sábado, 20 de febrero de 2016

LAS AMENAZAS QUE HACEN PELIGRAR LA EXISTENCIA HUMANA./ UNA CULTURA CUYO CENTRO ES EL CORAZÓN / Leonardo BOFF


(Redactado 19 de febrero)

El teólogo brasileño Leonardo Boff consideró hoy en Santo Domingo que el calentamiento global, el principio de autodestrucción, la incapacidad de la tierra para renovarse y la escasez de agua son las cuatro grandes amenazas que hacen peligrar la existencia de la vida humana tal y como se conoce.

Boff, uno de los principales exponentes de la Teología de la Liberación y consumado ecologista, pronunció una conferencia en el Palacio Nacional dominicano en presencia del presidente del país, Danilo Medina, la vicepresidenta, Margarita Cedeño de Fernández, y altos cargos del Gobierno.

Uno de los grandes problemas que se avecinan será, según Boff, el que causará 100 millones de "emigrados ecológicos" que, afectados por la falta de agua, no aceptarán ese "veredicto de muerte" y procederán a invadir países y territorios.

"Apenas el 10 por ciento del 0,07 por ciento del agua potable (aprovechada) es destinada al consumo humano y animal, con lo cual tenemos que prepararnos para una emergencia humanitaria con categoría de catástrofe ecológica y social sin precedentes en el mundo", aseguró Boff.

El exsacerdote y escritor lamentó la "maquinaria de muerte" que, a su juicio, ha impuesto el hombre sobre la tierra y la naturaleza, aunque consideró que "aún hay algo de tiempo" para redimir al planeta.

"Tenemos que realizar un cambio radical de corazón y mente; no tenemos tradición de cultivar el espíritu para brindar amor, solidaridad, disfrutar de la alegría de compartir, de considerarnos hermanos, de saber perdonar y ofrecer compasión; esos son los valores de la vida del espíritu", exclamó Boff ante un atestado salón palaciego que aplaudió sus palabras.

Boff, que basó su conferencia en el tema medioambiental, aprovechó la ocasión para condenar la intervención de "potencias extrañas" en Latinoamérica, y calificó de "vergüenza" las dos intervenciones armadas de Estados Unidos a la República Dominicana el siglo pasado.

Además, criticó el "capitalismo salvaje" que, consideró, tocó fondo en la crisis de la economía mundial de 2008, y en varias oportunidades se refirió positivamente a la encíclica del papa Francisco "Laudato Si". 

El teólogo llamó a cuidar Latinoamérica, que llamó "nuestra casa común", al afirmar que es la mayor reserva de biodiversidad, agua y bosques húmedos del mundo.

"América Latina puede ser la mesa puesta para hacer frente al hambre y la sed de todo el mundo. Tenemos que garantizar esa herencia sagrada no solo para nosotros, sino para toda la humanidad", dijo Boff, quien agradeció a Dios que la región esté "un poco al margen" de los grandes conflictos armados que sufre el mundo.

Alertó de que la tierra ha sobrepasado en un 30 % su capacidad para regenerarse debido a la sobrecarga que le ha impuesto la humanidad.

"La tierra tiene vida sobre ella misma, es un superente vivo que física, biológica y químicamente siempre produce, reproduce vida, eso significa reacción la fiebre producida por la forma como nosotros nos relacionamos con ella, con una alta agresividad", afirmó.

Boff dijo que de acuerdo con datos de la comunidad científica de Estados Unidos, el calentamiento abrupto de la tierra en los próximos 15 o 20 años podría llegar a los 4 o 5 grados.

"Con esa temperatura, la vida que conocemos no va a continuar; debemos tener el cuidado de mirar hacia una estrategia de supervivencia de la especie humana y el futuro de nuestra civilización", sentenció.


 UNA CULTURA CUYO CENTRO ES EL CORAZÓN

Nuestra cultura, a partir del llamado siglo de las luces (1715-1789) aplicó de forma rigurosa la comprensión de René Descartes (1596-1650) de que el ser humano es “señor y maestro” de la naturaleza y puede disponer de ella a su antojo. Confirió un valor absoluto a la razón y al espíritu científico: Lo que no consigue pasar por la criba de la razón, pierde legitimidad. De aquí se derivó una severa crítica a todas las tradiciones, especialmente a la fe cristiana tradicional.
Con esto se cerraron muchas ventanas del espíritu que permiten también un conocimiento sin que pase necesariamente por los cánones racionales. Ya Pascal notó ese reduccionismo hablando en sus Pensamientos de la logique du coeur (“el corazón tiene razones que desconoce la razón”) y del esprit de finesse, que se distingue del esprit de géométrie, es decir, de la razón calculadora e instrumental analítica.

Pero lo más marginado y hasta difamado fue el corazón, órgano de la sensibilidad y del universo de las emociones, bajo el pretexto de que atropellaría “las ideas claras y distintas” (Descartes) del mirar científico. Así surgió un saber sin corazón, pero funcional al proyecto de la modernidad, que era y sigue siendo el de hacer del saber un poder, un poder como forma de dominación de la naturaleza, de los pueblos y de las culturas. Esa fue la metafísica (la comprensión de la realidad) subyacente a todo el colonialismo, al esclavismo y eventualmente a la destrucción de los diferentes, como las ricas culturas de los pueblos originarios de América Latina (recordemos a Bartolomé de las Casas con su Historia de la destrucción de las Indias).

Curiosamente toda la epistemología moderna que incorpora la mecánica cuántica, la nueva antropología, la filosofía fenomenológica y la psicología analítica han mostrado que todo conocimiento viene impregnado de las emociones del sujeto, y que sujeto y objeto están indisolublemente vinculados, a veces por intereses ocultos (J. Habermas).

A partir de tales constataciones y con la experiencia despiadada de las guerras modernas se pensó en rescatar el corazón. Al fin y al cabo, en él reside el amor, la simpatía, la compasión, el sentido del respeto, la base de la dignidad humana y de los derechos inalienables. Michel Mafessoli en Francia, David Goleman en Estados Unidos, Adela Cortina en España, Muniz Sodré en Brasil y tantos otros por todo el mundo, se han empeñado en rescatar la inteligencia emocional o la razón sensible o cordial. Personalmente estimo que frente a la crisis generalizada de nuestro estilo de vida y de nuestra relación con la Tierra, sin la razón cordial no nos moveremos para salvaguardar la vitalidad de la Madre Tierra y garantizar el futuro de nuestra civilización.

Esto que nos parece nuevo y una conquista –los derechos del corazón–, era el eje de la grandiosa cultura maya en América Central, particularmente en Guatemala. Como no pasaron por la circuncisión de la razón moderna, guardan fielmente sus tradiciones, que vienen a través de las abuelas y los abuelos a lo largo de generaciones. Su principal texto escrito, el Popol Vuh, y los libros de Chilam Balam de Chumayel testimonian esa sabiduría.

Participé muchas veces en celebraciones mayas con sus sacerdotes y sacerdotisas. Se hace siempre alrededor del fuego. Comienzan invocando al corazón de los vientos, de las montañas, de las aguas, de los árboles y de los antepasados. Hacen sus invocaciones en medio de un incienso nativo perfumado que produce mucho humo.

Oyéndolos hablar de las energías de la naturaleza y del universo, me parecía que su cosmovisión era muy afín, guardadas las diferencias de lenguaje, a la de la física cuántica. Todo para ellos es energía y movimiento, entre la formación y la desintegración (nosotros diríamos: la dialéctica del caos-cosmos) que dan dinamismo al Universo. Eran eximios matemáticos y habían inventado el número cero. Sus cálculos del curso de las estrellas se aproximan en muchas cosas a lo que nosotros con los modernos telescopios hemos alcanzado.

Bellamente dicen que todo lo que existe nació del encuentro amoroso de dos corazones, el corazón del Cielo y el corazón de la Tierra. Esta, la Tierra, es Pacha Mama, un ser vivo que siente, intuye, vibra e inspira a los seres humanos. Estos son los “hijos ilustres, los indagadores y buscadores de la existencia”, afirmaciones que nos recuerdan a Martin Heidegger.

La esencia del ser humano es el corazón que debe ser cuidado para ser afable, comprensivo y amoroso. Toda la educación que se prolonga a lo largo de la vida consiste en cultivar la dimensión del corazón. Los Hermanos de la Salle tienen en la capital Guatemala un inmenso colegio –Prodessa– donde jóvenes mayas viven en internado, bilingüe, donde se recupera y se sistematiza la cosmovisión maya al mismo tiempo que asimilan y combinan saberes ancestrales con los modernos, ligados especialmente a la agricultura y a relaciones respetuosas con la naturaleza.

Me complace terminar con un texto que una mujer maya sabia me pasó al final de un encuentro sólo con indígenas mayas: “Cuando tienes que escoger entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien escoge el camino del corazón nunca se equivocará” (Popol Vuh).

Leonardo BOFF/ 19-febrero-16

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