Artifex vitae
artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
EN EL CAMINO
I
Resuelve
tornar al padre
No temas,
Cristo rey, si descarriado
tras locos
ideales he partido:
ni en mis
días de lágrimas te olvido,
ni en mis
horas de dicha te he olvidado.
En la llaga
crüel de tu costado
quiere formar
el ánima su nido,
olvidando los
sueños que ha vivido
y las tristes
mentiras que ha soñado.
A la luz del
dolor, que ya me muestra
mi mundo de
fantasmas vuelto escombros,
de tu místico
monte iré a la falda,
con un
báculo: el tedio, en la siniestra;
con andrajos
de púrpura en los hombros,
con el haz de
quimeras a la espalda.
II
De cómo se
congratularán del retorno
Tornaré como
el Pródigo doliente
a tu heredad
tranquila; ya no puedo
la piara
cultivar, y al inclemente
resplandor de
los soles tengo miedo.
Tú saldrás a
encontrarme diligente;
de mi mal te
hablaré, quedo, muy quedo...
y dejarás un
ósculo en mi frente
y un anillo
de nupcias en mi dedo;
y congregando
del hogar en torno
a los viejos
amigos del contorno,
mientras
yantan risueños a tu mesa,
clamarás con
profundo regocijo:
«¡Gozad con
mi ventura, porque el hijo
que perdido
llorábamos, regresa!»
III
Pondera lo
intenso de la futura vida
¡Oh sí!, yo
tornaré; tu amor estruja
con
invencible afán al pensamiento,
que tiene
hambre de paz y de aislamiento
en la mansa
quietud de la cartuja.
¡Oh sí!, yo
tornaré; ya se dibuja
en el fondo
del alma, ya presiento
la plácida
silueta del convento
con su albo
domo y su gentil aguja...
Ahí, solo por
fin conmigo mismo,
escuchando en
las voces de Isaías
tu clamor
insinuante que me nombra,
¡cómo voy a
anegarme en el mutismo,
cómo voy a
perderme en las crujías,
cómo voy a
fundirme con la sombra!
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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