Ralph Waldo Emerson
Manuel Kant |
Federico Amiel |
LA VIDA ES
UNA SERIE DE SORPRESAS
-EMERSON
La gran
dificultad en la vida es “saber vivir”’.
Los más
grandes filósofos que ha dado la inteligencia humana, los más prudentes que han
surgido de la experiencia del vivir, no han sabido ponerse de acuerdo sobre el
significado de la vida ni han sido tan sólo capaces de describirnos su
majestuosa trayectoria. Se ha dicho que “la vida es sueño”, que “es el sueño”, que es lucha, que vivir es sólo
una forma de morir. Mi vida es viento, se dice en el libro de Job. La vida debe
ser corta, nos dice Shakespeare, si no la vergüenza será larga. La lucha es un
combate, nos dice Gabriel García Tassara y el hombre lucha para no ser vencido.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día do apenas sale el sol cuando se
pierde en las tinieblas de la noche fría?... nos dice tristemente el poeta.
Pero del
fondo vital, no meramente, pasivamente, existencial el dinamismo americano, ha
surgido un filósofo de la acción que da un nuevo sentido, creador y optimista,
a la vida. “La vida –nos dice Emerson—es una serie de sorpresas”. Sorpresa el
nacer, el crecer, el llegar a estado de conciencia, a la “edad de razón” tan
desacreditada por los modernos literatos. La vida es un éxtasis, insiste aquel
filósofo, y Kant, cuya severidad mental está fuera de duda, afirma que la vida
es la facultad de actividad espontánea, la percepción de los tremendos poderes
humanos.
Conocimiento, amor, poder; he aquí el círculo completo de la vida,
resume Amiel. Conocer y amar para, a través del poder, convertir el propósito
en acción, el sueño en realidad.
Prosiguiendo la idea de las Palabras que
inspiran, en las que siguiendo el decir de Emerson “la vida es una serie de
sorpresas”, añadamos que es necesario, para disfrutar de ellas, que nos demos
cuenta de su presencia, que las apreciemos en su valor real y efectivo.
O, lo que es
lo mismo, las disfrutemos en lo que representan, pues de nada serviría en
nuestra vida que cada instante nos sorprendiera con la virginidad de su
presencia, si dejamos que esos minutos sean seguidos por otros sin que las
ventajas posibles nos aprovechen.
El mayor enemigo de una vida plena, es el
aburrimiento de la rutina, de cada día igual a la anterior, de cada hora igual
a la anterior, de cada minuto idéntico al que le precedió. Porque ese
suceder del tiempo sin que nada suceda o
como si nada sucediera, vacía nuestra vida de contenido y nos hace vivir como
si tuviéramos los ojos cerrados.
Es necesario vivir intensamente cada minuto,
estremecernos con cada sorpresa de las que Emerson nos habla; es preciso sacar
el mejor provecho a cada ocurrencia. Y este quehacer nos corresponde a cada uno
de nosotros. Hasta en el de cada día, en el más corriente, puede hallarse una
nueva faceta que lo ilumine favorablemente.
HABLEMOS/
1966
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