Actualmente se constata una
fecunda discusión filosófica sobre la necesidad de rescatar la razón cordial,
como limitación a la excesiva racionalización de la sociedad y como
enriquecimiento de la razón instrumental-analítica, que dejada a su libre
curso, puede perjudicar la correcta relación con la naturaleza, que es de
pertenencia y de respeto a sus ciclos y ritmos. Enumeremos algunos derechos de
la dimensión del corazón.
1. Protege el corazón que es
el centro biológico del cuerpo humano. Con sus pulsaciones riega con sangre
todo el organismo haciendo que viva. No lo sobrecargues con demasiados
alimentos grasos y bebidas alcohólicas.
2. Cuida el corazón. Es
nuestro centro psíquico. De él salen, como advirtió Jesús, todas las cosas
buenas y malas. Compórtate de tal manera que tu corazón no necesite
sobresaltarse ante riesgos y peligros. Mantenlo apaciguado con una vida serena
y saludable.
3. Vela tu corazón. El
representa nuestra dimensión profunda. En él se manifiesta la conciencia que
siempre nos acompaña, nos aconseja, nos advierte y también nos castiga. En el
corazón brilla la chispa sagrada que produce en nosotros entusiasmo. Ese
entusiasmo filológicamente significa tener un “Dios interior” que nos calienta
e ilumina. El sentimiento profundo del corazón nos convence de que el absurdo
nunca va a prevalecer sobre el sentido.
4. Cultiva la sensibilidad,
propia del corazón. No permitas que sea dominada por la razón funcional.
Armonízala con ella. Por la sensibilidad sentimos el corazón del otro. A través
de ella intuimos que también las montañas, los bosques y las selvas, los
animales, el cielo estrellado y el mismo Dios tienen un corazón pulsante.
Finalmente nos damos cuenta de que hay un solo inmenso corazón que late en todo
el universo.
5. Ama tu corazón. Es la
sede del amor. El amor que produce la alegría del encuentro entre las personas
que se quieren y que permite la fusión de cuerpos y mentes en una sola y
misteriosa realidad. El amor que produce los milagros de la vida por la unión
amorosa de los sexos y la entrega desinteresada, el cuidado de los más
desvalidos, las relaciones sociales inclusivas, las artes, la música y el
éxtasis místico que hace a la persona amada fundirse en el Amado.
6. Ten un corazón compasivo
que sabe salir de sí y ponerse en el lugar del otro para sufrir con él, cargar
juntos con la cruz de la vida y también juntos celebrar la alegría.
7. Abre el corazón a la
caricia esencial. Es suave como una pluma que viene del infinito y, con el
toque, nos hace percibir que somos hermanos y hermanas y que pertenecemos a la
misma familia humana que habita en la misma Casa Común.
8. Dispón el corazón para el
cuidado, que hace al otro importante para ti. Él sana las heridas pasadas e
impide las futuras. Quien ama, cuida y quien cuida, ama.
9. Amolda el corazón a la
ternura. Si quieres perpetuar el amor rodéalo de ternura y de gentileza.
10. Purifique día a día el
corazón para que las sombras, el resentimiento y el espíritu de venganza, que
también anidan en el corazón, nunca se sobrepongan al bien querer, a la finura
y al amor. Entonces, tu corazón latirá al ritmo del universo y encontrará
reposo en el corazón del Misterio, la Fuente originaria de donde procede todo,
que nosotros llamamos sencillamente Dios.
Estas cinco recomendaciones
que refuerzan el amor están llenas de sentido.
1. Pon corazón en todo lo
que pienses y en todo lo que hagas. Hablar sin corazón suena frío e
institucional. Las palabras dichas con corazón llegan a la profundidad de las
personas. Se establece entonces una sintonía fina con los interlocutores u
oyentes que facilita la comprensión y la adhesión.
2. En el razonamiento
articulado procura poner emoción. No la fuerces porque ella debe revelar
espontáneamente la profunda convicción de lo que crees y dices. Sólo así llega
al corazón del otro y se hace convincente.
3. La inteligencia
intelectual fría, que pretende comprender y resolver todo, genera una
percepción racionalista y reduccionista de la realidad. Pero también el exceso
de razón cordial y sensible puede decaer en el sentimentalismo almibarado y en
proclamas populistas que alejan a las personas. Hay que buscar siempre la justa
medida entre mente y corazón pero articulando los dos polos a partir del corazón.
4. Cuando tengas que hablar
a un auditorio o a un grupo, procura entrar en sintonía con la atmósfera que
hay allí. Al hablar, no hables solo desde la cabeza, da primacía al corazón. Él
siente, vibra y hace vibrar. Las razones de la inteligencia intelectual sólo
son eficaces cuando vienen amalgamadas con la sensibilidad del corazón.
5. Creer no es pensar en
Dios. Creer es sentir a Dios desde el corazón. Entonces nos damos cuenta de que
estamos siempre en la palma de su mano y que una Energía amorosa y poderosa nos
ilumina y calienta, y preside los caminos de la vida, de la Tierra y de todo el
universo.
-Leonardo BOFF/ 26-febrero-16.
-Leonardo BOFF/ 26-febrero-16.