ARTICULACIÓN
La punta de
la lengua sirve para obturar el espacio entre los labios. Ella es el órgano que
cierra el paso del aire. Piensa en la llave del agua: la función de la lengua
es semejante a la de la válvula, que al moverse interrumpe o libera el paso del
líquido. En el caso de la flauta, el aire es el elemento que la lengua
interrumpe. Aire en forma de un delgado chorro de unos dos milímetros de
espesor, moviéndose a una velocidad moderada, apenas lo suficiente para hacer
oscilar la llama de una vela sin apagarla.
La lengua es una válvula muy
ágil. Aunque ella es capaz de muy variados movimientos, como lo hace al comer y
al hablar, durante la articulación su actuación se limita a avanzar y
retroceder. Sólo la punta de la lengua entra en juego. Y como todo músculo,
puede ser entrenado para lograr la fineza y rapidez requeridas. Ella es una
inteligente y delicada válvula de control.
La lengua al separarse de
los labios produce un leve chasquido. Un sonido discreto casi inaudible,
parecido al repentino colapso de una pompa de jabón, o como una gota cayendo en
el agua, o una lágrima en un estanque. Este dulce sonido es el que define el
inicio de cada nota, su límite temporal.
La lengua no debe entrar en
tensión, así se moverá con mayor libertad. Algunas articulaciones exigen mayor
explosividad y rapidez. Otras en cambio requieren dulzura, esto es, un
movimiento retráctil más lento. También hay articulaciones donde la oclusión no
es completa: algo entre picado y ligado. En general el registro grave de la
flauta es más delicado que el resto.
Y siempre hay que cuidar de
apoyar bien el soplo al articular una nota. El sonido demanda respaldo. Ocurre
a menudo que, preocupados por la acción de la lengua, se tiende a descuidar la
emisión.
DE MI ÁLBUM
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