DE: ORACIONES SIGLO XX
“LUZ DE LAS
TINIEBLAS”
Señor: Hoy se
habla mucho del envés positivo de las cosas humanas, de la consagración del
mundo a Ti, de la teología del trabajo y de las realidades terrenas, de la
construcción de un mundo mejor…Todo eso está bien, pero no debemos olvidar que
el dolor seguirá proyectando su sombra sobre la vida del hombre.
Tú sabes que
es verdad la afirmación de que “el sufrimiento físico es rebajable, pero
invencible; el sufrimiento moral ni siquiera es rebajable, sino sometido a
tratamiento de amor, perdón y comprensión” (A. Torres). Por eso, Señor, hoy
vengo a pedirte que nos enseñes a jugar la baza del dolor, carta omnipresente
en la baraja de nuestra existencia.
Haznos
reconocer con Jakques Leclercq que: “Si Dios no cortase algunos lazos con el sufrimiento,
nunca llegaríamos a desasirnos. El dolor rompe la ganga, despeja el espíritu,
libera. La justa estimación de los valores, el sentido de la realidad no se
adquieren más que por el dolor”.
Señor, no te
pido que nos enseñes a cruzarnos de brazos estoicamente ante el dolor propio o
ajeno, sino que nos estimules a mitigar los sufrimientos humanos, que nacen de
la injusticia, el odio y la maldad del hombre. Pero, te suplico también que nos
inspires la resignación cristiana, a la hora de sufrir, según la acertada
definición de Mme. Swetchine: “Resignarse es colocar a Dios entre el dolor y el
hombre”.
Rafael de Andrés.
DOM. XXVIII
DEL TIEMPO ORDINARIO
Un Rey
celebraba las bodas de su hijo
“Jesús siguió
poniéndoles ejemplos:
‘Pasa en el
Reino de los cielos lo que le sucedió a un rey que celebró las bodas de su
hijo. Mandó a sus servidores a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos
no quisieron venir.
Por segunda
vez despachó a otros criados, con orden de decir a los invitados: Tengo listo
el banquete, hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto;
vengan, pues, a las bodas. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron,
unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los criados del
rey, los maltrataron y los mataron.
El rey se enojó y, enviando a sus tropas, acabó
con aquellos asesinos y les incendió la ciudad. Después dijo a sus servidores:
El banquete de bodas está preparado, pero los que habían sido invitados no eran
dignos.
Vayan, pues, a las esquinas de las calles y conviden a la boda a todos
los que encuentren.
Los ciados
salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a toso los que hallaron,
malos y buenos, de modo que la sala quedó llena de invitados.
El rey entró
después a ver a los que estaban sentados a la mesa, y se fijó en un hombre que
no estaba vestido con traje de fiesta. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí
sin traje de fiesta? Pero el otro se quedó callado.
Entonces el
rey dijo a sus servidores: Amárrenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las
tinieblas, donde no hay sino llanto y desesperación.
Sepan que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”. Mateo 22, 1-14
Según las
costumbres de la época, una boda se preparaba con anticipación y así se lo
hacían saber a los invitados, aunque no estuviera definida la fecha precisa de
la misma, pero los invitados no se sustraían del compromiso inicial. En cambio
el Evangelio nos dice que aquellos amigos no obraron correctamente, sino con
disculpas se alejan del convite. En aquella actitud, el Señor está enseñando
que así fue el comportamiento del Pueblo de Israel con el amor de Dios. Por eso
hoy, desde Jesucristo se abren nuevos caminos para que hombres de toda lengua y
raza, se sienten a la mesa de bodas con el novio.
DE MI ÁLBUM
Yurimaguas, La Perla de Huallaga
Santiago de Chuco
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