viernes, 15 de marzo de 2013

LA HUMANIDAD NECESITA NUEVOS MITOS / Gerald CLARKE


NUEVOS MITOS
Desde tiempo inmemorial sabemos que el hombre debe tenerlos, so pena de perder el rumbo.
Gerald CLARKE
La última encarnación de Edipo y el continuado idilio de la Bella y la Bestia esperan esta tarde, en la esquina de la calle 42 y la Quinta Avenida, a que cambie la luz del semáforo.
-Joseph Campbell
ESTA ASEVERACIÓN, por fantástica que aparezca, es sólo una manera abreviada de decir que cada uno de nosotros es hechura del mito. Las antiguas leyendas y las tradiciones populares son aún claves del alma humana. Los victorianos cientificistas que se mofaban de los mitos cayeron a su vez en una especie de superstición científica: la creencia de que la razón puede explicar todos los móviles del hombre. Pero la erudición moderna, ayudada por el sicoanálisis, la antropología y la arqueología, trata hoy a la mitología con respeto. Sus partidarios afirman que revela tanto sobre la humanidad y sus más profundos temores, angustias, alegrías y esperanzas, como los sueños en el ámbito interior del individuo.
   “Los mitos son sueños colectivos”, afirma Joseph Campbell, probablemente la principal autoridad mundial en mitología. “Son vehículos de comunicación entre lo consciente y lo subconsciente, lo mismo que los sueños”.
   El problema estriba, según Campbell, en que esta comunicación se ha interrumpido en el mundo occidental moderno : los viejos mitos ya no operan, y aún no han surgido otros nuevos y eficaces. El resultado es que Occidente padece una dolorosa crisis de reorientación.
   La tesis de Campbell tiene peso. Profesor de literatura jubilado del Sarah Lawrence College, en Bronxville (Nueva York), ha escrito y publicado unos 20 libros sobre mitología. Entre ellos figura una obra en cuatro volúmenes : The Masks of God (“Las máscaras de Dios), su obra más popular, Hero With a Thousand Faces (“El héroe de las mil máscaras”) y, la reciente, The Mythic Image (“La imagen mítica”). Hero es un  brillante examen de la lucha eterna del hombre para encontrar su identidad, interpretada por el camino de los antiguos mitos heroicos.
   ¿Qué es un mito? En la jerga académica de Campbell constituye un “símbolo que evoca y encauza la energía síquica”, y que participa de la naturaleza de los sueños. Cuento o leyenda de carácter vívido, es sólo parte de una gran trama de mitos que, reunidos, forman la mitología, expresión de la actitud de una cultura frente a la vida, la muerte y el universo.
   Por tanto, el mito griego de Prometeo, el titán que robó el fuego del Olimpo para dárselo al hombre, simboliza las aspiraciones de la raza humana, incluso frente a los poderes de la naturaleza. El mito hebreo, casi contemporáneo, de Job y las pruebas a que se vio sometido, simboliza la sumisión espiritual del hombre a un poder sobrenatural, aun cuando este poder parezca cruel e injusto. Ambos mitos son, en efecto, gráficos relatos que revelan las filosofías de dos culturas del todo divergentes.
   En consecuencia, el mito no es una fantasía ni la enunciación de un error, como se le considera en el lenguaje corriente, sino más bien una velada explicación de la verdad. En opinión de Joseph Campbell, cualquier mitología digna de tal nombre desempeña cuatro funciones importantes:
1. Mediante sus ritos e imágenes, despierta en el individuo un sentimiento de admiración reverente, gratitud y hasta arrobamiento ante el misterio del universo y de la existencia humana, muy diferente, por cierto, del miedo.
2. La mitología también ofrece al hombre una visión congruente y amplia del mundo que le rodea, más o menos en concordancia con los mejores conocimientos científicos de la época. Le explica en forma simbólica las apariencias del universo y el lugar que ocupa en él.
3. La tercera función de una mitología viva consiste en apoyar el orden social establecido mediante ritos y ceremonias rituales.
4. Según Campbell, la función más importante de los mitos es guiar al individuo, etapa tras etapa, a través de las inevitables crisis síquicas de la existencia útil: desde la dependencia de la niñez a los traumas de la adolescencia, y de las pruebas de la edad adulta al trance final de la muerte.
   Las iglesias y las sinagogas todavía proporcionan a muchos de sus fieles una guía espiritual mitológica, pero Campbell arguye que para otros muchos la religión falla como guía. "Todas las edades anteriores a la nuestra creyeron en dioses, en una u otra forma", dice Carl Jung, cuyas teorías del inconsciente colectivo han ejercido una profunda influencia en el pensamiento de Campbell. "El cielo ha llegado a ser para nosotros un espacio vacío, un simple recuerdo de acontecimientos remotos. Pero nuestro corazón se agita sin cesar, y una inquietud secreta roe las raíces de nuestro ser". Muchos occidentales, sobre todo los jóvenes, buscan algo en qué apoyarse, y vuelven al fundamentalismo cristiano por la llamada Revolución de Jesús o bien se convierten a las religiones orientales, especialmente al budismo y al hinduismo.
   Campbell cree que la carencia general de autoridad espiritual que prevalece en las naciones occidentales ha sido un desastre para la gran mayoría. Se han hecho tentativas desesperadas de crear por lo menos algunos fragmentos de mitología moderna. Al describir al pequeño Reino Unido acosado por hordas de malvados durante la segunda guerra mundial, Winston Churchill recreó brillantemente el mito de San Jorge y el dragón. Y Charles de Gaulle, tanto en su papel de líder de la Resistencia como en el de Presidente de la Quinta República, revivió deliberadamente el fantasma de Juana de Arco.
   Durante mucho tiempo los norteamericanos vivieron envalentonados por el mito de la frontera que se ensancha sin fin, la noción de que siempre podrían empezar una nueva vida en el Oeste. Tal ilusión duró más que la frontera misma, mas ya nadie cree en ella. Campbell espera que los viajes espaciales vigoricen la tradición mítica. El entusiasmo que suscitaron las misiones Apolo fue contagioso; revivió el acto de Prometeo cuando robó el fuego a los dioses.
   Sin embargo, Campbell piensa en última instancia que es inútil esperar una gran mitología capaz de guiar hoy a la gente. "Nuestras vidas son demasiado diversas en sus antecedentes, fines y posibilidades para que un orden de símbolos único guíe a todas las personas". Los nuevos mitos han de ser necesariamente individuales, y cada cual debe descubrirlos por sí mismo.
   El hombre en busca de un ideal podría comenzar, según Campbell, explorando los mitos de la antigüedad, las religiones, y la literatura moderna. "Mi ángel guía se puede llamar temporalmente Vishnú, Jesús o Buda, pero el mensaje es el mismo. En la muchedumbre de mitos y leyendas que han llegado hasta nosotros quizá podamos todavía encontrar alguno que vuelva a señalarnos el rumbo".
   Los mitógrafos no nos proveen de mitos, pero nos indican que algo nos falta sin ellos; que el ser humano aún no ha superado su dependencia de lo mitológico, ni la superará mientras tenga más esperanzas y temores que los otros animales.

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