"Un Poema no ha de consistir en pensamientos sino en palabras":
Stephane Mallarmé.
CONFESIONES.
El gélido ímpetu cala el fondo del alma
cercenando a cada instante el hálito viviente,
generando lúcidos recuerdos de la senda recorrida,
despertando el displicente letargo de la mente adormecida.
Son vivencias que afloran con la celeridad de un rayo,
brotando sutilmente la pasión de un vendaval ardiente,
osando apoderarse del panel de la mística conciencia
desviando el destino de la sierpe furiosa e hiriente.
Por error e inocencia abordé un barco a la deriva,
navegando en mares solitarios de sombras inflexivas,
asfixiando impunemente el reflejo matutino
eclipsando magramente el cielo azul de mi destino.
A medida que los años trotan en la adversidad del tiempo,
ciégamente me aferro con audacia a mi pasado,
acatando los mandatos y designios con bonanza y equilibrio,
al final de la jornada ¡la modestia brillará con lucidez!
Hoy más que nunca comprendo con clara convicción,
que el hombre tiene un destino señalado;
nadie escapa a esta norma sacrosanta por divina,
sólo queda resignarse y aceptar con decisión.
Con irónico sarcasmo evoco actos de pueril ingenuidad,
errores que invadieron mi inocente y novel juventud;
dejando huella en la conciencia delirio y lasitud,
acciones que medran y taladran la idílica quietud.
Siendo la modestia y el acervo herencias paternales,
a mis padres dedico mi esfuerzo con humilde gratitud;
el delirio del pasado de frondosas experiencias
las oriento a mil lazos nuevos, fuertes y fraternales.
Sumido en la gravitación de hondas reflexiones,
dubitando pensamientos extraídos del ayer,
¡me decido al fin! que el bagaje enriquecido,
postulado puede ser en la era del nuevo amanecer.
INFAMIA.
Me horrorizo del mundo y de la vida
por su vil forma de condenar,
con inclemencia y arrogancia abominable
el trajín de cada uno de sus miembros conocida.
La vida se torna incomprensible
y el mundo se convierte en un truhán,
cada instante que se quema es un suspiro
y cada acto vivencial ¡alimento del corazón!
Cogitando en la soledad del campo
se llega a una conclusión:
que el tiempo está lleno de ilusiones
y el hombre perdido en él está.
Simulando ser fuerte y valiente,
trajinando tenazmente voy;
pero luego el estoicismo se me agota
reinando nuevamente la injusticia y el poder.
Es mi fuerza el recurso del que dispongo,
arma artera que hace sucumbir:
a los detentores amantes de la injustica
y al lumpen de escoria residual.
Cada hombre participa a su manera,
inmerso va en el trance antagónico:
unos combatiendo la cruel injusticia,
otros gozando del hambre y del sudor ajeno.
Mañana cuando brote un nuevo manantial,
nuevas voces de vida cantarán,
esfumándose tinieblas y clamores iracundos,
anunciando solamente ¡el alba de total liberación!
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