El propósito primordial es compartir los mensajes recibidos a fin de formar una opinión o corriente generalizada sobre los acontecimientos y su aplicación a nuestro medio de acuerdo a las circunstancias y situaciones concretas. Compartir el tesoro....
viernes, 9 de septiembre de 2011
ODA A MI PADRE / Francisco PEREDA CALDERÓN
Franec Pereda Rodríguez.
Hoy 17 de octubre, se cumple un mes del fallecimiento de mi abuelo Francisco Rómulo Pereda Jáuregui. Es en esta fecha que quiero participarles lo siguiente:
Mi bisabuelo se llamaba Francisco Caracciolo, mi abuelo Francisco Rómulo, mi padre Francisco Wenceslao y yo Franec Aurelio, que aunque esté en polaco también significa Francisco.
Mi abuelo Francisco Rómulo, nació en Santiago de Chuco hace ochentinueve años, contrajo matrimonio con mi abuela salpina Julia Calderón de la Cruz y estuvo casado sesentitres años y medio; tuvo cuatro hijos, Rita, Alejandro, Isaac y Francisco. Hizo del pueblo de Salpo su segunda tierra, fue sastre de profesión. En Salpo ejerció el cargo de Teniente Gobernador y de Juez de Paz en dos oportunidades, cargos que desempeñó demostrando honradez, respeto y responsabilidad.
Mi abuelo con sus casi noventa años siempre fue un hombre fuerte y su última enfermedad sólo le duró once días. Mi padre Francisco Wenceslao, violinista de profesión y residente en México, al enterarse del fallecimiento de su padre me envió un fax que transmito a ustedes.
ODA A MI PADRE
Padre, desde donde hoy te encuentras
sé que me escuchas.
Envuelto en el silencio de tu eterno pensamiento
hoy te trataré de tú.
Quiero verte una vez más a través de las lágrimas
que agrandan tu alma y acongoja mi corazón;
como decía tu paisano, el "cholo" Vallejo,
"No hay despedidas ni retornos, sólo queda el ser".
Te veo trabajando en el campo, luchando como un Titán,
te veo cultivando tu oficio, el cual transformaste en arte,
fuiste un esclavo de tu vocación y también un profesional,
para tí, ser profesional, significó dedicación, respeto y perfección,
he ahí, mi primera lección.
Te veo una vez más, sumergido en el tiempo
cuando jugábamos a las carreras y fingías caerte para que yo ganara.
Practicaste la humildad con el ejemplo,
cualidad tuya fue el desprendimiento material,
nunca acumulaste fortuna, cual carpintero hebreo,
viviste del trabajo de tus manos,
he ahí, mi segunda lección.
Todo el trigo que sembraste en tu vida, flamea en mi mente
como infinitos campos dorados de amor y recuerdos.
Finalmente padre, mi agradecimiento por enseñarme a leer,
hoy entiendo por qué me decías:
"Las letras lo dicen todo",
he ahí, mi tercera lección.
Por eso, hoy y siempre, escribiré sobre tu epitafio,
con letras llenas de música:
"!Gracias, padre!, por haberme dejado vivir mis sueños".....
Tu hijo Francisco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario