EL ANNUS NEFASTUS
El año de 2015 que acaba de
terminar merece esta calificación latina: annus nefastus. Otros lo llaman annus
horribilis. Ocurrieron tantas calamidades que, además de espanto, nos causan
preocupación. La primera es el Día de la sobrecarga o del sobregiro de la
Tierra (Earth Overshoot Day) ocurrido el 13 de septiembre. Significa que en
este día la Tierra reveló que sus reservas de suministros para mantener el
sistema-vida y el sistema-Tierra sobrepasó los límites. Perdió a su
biocapacidad. La Tierra es la base para todos nuestros proyectos. Como la
Tierra es un super-ente vivo, las señales que nos envía de que no aguanta más
son las sequías, las inundaciones, los tifones y el aumento de la violencia en
el mundo. Todo está conectado con todo, como repite insistentemente el Papa
Francisco en su encíclica. Asociado a este hecho, el consenso alcanzado el 12
de diciembre por la Cop 21 en París es ilusorio: el calentamiento debería estar
por debajo de 2º centígrados, tendiendo hacia 1,5°C a mediados de siglo. Esto
implica un cambio de paradigma de civilización, no basado en los combustibles
fósiles, aunque se sabe que todas las energías alternativas en conjunto no
llegan al 30% de lo que necesitamos. Esta conversión, los grandes proveedores
de petróleo, gas y carbón no pueden hacerla ni la quieren. La idea es retórica.
El tercer evento nefasto es la violencia terrorista en Europa, en África, los
miles de refugiados y la guerra que las potencias militaristas, todas juntas,
promueven contra el Estado Islámico y en contra de otros grupos armados en
Siria. Fuentes seguras dan fe de miles de víctimas civiles inocentes. Otro
hecho nefasto es la transformación de Estados Unidos en un estado terrorista.
Con sus 800 bases militares distribuidas por todo el mundo, interviene, directa
o indirectamente, allí donde percibe amenazados sus intereses imperiales.
Internamente el “Acto patriótico” no ha sido abolido y es la suspensión de los
derechos fundamentales. No sin razón la policía estadounidense mató en 2015 a
cerca de mil personas desarmadas, el 60% de las cuales eran negros o latinos.
Otro hecho horribilis es en
Brasil la corrupción dentro de la más grande petrolera del país, PETROBRAS,
implicando millones y millones de dólares. Junto a esto irrumpió entre nosotros
una ola de odio, de ira y de prejuicio después de las elecciones presidenciales
de 2014. No es de extrañar, porque Brasil está lleno de contrastes; así lo vio
Roger Bastide (Brésil, terre des contrastres, Hachette, 1957), pero antes de él
Gilberto Freyre, el más importante intérprete de la história social de Brasil,
que escribió: «considerada en su conjunto, la formación de Brasil fue un
proceso de equilibrio entre antagonismos».
Este antagonismo, a menudo
mantenido bajo el manto ideológico del «hombre cordial» salió del armario ahora
y se nota claramente, en particular en los medios de comunicación social. El
«hombre cordial» que Sergio Buarque de Holanda Raízes do Brasil, 21.edición,
1989, p. 100-112) tomó del escritor Ribeiro Couto, es por lo general muy mal
comprendido. No tiene nada que ver con civilidad y cortesía. Tiene que ver más
bien con nuestra aversión a los ritos sociales y a los formalismos. Estamos a
favor de la informalidad y la cercanía.
Es un comportamiento
brasilero que se rige más por el corazón que por la razón. Ahora bien, del
corazón nacen la amabilidad y la hospitalidad. Pero como acentúa Buarque de
Holanda, «la enemistad puede muy bien ser tan cordial como la amistad, ya que
una y otra nacen del corazón» (nota 157 de la p. 106 a 107).
Este frágil equilibrio se
perdió en 2015 e irrumpió la cordialidad negativa como odio, prejuicio y rabia
contra militantes del PT, contra nordestinos y negros. Ni figuras
constitucionalmente respetables, como la presidenta Dilma Rousseff, se
salvaron. Internet ha abierto las puertas del infierno a la injuria, las
palabrotas, la afrenta directa entre las personas, unas contra otras.
Tales expresiones sólo
revelan nuestro atraso, la ausencia de cultura democrática, la intolerancia y
la lucha de clases. No se puede negar que se ha encontrado en ciertos sectores
resentimiento de los pobres y de quienes ascendieron socialmente, gracias a las
políticas sociales compensatorias (pero poco emancipadoras) del gobierno del
PT. Los antagonismos brasileños se mostraron claramente no armonizados y ahora
a rienda suelta unos contra otros en verdadera lucha (llámese de clases, de
intereses, de poder, no importa). Pero hay una ruptura social en Brasil y nos
va a costar mucho volverla a coser. A mi entender, sólo a partir de una
democracia participativa que vaya más allá de la farsa actual, ya que
representa antes los intereses de las clases acomodadas que los del pueblo como
un todo.
Lo que nos vale es nuestra
sobreabundancia de esperanza que supera el annus nefastus en dirección hacia un
annus propicius. Hay tantas experiencias buenas por todas las partes que no
pudieron ser abordadas en este espacio, que justifican esta esperanza de un año
propicio. Que Dios nos escuche.
- Leonardo BOFF/ 1 de enero-2016
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