viernes, 8 de marzo de 2013

ANTONIO VIVALDI : LAS CUATRO ESTACIONES / Ignacio SANJUÁN


¿IMAGINARÍA ALGUNA VEZ EL COMPOSITOR VENECIANO QUE ESTOS CUATRO CONCIERTOS PARA VIOLÍN SE CONVERTIRÍAN EN UNA DE LAS OBRAS MÁS POPULARES DE LA HISTORIA DE LA MÚSICA?
Las estaciones y los cambios que en la naturaleza producen han inspirado con frecuencia a pintores, poetas y músicos. El artista se vuelve hacia la vida que muere y que renace, a los trabajos de cada estación o a la relación entre nuestro estado de ánimo y la transformación de lo que nos rodea. El oratorio Las estaciones de Haydn, las doce piezas para piano sobre los meses del año de Tchaikovsky o el ballet de Glazunov Las estaciones son sólo algunas de las muchas obras que podemos citar. Sin embargo, no hay duda de que los cuatro conciertos para violín que Vivaldi compuso en las primeras décadas del siglo XVIII son la obra más famosa sobre este tema y uno de los “grandes éxitos” de la música llamada “clásica”. Quizás, al ser tan escuchadas, en algún momento nos hayamos cansado de estas obras… Por fortuna, las interpretaciones “históricas” o “auténticas” nos han hecho encontrarnos con un “nuevo”Vivaldi y así hemos vuelto a descubrir el verdadero contenido, lleno de teatrilidad y expresión, de estas partituras.
LA DISPUTA ENTRE LA ARMONÍA Y LA INVENCIÓN.
Estos famosos conciertos pertenencen a la colección Il Cimento dell´armonia e dell´inventione, que podemos traducir como “La disputa entre la armonía y la invención”. Fue publicada en Amsterdam en 1725. Los editores holandeses se encontraban entre los mejores de Europa y a ellos acudió Vivaldi cuando quiso publicar las colecciones que consideraba fundamentales en su labor compositiva : En 1711 L´estro armonico, en 1712 La stravaganza y en 1727 La cetra.
Il cimento está dividido en dos libros, cada uno de los cuales contiene seis conciertos, como era habitual en la época. El primero presenta obras con contenidos descriptivos, ya que además de las cuatro estaciones se incluyen La tempestad del mar y El placer. Frente a la organización en grupos de L´estro armonico (para uno, dos y cuatro violines) o la agrupación según un criterio tonal de La stravaganza, esta colección, más heterogénea, parece agrupada en torno a los conciertos que conforman “las cuatro estaciones”. Como si Vivaldi supiera que esas obras constituían algo especial, y que los demás conciertos serían, tan sólo, los acompañantes de cuatro obras destinadas a quedar pronto en la memoria del público.
Es la creación de un compositor que comienza su más importante etapa creativa. Los años de enseñanza en la Pietá le han permitido experimentar con las más variadas combinaciones instrumentales, sus intervenciones como violinista han ampliado las posibiliades del instrumento, transformando su técnica, la composición de óperas la ha enseñado la técnica de la melodía y el drama… Y como violinista en la corte de Mantua ha descubierto el impacto que la música programática tiene en el público. De esa unión de técnica instrumental, facilidad melódica, instinto teatral y conocimiento del público nacieron estos cuatro conciertos. Pero antes de “entrar” en las estaciones vivaldianas debemos preguntarnos acerca de la relación entre la música y la naturaleza, la posibulidad que tienen el mundo de los sonidos para representar objetos, sentimientos o historias.
LA NATURALEZA EN LA MÚSICA
Los artistas han sentido, desde los más remotos tiempos, una extraña fascinación por la naturaleza y por las posibildades que la palabra, la pintura o el sonido ofrecían para su representación. Con frecuencia se ha analizado la historia del arte desde esa relación con la naturaleza, y en ocasiones su imitación ha sido la guía de la creación artística.
La relación entre la pintura o la palabra y la naturaleza siempre ha sido más evidente que entre la música y el mundo. Un pintor podia representar una persona, una tormenta o un pájaro pero, ¿cómo puede la música (sin dejar de ser música, sin convertirse en ruido) llegar a transformarse en las olas o en el viento que mueve los árboles? ¿Qué relación existe entre la música y el mundo? ¿Qué posibilidad tienen los sonidos de representar una realidad?
Cuando la palabra iba unida a la música, el texto proporcionaba el significado. Es esta una de las razones que hacía que los teóricos consideraran a la música instrumental, hasta finales del siglo XVIII, como menos importante que la vocal, porque carecía de ese poder de representación.
Sin embargo, es en el barroco cuando la música instrumental comienza a crear un espacio propio, independiente de la palabra o de la danza. Los instrumentos pueden representar los sentimientos, las pasiones -dolor, ira, orgullo, alegría, melancholia…- sin la ayuda de la poesía. No se concebía la música instrumental como una música abstracta, “pura”, sino como una representación de las emociones.
