DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
A veces me
siento solo,
y desde el
abismo
clamo a Ti,
y dentro de
mí me responde
tu voz, y sé,
Amigo Eterno,
que te
encuentras junto a mí.
A veces la
sensación
de fracaso se
apodera de mí
y el desánimo
me invade.
A Ti levanto
mis ojos,
y la luz del
Padre celestial
brilla sobre
mí,
mandándome
que persevere.
A veces la
vida cotidiana
me agobia.
A Ti elevo mi
alma
y comprendo
entonces
que al
cumplir mi deber
con valor y
alegría,
te estoy
sirviendo a Ti,
Maestro
Divino, y mi tarea
se revela
como algo bueno
y sagrado.
A veces estoy
triste
y
desesperado,
pero cuando
pienso en Ti,
Espíritu de
justicia
y amor
perfecto,
una
maravillosa alegría
me inunda,
pues sé que
Tú me guías.
Oh Señor Dios
de los Ejércitos,
Tú siempre me
consolarás.
Bendito sea
tu nombre
por los
siglos de los siglos.
Judaísmo,
Libro de oración de los hermanos.
VENTANA AL
MUNDO:
SUIZA
ORDEN, PAZ Y
TRABAJO REINAN EN SUIZA
Por Max
Eastman
POR CULPA de
la fotografía, Suiza es un país poco conocido. Todo el mundo cree, por ejemplo,
que está formada en su mayor parte por los Alpes y que los Alpes son blancos.
Pero los Alpes son densamente verdes, y mirados a la distancia son violáceos en
casi toda su altura. Los valles son planos. Las llanuras son amenas y delicadas
praderas, extendidas como una alfombra sobre la grácil ondulación de las
colinas. Suiza tiene palmas tan espléndidas como sus pinos porque se extiende
hacia el cálido sur hasta las orillas del lago Maggiore.
Los amantes de la paz se reúnen siempre en
Suiza y eso también ha dado lugar a una mala inteligencia. Los suizos no son
pacifistas. Son una nación de guerreros, fortificada y provista para resistir
un sitio, y armada hasta los dientes. Suiza podría movilizar en 48 horas un
ejército de 800.000 hombres, o sea dos veces las posibilidades de Francia. Así
lo hizo en la segunda contienda mundial adelantándose a Gran Bretaña por varios
minutos, Y aunque se mantuvo fuera del conflicto, derribó cerca de 20 aviones
al hacer clara su política de perfecta neutralidad.
En épocas pasadas los suizos fueron considerados como los
mejores, más valientes, más sanguinarios y más confiables guerreros que
existían. Eran soldados profesionales y se ajustaban rigurosamente a la ética
de su profesión. Esto es, mataban y morían según contrato y no se pasaban nunca
a otros bandos, así les hiciesen ofertas. Tenían un defecto, sin embargo:
exigían de vez en cuando que se les pagara. Esto y el desarrollo del
nacionalismo, cerraron poco a poco los mercados extranjeros a este primer
producto notable del genio suizo. Una “Guardia Suiza”, integrada por 200 héroes
potenciales, hace aún parte de la decoración del Vaticano, pero eso es todo lo
que queda de una reputación de valor en la batalla que no había tenido rival desde
Esparta.
Su inteligencia práctica, no el pacifismo, fue la causa
de que los suizos se retiraran de la política internacional, de la rivalidad de
las potencias. Su situación geográfica lo hizo posible, sus vecinos lo hallaron
mutuamente ventajoso; pero fue su frío sentido de la realidad lo que lo puso
por obra.
La inteligencia práctica es también la base de la
economía de Suiza. No tiene riquezas minerales ni alimentos sobrantes ni
recursos naturales de ninguna clase, como no sean fuera hidráulica y gran
habilidad para hacer las cosas. Esta última es tan grande y está tan sabiamente
empleada, que la estéril Suiza tiene el nivel de vida tal vez más alto entre
todos los países del mundo. En cuanto a la equitativa y sana distribución de la
riqueza, no tiene émulo en toda la historia humana. En Suiza no hay mendigos,
ni barrios sórdidos, ni aparceros, ni analfabetos, ni personas que vivan en la
miseria. Los campesinos de las montañas son pobres, porque la montaña lo es,
pero no paupérrimos.
Personas eruditas dicen que ni siquiera existe
proletariado en Suiza. Las fábricas no están apiñadas en las grandes ciudades
sino esparcidas por todo el país, y una gran parte de los obreros industriales
son dueños de tierra.
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