DE: “LAS MÁS
BELLAS ORACIONES DEL MUNDO”
OH DIOS MÍO,
TE DOY
GRACIAS
POR TODA LA
FELICIDAD
QUE LA VIDA
ME HA DADO.
Earl Brihtnoth
VENTANA AL MUNDO:
ESPAÑA
BREVE VISIÓN
DE ESPAÑA
Por V. S.
Pritchet
DE CASI todas
las cosas que uno diga de España es posible afirmar lo contrario.
Hay, sin
embargo, una sola cosa indiscutible y es que aun cuando España ha estado regida
la mayor parte de su historia por reyes absolutos y autoridades militares, su
pueblo es el más diverso e individualista de Europa. Su formulismo es un
disfraz; los españoles son seres humanos hasta el límite máximo.
En realidad,
no se puede hablar de una sola España, sino más bien de una amalgama de ocho a
diez pueblos intensamente diferentes y que con frecuencia hablan diversas
lenguas. Hay tantas Españas como hay españoles… y estos son 30 millones. “Cada
español escribió el ensayista Ganivet –lleva un pasaporte que reza: “Este
español tiene derecho a hacer lo que le da la gana”.
En ninguna
otra nación de Europa es tan pequeña la distinción de clases; no se hace
hincapié alguno en la categoría social y, a despecho de las aplastantes
diferencias de riqueza, que oscilan entre el lujo y el hambre, todos los
españoles inspiran sus actos en el principio general de la igualdad humana.
“Somos tan nobles como el Rey aunque no seamos tan ricos”, decían en tiempos de
la monarquía los montañeses de Aragón.
“He visto a un primer ministro abrazar a su
jardinero con el tradicional abrazo masculino, ambos hombres en pie, pecho
contra pecho, una abrazo de cada uno apoyado en el hombro del otro. He visto a
un camarero que regresaba de unas vacaciones abrazar a un cliente del mismo
modo. Es una igualdad del corazón que nace de la idea fundamental sobre la cual
se basan todas las relaciones entre españoles y consiste en la dignidad de ser
hombre. “/Hombre!” es la exclamación favorita del español. Hasta las mujeres la
emplean al dirigirse unas a otras”.
Los grandes temas de la vida española están
representados por tres ciudades: Madrid, Barcelona y Sevilla. Madrid, la
capital plantada en el centro de España, fue construida por mandato real en el
siglo XVI. La parte más placentera, en torno a la antigua Plaza Mayor con sus
soportales de arcos, pertenece a aquella época. El Madrid moderno se divide en
los sectores del siglo XIX y el siglo XX. Este último es espectacular,
abundante en rascacielos y lujoso. En los barrios del siglo XIX están las
umbrosas avenidas, los cafés bajo los árboles donde las gentes se sientan a
conversar desde la mañana hasta la noche cuando hace calor. (El madrileño tiene
fama de comentarista picante, ingenioso y aficionado a los chismes escabrosos).
BARCELONA, en
Cataluña, es un puerto industrial, una de las ciudades recias y activas, como
Génova, del grupo mediterráneo. Los autobuses que recorren sus soberbias
avenidas están llenos de anuncios. Vender, vender, vender… La pasión
mediterránea por el tráfico al menudeo. La riqueza de Barcelona es producto de
las telas baratas y los catalanes calculan que trabajan diez veces más que el resto
de los españoles.
DICE un adagio que “a quien Dios quiere bien
le da la casa en Sevilla”. Es una ciudad edificada con dinero procedente del
aceite de oliva, las ganaderías de toros bravos, las yeguadas y potreros y las
rentas de la tierra; un lugar de delicias y placeres.
La gente siente afición por el canto y la
poesía y está siempre propicia a la diversión y la risa.
El español trabaja largas horas, echa
prolongadas siestas cuando aprieta el calor y se pasa de claro en claro la
mitad de la noche. Se almuerza a las dos y media de la tarde en adelante; la
cena nunca toca a su fin antes de las diez de la noche, y a veces mucho más
tarde.
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