Las primeras
locomotoras tuvieron nombres caprichosos: Hubo en Inglaterra una que se llamó
“Guillermito Bufante” y en los Estados Unidos otra con el nombre de “Tomás
Pulgarcito”. También existieron “El León de los Puentes”, importada por los
Estados Unidos de Inglaterra y la locomotora de George Stephenson “El Cohete”,
que habría de convertirse en prototipo de todas las que se fabricaron después.
La primera locomotora verdadera que arrastró
sobre rieles vagonetas cargadas, fue construida por Richard Trevethick. En 1804
arrastró una carga de 10 toneladas sobre el ferrocarril Marthyir-Tydvil de
Gales. Según una declaración del Parlamento inglés, ese fue el primer
ferrocarril del mundo.
El desarrollo de la locomotora fue proceso
gradual, como el del aeroplano. Se tuvieron muchas versiones antes de
construirse la que fue considerada como la primera por muchas personas. A
Stephenson (1781-1848), se le tiene generalmente como inventor de la
locomotora. Sus máquinas fueron las primeras de uso práctico para el transporte
de cargas pesadas y pasajeros sobre vías férreas.
Stephenson, fogonero y guardafrenos en una
mina de carbón, era ingeniero mecánico y dedicó gran parte de su tiempo a
trabajar en la idea , ensayada ya en Gales y en otras partes, de emplear una
máquina de vapor para arrastrar largas hileras de carruajes, o un “tren”, sobre
carriles de hierro.
Ya en 1814 se había hecho de tal reputación
como hombre inteligente, con agudo sentido práctico e ingeniosidad, que un rico
propietario de minas le dio el dinero para que construyera una locomotora.
Ese mismo año su primera máquina de vapor
arrastró ocho vagones cargados a una velocidad de 6.5 kilómetros por hora sobre
vías férreas de una mina de carbón. No tardó en elevar su potencia y su velocidad y al año siguiente
sacó la patente de una locomotora que,
desde entonces hasta nuestros días, ha sido el modelo básico de todas las de
vapor.
En 1819 comenzó a construir ferrocarriles.
En 1825 una de sus locomotoras, tirando de 38 vagones con un peso total de 90
toneladas a una velocidad de 25 kilómetros por hora, fue la primera en
arrastrar un tren llevando pasajeros de paso.
Stephenson levantó la primera fábrica de
locomotoras del mundo. Al propagarse la “fiebre” de los ferrocarriles en
Inglaterra y los Estados Unidos primero y, en toda Europa, difícilmente se
construyó un ferrocarril en el que Stephenson no jugara papel importante.
Se retiró de
los negocios en 1840, dejándolos en manos de su hijo Robert (1803-1859).
Robert
Stephenson, cuyo cadáver fue sepultado en la Abadía de Westminster, fue más
ingeniero civil que mecánico. Construyó muchos puentes y viaductos
ferroviarios, no sólo en Inglaterra sino en Egipto, donde tendió puentes sobre
el Nilo, y en Canadá donde construyó un puente sobre el río San Lorenzo.
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