¿El futuro repetirá el pasado?
¿POR QUÉ
está cubierta con las ruinas de civilizaciones? ¿Existe alguna
regularidad en el proceso de crecimientos y decadencia, que nos permita
predecir el futuro de nuestra civilización por el curso de las pasadas?
Algunos espíritus imaginativos lo han creído así, y hasta han llegado a
predecir el futuro en detalle. Virgilio pronosticó que todo el universo caería
en un estado precisamente igual al de una antigüedad olvidada, y luego
repetiría en todos sus detalles los acontecimientos ocurridos anteriormente. Nietzsche se volvió loco con esta visión del
“eterno retorno”. No hay ninguna necedad que no se pueda encontrar en los
filósofos.
Una
civilización declina, no en virtud de alguna mística limitación de la vida
colectiva, sino porque sus líderes políticos o intelectuales no aceptan la
incitación al cambio. Pero, ¿mueren las civilizaciones? No del todo.
La
civilización griega no ha muerto realmente; perdura en la memoria de la raza, y
en tanta abundancia que ninguna vida de un solo hombre, por larga que sea,
podría absorberla toda. Las obras de Homero son más conocidas hoy que en su
tiempo. Los poetas y filósofos griegos están en todas las bibliotecas y
universidades. En este momento estudian a Platón cien mil descubridores del “caro
deleite” de la filosofía. Esta supervivencia selectiva de las inteligencias
creadoras es la más real y la más beneficiosa de las inmortalidades.
Las
naciones mueren. Antiguas regiones se tornan áridas o se perjudican con los
cambios. El hombre, dúctil, toma consigo sus herramientas y sus artes, y se
muda a otra parte con sus recuerdos. Si la educación ha profundizado esos
recuerdos, la civilización emigra con él y construye su hogar en otro sitio.
Roma importó la civilización helénica y la trasmitió a la Europa occidental. América
heredó y aprovechó la civilización europea y se prepara a trasmitirla.
Las
civilizaciones son las generaciones del alma de la raza. Así como la vida se
sobrepone a la muerte con la reproducción, así también una cultura, al
envejecer, pasa su patrimonio a sus herederos a través de los años y de los
mares. En el mismo momento en que se escriben estas líneas, el comercio y la
imprenta, los alambres y las ondas y los Mercurios invisibles del aire están
atando a las naciones y las civilizaciones unas a otras, preservando para todas
lo que cada una ha aportado al patrimonio de la humanidad.
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