos diste la
fórmula ideal para dirigirnos filialmente al Padre del cielo. Hoy me permito
inspirar en tu oración dominical mi plegaria a la Madre del alma.
Madre
nuestra, que estás en los cielos, vuelve a nosotros esos tus ojos tan misericordiosos.
Santificado
sea tu nombre, en los miles de santuarios, capillas, ermitas y altares erigidos
en tu honor por toda la tierra, bajo mil advocaciones a cual más bella.
Venga a nosotros
tu reino, que es el mismo de tu Hijo, reino de verdad y vida, de santidad y
gracia, de justicia, amor y paz.
Hágase tu
voluntad, que es la de Dios, ya que Tú nos enseñaste a decir: “Hágase en Mí
según tu palabra”.
El pan
nuestro de cada día, dánosle hoy; pero como buena Madre, haz que llegue a todos
los hijos, repártelo por medio de los mayores, a todos los hermanos, para que
en este mundo del desarrollo no mera nadie de hambre.
Perdónanos
nuestras deudas, las de nuestra vida tan poco consecuente con nuestra devoción
a Ti de labios hacia fuera.
Y no nos
dejes caer en la tentación de considerarte nunca pasada de moda, o sólo apta
para la piedad infantil.
Mas líbranos
del único mal verdadero, que es olvidar a nuestro Padre del cielo y a Ti,
Madre nuestra celestial.
DOM. XXVII
DEL TIEMPO ORDINARIO.
“Jesús dijo a
los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar para hacer el vino, construyó la casa del guardián, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje.
-Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar para hacer el vino, construyó la casa del guardián, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el
tiempo de la vendimia, envió sus criados a los viñadores, para recoger los
frutos que le correspondían. Pero los viñadores, agarrando a los criados,
apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de
nuevo otros criados, en mayor número que la primera vez, e hicieron con ellos
lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi
hijo.
Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron:
‘Este es el heredero: lo matamos y nos quedamos con su herencia’…
Por eso les
digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un
pueblo que produzca sus frutos”. Mateo 21, 33-43.
Dios escogió
a Israel por libre amor, lo cuida, lo libera y lo protege de todos sus enemigos
y adversarios, esperando recibir de ellos, un único fruto, la fidelidad a dicho
amor.
Pero el
pueblo cada vez fue cerrando su corazón al proceder de Dios, pero éste, en vez
de abandonarlo, para rescatarlo de nuevo, envía a su hijo. Prosigue Jesús
enseñando que Dios, no es un Dios de revanchas, sino que movido por su infinito
amor, hace que el Reino que anuncia su Mesías se ofrezca a otros pueblos,
dispuestos a dar a tiempo, el fruto necesario, consistente en acoger en fe, el
plan de Dios.
DE MI ÁLBUM
(Ñacori)
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