miércoles, 10 de febrero de 2016

EL ARTE SOY YO; LA CIENCIA SOMOS NOSOTROS / Claude BERNARD


El gran sabio francés escribió aquellas palabras tan reveladoras en su libro “Introducción a la medicina experimental”. Su “yo” y “nosotros” correspondientes a Arte y Ciencia explican mejor que volúmenes de literatura este fructuoso, pero a veces amargo, debate que ha surgido a través de los tiempos entre las dos “especies” más elevadas de la condición humana: el artista y el científico. 

   El arte es una creación individual, una revelación, nos dice Benavente. Sólo es artista el hombre que cree absolutamente en sí, porque él es absolutamente él mismo, afirma un hombre que fue “él mismo” hasta el fin: Óscar Wilde.

   La obra científica, en cambio, es una sucesión de creaciones individuales y colectivas; una suma a la que se aportan constantemente sumandos, muchas veces anónimas o casuales, para hacerla más grande y sustanciosa.

   El inventor es el artista de la ciencia como el artífice es el científico del arte.

   Si el arte es una creación, la ciencia es una comprobación. Aquél origina: ésta compagina.










El ingenio de Álvaro Ortiz López, el wixarika visionario de la chaquira, originario de la sierra de Nayarit (México) que destaca la identidad de un pueblo vivo a través de la Wolkswagen sedan Vochol.













A esto hay que agregar lo que dice Michio Kaku



El físico teórico Michio Kaku nos explica cómo el pensamiento erróneo de la sociedad actual mata la curiosidad por la ciencia en los jóvenes. Todos nacemos científicos, y luego el sistema educativo en primaria y secundaria nos aplasta la capacidad de pensar, crear, imaginar e inventar.

   Michio es un apasionado de la ciencia a la que se acercó desde pequeño influido por los dibujos de Flash Gordon. Pero su interés no era Flash, ni sus músculos, ni sus aventuras; a él lo que le gustó era el personaje del Dr. Zarkov, que utilizaba la fuerza de su cerebro para crear naves interestelares y ciudades en el cielo. Y es que la imaginación desbordante que tienen los niños en sus primeros años de vida parece que se trunca, como explica Kaku, conforme avanza su educación primaria y secundaria y el peso de la memorización en el proceso de aprendizaje parece impedir las ganas de seguir experimentando, probando y curioseando la realidad que nos rodea.

   La curiosidad de los niños hay que estimularla y motivarla para que puedan desarrollar todo su potencial. Al parecer Kaku buscaba libros en su juventud que le enseñaran a pensar en leyes físicas que explicaran que es lo que era imposible de realizar. Descartando todo lo que era físicamente imposible todo lo demás podía ser posible. Así, uno de los libros de Michio dedicados a la divulgación es “Physics of the Impossible“, donde examina las tecnologías que no son posibles hoy, pero que pueden ser posibles en el futuro, como la invisibilidad, el teletransporte, la telepatía, los viajes estelares, los motores de antimateria y los viajes en el tiempo, anticipando en qué momento estas tecnologías podrían hacerse realidad.


   Por lo tanto, quizás es un reto para los sistemas de educación sacudir los sistemas rígidos de aprendizaje que exigen a los niños memorizar en vez de entender e interpretar lo que pasa en la realidad. De la misma forma que hacen de pequeños cuando tiran objetos y aprenden física (fuerza aplicada, distancia recorrida, masa del objeto) no se deberían mermar sus posibilidades para ser científicos siendo condicionadas por una mala respuesta en un examen de memorización.

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