domingo, 1 de octubre de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

                                                      Valle nacoreño
DE: ORACIONES SIGLO XX

“ROJO ATARDECER”

   Señor: En esta fecha roja consagrada al trabajo y bautizada por la Iglesia bajo el patrocinio de San José Obrero, déjame pedirte de todo corazón por esa gran familia del mundo laboral, con la máxima benedictina en los labios: “Ora et labora”, reza y trabaja.

   Sí, Señor enséñanos a trabajar a todos los hombres, para que este reparto equitativo de la gran tarea de edificar un mundo mejor alivie a quienes tienen el trabajo más duro: los obreros. Haznos comprender el imperativo universal de esta máxima de San Benito a sus monjes, porque no hay dos clases de hombres: los ociosos y los trabajadores, sino sólo dos especies de trabajo: intelectual y manual.

   Señor, en este día del Artesano de Nazaret, recuérdanos la dignidad sublime de nuestros hermanos los obreros, que trabajan con sus manos, al frente de las máquinas, las minas, la construcción, las fábricas, los comercios…Que veamos en ellos una estampa moderna de San José y, lo que es más, de Jesucristo Obrero.

   Y para ese ejército inmenso de la paz, que son los trabajadores del mundo entero, te pido, Señor, el amor a sus ocupaciones diarias, aunque resulten monótonas y grises. Que una ordenación social más justa lime las duras aristas de su labor, para que puedan sonreír mientras trabajan.
Pero además te pido, Señor que los obreros no se olviden de la otra palabra del binomio benedictino “Ora et labora”. Que sepan elevarse a Dios en medio de su trabajo para bendecirte, que aprendan a hacer oración de su misma labor.
Rafael de Andrés.


DOM. XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

La parábola de los dos hijos

Jesús agregó: ‘¿Qué les parece esto? Un hombre que tiene dos hijos llama al primero y le dice: anda a trabajar a mi viña. Y él responde: No quiero. Pero después se arrepiente y va. 

Después el padre llama al otro y le manda lo mismo. Este responde: Voy Señor, pero no va”.

Jesús, pues, preguntó: ¿Cuál de los dos hizo lo que quería el padre?  Ellos contestaron el primero.

Jesús prosiguió: ‘En verdad, los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes al Reino de los Cielos”…Mateo, 21, 28-32





Sorprende la respuesta negativa del primer hijo frente a la orden del padre, “no quiero”, pero luego el relato ofrece la rectificación del muchacho y sale a cumplir las disposiciones de su padre. El otro hijo, actúa de manera contraria, le responde afirmativamente a su padre, pero en el fondo no cumple con la responsabilidad que se le ha asignado.

Mediante este comportamiento diferente de los hijos, Jesús interroga a sus interlocutores para hacerles entender que ellos representan a ese hijo que desobedece a Dios, porque ante el anuncio de Juan, se resistieron a creerle, por eso el Reino de Dios, se extiende entre aquellos que anhelan un cambio para sus vidas.


La obediencia, camino de santidad. Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. A cada uno de nosotros nos dirige Dios estas palabras. En el Evangelio se habla de dos actitudes. Una, la del hijo mayor que respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Y la otra, la del hijo menor: Voy, señor; pero no fue. No cabe duda que el primero hizo la voluntad del Padre; pero hay otra actitud mejor: decir sí y hacerlo. Ésta debe nuestra actitud. Debemos cumplir en todo momento la voluntad de Dios. Una vez conocida, ésta se convierte en el camino del deber, y es preciso recorrerlo con ánimo firme y generoso. Y ¿cómo cumplir la voluntad de Dios?: enteramente, en todo; con prontitud; con alegría, con amor.

El secreto de la santidad es la amistad con Cristo y la adhesión fiel a su voluntad (Benedicto XVI). El mismo Jesús indicó el camino del Cielo: No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Mt 7, 21). Procuremos, pues, querer con Él lo que Él quiera, sin otra voluntad que la suya.

Invitación al arrepentimiento. Os digo que los publicanos y las meretrices van a estar por delante de vosotros en el Reino de Dios. Estas palabras se las dijo Cristo a los judíos que viéndole no creyeron en Él ni se arrepintieron de sus malas obras. Pero también es una invitación para que recemos por la conversión de los pecadores, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10). La conversión salva. Cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.

La Iglesia no duda nunca en denunciar la malicia del pecado; proclama la necesidad de la conversión, e invita a los pecadores a reconciliarse con Dios. La conversión no se reduce a un buen propósito de enmienda, sino que es preciso cumplirlo, aunque cueste. Jacinta, vidente de Fátima, le dijo a su hermano Francisco: Da muchos saludos de mi parte a nuestro Señor y a nuestra Señora, y diles que estoy dispuesta a sufrir todo lo que quieran con tal de convertir a los pecadores. Seamos generosos en la oración y en el sacrificio por la conversión de los pecadores.

DE MI ÁLBUM
(Pacasmayo)







No hay comentarios:

Publicar un comentario