viernes, 13 de octubre de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: ORACIONES SIGLO XX

“LUZ DE LAS TINIEBLAS”

   Señor: Hoy se habla mucho del envés positivo de las cosas humanas, de la consagración del mundo a Ti, de la teología del trabajo y de las realidades terrenas, de la construcción de un mundo mejor…Todo eso está bien, pero no debemos olvidar que el dolor seguirá proyectando su sombra sobre la vida del hombre.

   Tú sabes que es verdad la afirmación de que “el sufrimiento físico es rebajable, pero invencible; el sufrimiento moral ni siquiera es rebajable, sino sometido a tratamiento de amor, perdón y comprensión” (A. Torres). Por eso, Señor, hoy vengo a pedirte que nos enseñes a jugar la baza del dolor, carta omnipresente en la baraja de nuestra existencia.

   Haznos reconocer con Jakques Leclercq que: “Si Dios no cortase algunos lazos con el sufrimiento, nunca llegaríamos a desasirnos. El dolor rompe la ganga, despeja el espíritu, libera. La justa estimación de los valores, el sentido de la realidad no se adquieren más que por el dolor”.

   Señor, no te pido que nos enseñes a cruzarnos de brazos estoicamente ante el dolor propio o ajeno, sino que nos estimules a mitigar los sufrimientos humanos, que nacen de la injusticia, el odio y la maldad del hombre. Pero, te suplico también que nos inspires la resignación cristiana, a la hora de sufrir, según la acertada definición de Mme. Swetchine: “Resignarse es colocar a Dios entre el dolor y el hombre”.
   Rafael de Andrés.



DOM. XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO


Un Rey celebraba las bodas de su hijo






“Jesús siguió poniéndoles ejemplos:
‘Pasa en el Reino de los cielos lo que le sucedió a un rey que celebró las bodas de su hijo. Mandó a sus servidores a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos no quisieron venir.

   Por segunda vez despachó a otros criados, con orden de decir a los invitados: Tengo listo el banquete, hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto; vengan, pues, a las bodas. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los criados del rey, los maltrataron y los mataron.

   El  rey se enojó y, enviando a sus tropas, acabó con aquellos asesinos y les incendió la ciudad. Después dijo a sus servidores: El banquete de bodas está preparado, pero los que habían sido invitados no eran dignos. 

   Vayan, pues, a las esquinas de las calles y conviden a la boda a todos los que encuentren.

   Los ciados salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a toso los que hallaron, malos y buenos, de modo que la sala quedó llena de invitados.

   El rey entró después a ver a los que estaban sentados a la mesa, y se fijó en un hombre que no estaba vestido con traje de fiesta. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de fiesta? Pero el otro se quedó callado.

   Entonces el rey dijo a sus servidores: Amárrenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las tinieblas, donde no hay sino llanto y desesperación.

   Sepan que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”. Mateo 22, 1-14


Según las costumbres de la época, una boda se preparaba con anticipación y así se lo hacían saber a los invitados, aunque no estuviera definida la fecha precisa de la misma, pero los invitados no se sustraían del compromiso inicial. En cambio el Evangelio nos dice que aquellos amigos no obraron correctamente, sino con disculpas se alejan del convite. En aquella actitud, el Señor está enseñando que así fue el comportamiento del Pueblo de Israel con el amor de Dios. Por eso hoy, desde Jesucristo se abren nuevos caminos para que hombres de toda lengua y raza, se sienten a la mesa de bodas con el novio.

DE MI ÁLBUM

                                             Yurimaguas, La Perla de Huallaga
                                             Santiago de Chuco


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