Sir Edward Frankland, famoso
químico inglés cuyos trabajos extraordinarios fueron el principio del largo
batallar por lograr la purificación de las aguas de ríos y lagos – batalla que
está entrando en su fase decisiva—nació en Lancashire en el año 1825.
Era aprendiz de farmacia, pero al llegar a
los 20 años se trasladó a Londres para estudiar con Playfair y posteriormente a
Alemania donde fue discípulo de Bunsen, inventor del famoso quemador que lleva
su nombre.
Llegó posteriormente a catedrático de
química en una universidad de Manchester ciudad en la cual ofreció también
conferencias en el Hospital de San Bartolomé. Al mismo tiempo dedicaba parte de
su tiempo a investigaciones originales,
que realizó con gran éxito.
En 1868 Frankland fue designado miembro de
la comisión real constituida para estudiar la contaminación de las aguas
fluviales y el gobierno puso a su disposición para este trabajo un laboratorio
totalmente equipado. En este laboratorio trabajó varios años realizando las
investigaciones necesarias para la misión encomendada a la comisión real.
Frankland acopió una cantidad enorme de
datos y antecedentes en relación con el hecho de que los ríos ingleses,
especialmente el Támesis, se utilizaban como vías de drenaje que llevaban los
desperdicios y basura desde las ciudades hacia el mar.
En este aspecto, la utilización de ríos como
vías de drenaje se ha convertido en nuestros días en problema de importancia
extraordinaria. Son muchos los técnicos e investigadores que creen que la
conquista de la contaminación de las aguas fluviales será una de las empresas y
realizaciones más grandes del siglo XX, mucho más que los proyectados viajes a
la Luna y los planetas.
Y no es solamente la contaminación de las
aguas fluviales lo que amenaza a la Tierra.
La contaminación del aire es problema grave
que está aún por resolver. Igualmente la contaminación de los alimentos por los
insecticidas y por la contaminación de las aguas del mar. Es hacia este problema
general que Frankland orientó el interés de la humanidad.
Frankland se impuso la obligación de
analizar mensualmente la pureza de las aguas potables de Londres para dar a
conocer el resultado de sus investigaciones, trabajo que continuó hasta su
muerte. Era batallador constante en este sentido y tanto movió los sentimientos
de la opinión pública que al morir ya Londres contaba con agua totalmente
purificada.
En otras esferas de investigación tuvo
éxitos similares. Sus estudios le convencieron de que las capas exteriores del
Sol no eran ni líquidas ni sólidas sino más bien de materia en estado gaseoso.
En unión de Sir Norman Lockyer fue el descubridor del gas helio. En 1868
notaron una línea amarilla brillante en el espectro solar que no explicaba
ningún elemento conocido hasta entonces.
Lo atribuyeron al elemento hipotético helio, que no pasó mucho tiempo
sin dejar de ser hipotético.
No hay comentarios:
Publicar un comentario