viernes, 6 de octubre de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

                                                                      VALLE NACOREÑO
DE: ORACIONES SIGLO XX

“LA TERCERA PALABRA”

Señor: Tú nos enseñaste  a honrar padre y madre. Y si esto es válido para el orden natural, también lo es  en el plano sobrenatural. Tú nos diste la fórmula ideal para dirigirnos filialmente al Padre del cielo. Hoy me permito inspirar en tu oración dominical mi plegaria a la Madre del alma.

Madre nuestra, que estás en los cielos, vuelve a nosotros esos tus ojos tan misericordiosos.

Santificado sea tu nombre, en los miles de santuarios, capillas, ermitas y altares erigidos en tu honor por toda la tierra, bajo mil advocaciones a cual más bella.

Venga a nosotros tu reino, que es el mismo de tu Hijo, reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, amor y paz.

Hágase tu voluntad, que es la de Dios, ya que Tú nos enseñaste a decir: “Hágase en Mí según tu palabra”.
El pan nuestro de cada día, dánosle hoy; pero como buena Madre, haz que llegue a todos los hijos, repártelo por medio de los mayores, a todos los hermanos, para que en este mundo del desarrollo no mera nadie de hambre.

Perdónanos nuestras deudas, las de nuestra vida tan poco consecuente con nuestra devoción a Ti de labios hacia fuera.
Y no nos dejes caer en la tentación de considerarte nunca pasada de moda, o sólo apta para la piedad infantil.

Mas líbranos del único mal verdadero, que es olvidar a nuestro Padre del cielo y a Ti, Madre nuestra celestial.
           Rafael de Andrés.


DOM. XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO.


“Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar para hacer el vino, construyó la casa del guardián, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje.

Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los viñadores, para recoger los frutos que le correspondían. Pero los viñadores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, en mayor número que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo.

 Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: ‘Este es el heredero: lo matamos y nos quedamos con su herencia’…

Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que produzca sus frutos”. Mateo 21, 33-43.




Dios escogió a Israel por libre amor, lo cuida, lo libera y lo protege de todos sus enemigos y adversarios, esperando recibir de ellos, un único fruto, la fidelidad a dicho amor.

Pero el pueblo cada vez fue cerrando su corazón al proceder de Dios, pero éste, en vez de abandonarlo, para rescatarlo de nuevo, envía a su hijo. Prosigue Jesús enseñando que Dios, no es un Dios de revanchas, sino que movido por su infinito amor, hace que el Reino que anuncia su Mesías se ofrezca a otros pueblos, dispuestos a dar a tiempo, el fruto necesario, consistente en acoger en fe, el plan de Dios.

DE MI ÁLBUM
(Ñacori)




No hay comentarios:

Publicar un comentario