DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
Oh Dios, que de modo
admirable
has creado al hombre a tu imagen y semejanza,
y de un modo más
admirable todavía
restableciste su dignidad por Jesucristo,
concédenos
compartir la vida divina
de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre
la condición humana por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Anónimo.
III DOMINGO DE CUARESMA
"En ese momento se presentaron algunos y le contaron a Jesús lo que había pasado con los galileos, a quienes Pilato había dado muerte en el Templo, mezclando su sangre con la de los sacrificios.
Jesús les puso además esta comparación: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar higos pero no halló. Dijo entonces al viñador: "Mira, hace tres años que vengo a buscar higos, pero nunca encuentro nada. Córtala, pues no sirve más que para agotar la tierra". Pero él le contestó: "Patrón, déjala un año más, así tendré tiempo para cavarle alrededor y echarle abono.
Puede ser que así dé frutos en adelante, si no, la cortarás". Lucas, 13, 1-9
Grabado que representa la higuera estéril realizado por el poeta e ilustrador Jan Luyken
El evangelio nos presenta un
Dios misericordioso que desea ardientemente la conversión del pecador, que sabe
esperar antes de intervenir con su justicia.
Jesús, durante su vida
pública, dirá: “He venido a traer fuego a la tierra y ¿qué es lo que quiero sino
que arda? Se trata del fuego que es Dios mismo, en su misteriosa proximidad al
hombre, un fuego, que debe llamear, como una bandera enhiesta, en el corazón de
la historia y de cada ser humano.
Un Dios que anhela la
conversión del hombre.
Jesús en el evangelio nos
advierte que Dios no ama el castigo (los galileos asesinados) sino que quiere el
arrepentimiento y la conversión.
La historia de Israel y la
historia del cristianismo son para todos nosotros una invitación fuerte a la
conversión. Porque como dice, si no os convertís, pereceréis.
Un Dios paciente, que sabe
esperar. Dios sabe que convertirse de verdad no es fácil, ni cosa de unas horas
o días. Porque conoce el interior del hombre, Dios sabe esperar, no tiene
prisas, cuando ve una disposición sincera para la conversión.
La parábola de la higuera,
narrada por Jesús en el evangelio, es de gran consuelo para el hombre débil, y
no pocas veces estéril en sus esfuerzos de conversión. Dios no sólo espera,
además actúa en la conciencia humana para que se convierta y dé frutos.
¿Será el hombre tan ingrato
ante tanta bondad y misericordia de Dios? Somos cristianos. No olvidemos que
con Cristo ha llegado la plenitud de los tiempos. Con la plenitud de los tiempos llega también la plenitud de la
paciencia divina. ¿La rechazaremos? Señor, líbranos de este mal, el mal
supremo.
La misericordia de Dios
llega hasta suspender la decisión de castigo ya tomada.
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No cesar de predicar al Dios cristiano. Dios es uno solo,
por eso el Dios cristiano tiene rasgos comunes con el Dios en el que creen los
judíos o los musulmanes. A pesar de ello, hay también aspectos diferenciales,
que de ninguna manera deben ser callados.
Hay que hablar del
Dios presente y cercano al hombre, del Dios misericordioso que sabe esperar...
Y hay también que hablar del Dios que, siendo uno, coexiste en tres personas,
algo que constituye el rasgo más diferencial de nuestra concepción cristiana de
Dios. Por otro lado, es verdad que hay que hablar de problemas morales, de
cambios de mentalidad, de laicismo y liberalismo.
Antonio Izquierdo.
Fuente: Catholic. net
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