Juan Gelman, “Premio Nacional de Poesía” 1997 de Argentina, recibió este año el galardón más antiguo y prestigioso en América Latina destinado a destacar al mejor poeta argentino: el “Premio Nacional de Poesía” que sólo se otorga cada cuatro años en la República Argentina.
Después de la vuelta a la
democracia, Gelman regresó a la Argentina, pero por poco tiempo y partió México donde vive y sigue produciendo.
La entrevista se la hizo en Grecia su amigo el poeta griego Rigas Kappatos.
Hace poco recibiste el Premio Nacional de Poesía de tu país. ¿Qué
significa para ti esta distinción?
Es un premio que me honra: se otorga cada 4
años y es el más antiguo de América pues fue creado en 1914. Me honra sobre
todo porque fue otorgado por unanimidad por un jurado de cinco poetas
excelentes. Agrego que no creo ser el único que lo merece en Argentina, donde
la poesía goza de muy buena salud.
¿Qué ocurrió en la ceremonia de la entrega
del premio?
Pronuncié algunas palabras que, me parecen,
no fueron gratas para la secretaria de Cultura y otras autoridades oficiales,
pues expresé duras críticas a la política del gobierno. La secretaria se creyó
en la obligación de responderme y llegó a decir que si yo podía criticar como
lo hice es por lo que me permite este gobierno. Es decir, es el gobierno y no
el sistema democrático que permite la libertad de pensamiento. Se trata de una
lamentable confusión entre la esfera institucional y la esfera pública. Es como
si los padres que se oponen a este gobierno no enviaran sus hijos a la escuela
pública porque los financia el Estado. En realidad, tanto el presupuesto de
educación como los premios nacionales salen de los bolsillos del pueblo. No fue
la secretaria la que otorgó el premio. Fueron, como dije, cinco poetas que
integraron el jurado.
En el pasado, a tu modo, escribiste también
poemas de protesta social. Según tu parecer, ¿cuál es la función de la poesía
social ajora que el mundo se solidifica en algo más o menos monolítico, sin
comunistas ni capitalistas enfrentándose, en algo así como una “Pax” no
romana sino “Americana”?
Creo, ante todo, que el único tema de la
poesía es la poesía y por eso puede hablar de todo. Su función, como de las
artes en general, es procurar alegría y belleza al ser humano. Eso siempre ha
sido y siempre será. Al respecto recuerdo una frase de ese gran escritor
guatemalteco que fue Luis Cardoza y Aragón: la poesía “sirve cuando no se ocupa
de servir”. César Vallejo, el gran poeta peruano, escribió poemas sociales y
políticos de extraordinaria hermosura y esa hermosura es su “función”. Por lo
demás, no pareciera que el mundo esté demasiado solidificado después de la
caída del sistema soviético. Basta el ejemplo de Yugoslavia para mostrarlo. En
todo caso, según lo que se vive en Argentina, habrá cesado el enfrentamiento
entre países capitalistas y países supuestamente socialistas, pero no el
enfrentamiento del sistema con los trabajadores y el pueblo en general. El neoliberalismo en curso
ha ampliado considerablemente la pobreza, ha incrementado la desocupación hasta
planos sin precedente y ha convertido al país en una suerte de factoría del
FMI, el Banco Mundial y el capital financiero internacional. Eso provoca protestas
sociales en las calles y rutas del país. Tal vez algunos poetas sientan la
necesidad de trasladarlas a su escritura.
La
civilización griega antigua y en especial la mitología griega, ¿tiene que ver
de algún modo con tu inspiración poética?
Y con la inspiración poética de todo
Occidente, me atrevería a decir, aunque su influencia no sea fácilmente
identificable. Me refiero a que la civilización griega clásica acuñó conceptos
y palabras que todavía usamos, acuñó niveles de subjetividad que portamos en nosotros incluso sin darnos cuenta. En lo
que mí respecta, he escrito últimamente algunos poemas que remiten a la riquísima mitología griega,
que pareciera abarcar muchos costados de la vida humana.
Para muchos, Safo es la primera poeta que
escribió poesía “moderna”. ¿Estás de acuerdo con los escritores que así opinan?
Sí y no. Estoy de acuerdo en que es una
poeta “moderna”. No tanto que haya sido la primera. Recuerdo ahora un poema chino de hace más de
30 siglos -uno de los primeros de la tradición oral que pasaron a la
escritura – que también me parece extremadamente “moderno”. Pero esto suscita
otra cuestión: ¿qué es “modernidad” en poesía? Vuelvo a citar a Cardoza y
Aragón: “la poesía es siempre moderna”.
APOLO
Apolo envejeció y no le preocupaban
los platos y vasos que se le caían de las manos
y se rompían contra el suelo con música. Eso
lo devolvía a su oscuridad original,
cuando era el dueño de la divina distancia.
Dafne, Coronis, Casandra y otras
que él amó y desamó, apretadas en su memoria ahora,
son como burritos que pasan y no le traen recuerdos.
No es eso, entonces.
Apolo se pregunta por el temblor de manos
que no busca la brisa, ni se descalza,
ni tiene un gallo nocturno
en un rincón de la alcoba.
Sabe que nadie duerme en el temblor,
ni la pulpa de un traje lánguido al menos.
Se dice así mismo que Apolo es sólo la sensación de
Apolo,
como el mundo es apenas una sensación del mundo.
Pero el temblor trae una carta
escrita en el país donde todos se reúnen
y Apolo sueña con noches impalpables
y cantos que todavía no cantó
y levanta las manos para asirlos
y se le caen platos, vasos,
en olor a juventud.
DAFNE
Qué fiesta la de la alegría nueva
sobre el viejo dolor.
Dafne se hace pluma y vierte
luz y tiempo en la razón de piedra.
Le escriben versos en la ciudad
que pisotea a la justicia. Dafne huye
de los papeles que la ciñen.
Nadie la merece,
a veces se la encuentra en
humillaciones de la realidad.
No está escrita aún, como un caballo largo.
Se la ve tan claramente
en el árbol que fue, convertida en vanidad.
Ella ocupa la desolación y nada se le concederá.
Ni el asombro idéntico a ella misma.
Sólo busca un recuerdo donde
es suave y, en un momento, niña.
Cierra los ojos ante el viento
que agita su pollera y
sobre ella cae la vida continua.
México/ 8-11-96
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