La naturaleza tentaba a los compositores del barroco; se erguía, desafiante, ante ellos. Habían logrado transformar las pasiones humanas en sonidos, pero convertir los fenómenos de la naturaleza en música suponía descurbrir hasta dónde era capaz de llegar el compositor. Estos conciertos de Vivaldi son las respuesta de un compositor que domina, como nadie en este momento, las posibilidades de la escritura instrumental. Y que también, como decíamos, está dotado de un extraordinario sentido teatral: En estas partituras la lluvia, los pájaros, los vientos o los pastores se convierten en los protagonistas de una ópera imaginaria, una escena que tan sólo vemos a través de la música.
LA PRIMAVERA
Cada una de las “estaciones” musicales está acompañada de un soneto, escrito en italiano, que actúa como “programa” del concierto. No sabemos si fue Vivaldi su autor, si fueron escritos, después de las obras musicales, o al mismo tiempo… No nos importa. En las líneas que siguen tomaremos como ejemplo a la primavera y al invierno, para acercarnos, muy brevemente a la relación entre los sonetos y la música, los efectos instrumentales, la presencia de lo natural o la exploración psicológica de un protagonista.
El principal problema al que se enfrenta el compositor es la combinación de elementos desriptivos, con una base narrativa, entro de una forma fija que poseen los tiempos rápidos de los conciertos barrocos: Un estribillo, a cargo de la orquesta, alterna con intervenciones del solista. ¿Cómo unir ese retorno del estribillo y una narración?
Nada es un problema para Vivaldi, que resuelve en el primer concierto de forma magisterial este problema. En el primer tiempo el estribillo tiene la función de describir el character fundamental del movimiento. “Ha llegado la primavera”, afrima el primer verso: De aquí nace el carácter rítmico, de danza que nos transmite la alegría por la llegada del buen tiempo. El estribillo, por tanto, define la idea general del concierto. Los episodios individuales que siguen a cada aparición del estribillo poseen un character descriptiva más include a la naturaleza. Tres violines solistas recrean el canto de las aves: “los pájaros la saludan jubilosamente a la Primavera con una alegre canción”. La música recrea bellamente el siguiente verso: “Los arroyos, mecidos por una suave brisa, murmuran dulcemente a lo largo de sus cauces”. No podia faltar una tormenta, habitual en ese tiempo alegre y algo revuelto: “Truenos y relámpagos envuelven el aire con manto negro”. Finalmente, la alegría retorna a la naturaleza: “Los pájaros, que entretanto se han callado, retoman su melodioso canto”.
Los tiempos lentos no poseen elementos narrativos. Podemos compararlos a cuadros, escenas estáticas convertidas en música. Con frecuencia cada instrumento se transforma en un personaje. El tiempo lento de la primavera Vivaldiana nos describe una escena pastoril: “En un florido y ameno prado, al amable murmullo de hojas y plantas, duerme el pastor con su fiel perro junto a él”. Imaginemos un cuadro.Y ahora, el compositor lo transforma en música: El violín solista evoca el sueño del pastor, los violines de la orquesta la brisa que mece las hojas y el inopportune perro son las violas que alteran la serenaded del momento.
Así dicen los últimos versos del soneto: “Al sonido festivo de la pastoril zanfoña, danzan las ninfas y los pastores bajo el cielo brillante de la primavera”. Los sonidos graves mantenidos evocan los instrumentos pastoriles, pero lo que la música representa es más el sentimiento que la estación produce, que una escena concreta. Vivaldi desea que sintamos la alegría por la llegada de los meses más bellos.
EL INVIERNO
Si la alegría es el sentimiento que preside la primavera, el invierno del compositor veneciano es una cruel estación, un tiempo en el que la naturaleza parece querer convertir al hombre en un ser infeliz. El soneto que preside este concierto nos ofrece un protagonista individual, lo que proporciona a este concierto una tensión especial, una visión subjectiva.
En el primer movimiento las corcheas y trinos de la orquesta nos muestran al “protagonista” del concierto “temblando con las rodillas heladas sobre la nieve”. El solista hace su entrada como la encarnación de un “terrible viento”. La orquesta y el violín siguen al caminante en su “correr y golpear los pies a causa del frío”; las repeticiones rápidas de notas nos muestran el “castañetear de dientes por el intenso frío”.
El segundo tiempo, en contraste con el anterior y el ultimo movimiento, nos introduce en otro aspecto del invierno: la dicha de “pasar los días felices y tranquilos, junto al fuego”, mientras fuera llueve. El pizzicatto de los violines lleva la lluvia a la partitura, y la bellísima melodía del solista nos hace añorar la tranquilidad de una hogareña velada invernal.
El tercer movimiento nos trae, de nuevo, el frío de diciembre y enero: primero “caminar sobre el hielo”, a continuación, el ritmo se modera para “caminar despacio y con miedo de caer”. Pero es inevitable, y el sufrido viajero cae al suelo; no importa, ahora, hay que “levantarse y correr rápido”, corcheas en staccatto, hasta que “el hielo se rompe y abre”: Nuestro imaginario protagonista ha desaparecido, ¿tragado por los hielos?, y comienzan a aparecer diferentes vientos que libran una terrible batalla. Es un movimiento lleno de tensión y expresión, perfecto final para estos cuatro conciertos.
IGNACIO SANJUÁN.

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