Salpo-Otuzco-La Libertad-Perú
DE: "ORACIONES DEL SIGLO XX"
“MI NIÑO Y YO”
Señor: si la poesía es la
nata de la prosa, ¿para cuándo guardarla, sino para cantar tu Navidad? Pero yo no
soy poeta. Por eso me permito dirigirme hoy a Ti con unas líneas poéticas
ajenas, para rezarte no tan mal como los otros días. Yo pongo mi voz y, sobre
todo, mi corazón.
“Te adoro, Dios de los espacios blancos
eterno, eterno, eterno.
Así te quiero, así tienes que ser.
Última playa sola y absoluta,
al fin de mis naufragios y mis noches.
Pero, ¿sabes, mi Dios?, soy muy pequeño.
Al levantar mi frente, sólo veo un infinito cero.
En esa curva azul, mi alma adivina
tu abrazo, en que estrechas con tus mundos.
Pero es tan grande y tan distante…
Dios, no te enojes conmigo.
Tenía que decirte lo que siento,
Y aunque no lo dijera, Tú lo sabes (…)
Para amarte, así, mejor así,
perdido entre mis manos
como yo entre las tuyas infinitas.
Así,
de carne y hueso.
Materia,
llanto y risa, tiempo y número,
entre
crujir de pajas,
dócil
vaho caliente y dos manos fragantes de mujer.
Y
poderte besar, y poderte dormir,
Y
poderte matar, ¡Oh Dios de carne!
Y
poderte decir
--noche
de maravilla y de locura--:
“No
llores, Dios pequeño,
que
aquí viene mamá…
No
llores, hay juguetes,
oro
de rey, una estrellita blanca
y
el corazón de todos estos hombres”.
Así,
mejor así, de carne y hueso.
¡Oh,
por algo será, si Tú lo has hecho!”
Rafael de Andrés
JESÚS NACE EN BELÉN
“Después que los ángeles volvieron
al cielo, los pastores comenzaron a decirse: ‘Vamos, pues, hasta Belén y veamos
lo que ha sucedido. Fueron apresuradamente y hallaron a María, a José y al
recién nacido acostado en la pesebrera. Entonces contaron lo que los ángeles
les habían dicho de este niño, y todos se maravillaron de lo que decían los
pastores. María, por su parte, observaba cuidadosamente todos estos
acontecimientos y los guardaba en su corazón”. Lucas, 2, 15-20
LA NOCHE BUENA
No sabemos cuántas noches y
días malos nos reserva el año. Una cosa sabemos: que tendremos cada año una
noche buena, en que los ángeles, mandados por Dios mismo, nos desearán la paz.
Hay
elementos externos, personas, cosas, situaciones, que se suponen ligados con la
felicidad. La copla humana lo concreta: salud, dinero y amor. Pero la felicidad
es subjetiva, está dentro de uno. No existe la felicidad sino el feliz. De los
tres elementos que el hombre asocia con la felicidad subjetiva –placer,
alegría, paz -, el más importante es la paz.
Puede haber felicidad sin placer y
sin alegría; nunca sin paz, sin ese suelo último, compacto y sólido, superior a
la erosión del dolor y la destrucción. Paz, que es coherencia con la
naturaleza, con el prójimo, consigo mismo y con Dios.
Los
ángeles han cantado en la noche, en el corazón de la noche: “Paz en la Tierra”.
No es un sarcasmo, ni siquiera una tomadura de pelo entre risas sobrenaturales.
Desde que Dios está en la Tierra como un hombre más, tiene que haber paz. Si
creemos lo que decimos en el Credo y en el Padre Nuestro, tenemos que tener una
paz inalterable en sí misma, aunque la sensibilidad y los nervios se revuelvan,
a prueba de letras que vencen y de calumnias y odios.
¿Qué
significa para cada uno de nosotros el nacimiento de Cristo? El pecado cerró
todos los horizontes; clausuró el Cielo, dejando como máxima posibilidad el Limbo;
trajo la molestia en el trabajo; el dolor y la muerte, el desorden de las
pasiones, el enfrentamiento del hombre con Dios, con el hombre y consigo mismo.
La
Redención, destrucción del pecado, fortalece la naturaleza del hombre y le abre
la sobrenaturaleza. Eleva el trabajo y el dolor a medios de redención y
perfeccionamiento. Abre de nuevo la remota y próxima puerta del más allá,
haciendo posible la visión de Dios, con el disfrute sobrehumano de su Belleza,
su Poder, su Inteligencia y Perfección suprema. Para el cuerpo, la redención
trae la resurrección y la eternidad.
Ver
a Dios en la otra vida, reunión con los seres amados, resurrección de la carne,
eso significa para cada uno el nacimiento de Cristo. Es decir, recobramos a los
demás, nos recobramos a nosotros mismos y recobramos a Dios. El pecado dice:
nadie, nunca, nada. El Niño redentor dice: todo, siempre, todos.
Pero la Noche es Noche de paz si es Noche de Dios, “Paz a los hombres de buena
voluntad”. El original bíblico dice exactamente: “Paz a los hombres del
beneplácito”, en quienes Dios se complace. Ambas realidades coinciden: hombres
de buena voluntad, hombre en quien Dios se complace.
Buena
voluntad es buena disposición para con Dios. Como a Dios no lo vemos, viene a
ser, por voluntad de Dios, buena disposición hacia el prójimo.
La
buena voluntad sincera es lo que da la medida de un hombre ante Dios. Por más
“religiosa” que sea una persona, si no tiene buena voluntad, si no ama, “está
muerta” sentencia Dios en la carta de Juan.
Nos
deseamos unos a otros felices pascuas. Si tenemos realmente buena voluntad,
debemos tratar de darnos unos a otros felices pascuas y feliz año. La felicidad
de cada uno está en las manos de los demás.
José M. de Romaña
DE MI ÁLBUM
Muy oportunas (las encuentro) las palabras del cardenal Sodano en la reunión del papa y la curia vaticana: El nacimiento de Jesús "es la primera prueba de la misericordia de Dios". Luego, el papa: "La Navidad es la fiesta de humildad amante de Dios, donde "la lógica divina supera nuestra lógica humana". Por ello "en Navidad estamos llamados a decir sí, con nuestra fe a Dios, que es el humilde amante".
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