viernes, 2 de octubre de 2015

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: “LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO”


                               OH DIOS MÍO,
                           TE DOY GRACIAS
                    POR TODA LA FELICIDAD
                   QUE LA VIDA ME HA DADO.
                                                                Earl Brihtnoth

VENTANA AL MUNDO:
ESPAÑA
















BREVE VISIÓN DE ESPAÑA

Por V. S. Pritchet

DE CASI todas las cosas que uno diga de España es posible afirmar lo contrario.

   Hay, sin embargo, una sola cosa indiscutible y es que aun cuando España ha estado regida la mayor parte de su historia por reyes absolutos y autoridades militares, su pueblo es el más diverso e individualista de Europa. Su formulismo es un disfraz; los españoles son seres humanos hasta el límite máximo.

   En realidad, no se puede hablar de una sola España, sino más bien de una amalgama de ocho a diez pueblos intensamente diferentes y que con frecuencia hablan diversas lenguas. Hay tantas Españas como hay españoles… y estos son 30 millones. “Cada español escribió el ensayista Ganivet –lleva un pasaporte que reza: “Este español tiene derecho a hacer lo que le da la gana”.

   En ninguna otra nación de Europa es tan pequeña la distinción de clases; no se hace hincapié alguno en la categoría social y, a despecho de las aplastantes diferencias de riqueza, que oscilan entre el lujo y el hambre, todos los españoles inspiran sus actos en el principio general de la igualdad humana. “Somos tan nobles como el Rey aunque no seamos tan ricos”, decían en tiempos de la monarquía los montañeses de Aragón.

   “He visto a un primer ministro abrazar a su jardinero con el tradicional abrazo masculino, ambos hombres en pie, pecho contra pecho, una abrazo de cada uno apoyado en el hombro del otro. He visto a un camarero que regresaba de unas vacaciones abrazar a un cliente del mismo modo. Es una igualdad del corazón que nace de la idea fundamental sobre la cual se basan todas las relaciones entre españoles y consiste en la dignidad de ser hombre. “/Hombre!” es la exclamación favorita del español. Hasta las mujeres la emplean al dirigirse unas a otras”.

   Los grandes temas de la vida española están representados por tres ciudades: Madrid, Barcelona y Sevilla. Madrid, la capital plantada en el centro de España, fue construida por mandato real en el siglo XVI. La parte más placentera, en torno a la antigua Plaza Mayor con sus soportales de arcos, pertenece a aquella época. El Madrid moderno se divide en los sectores del siglo XIX y el siglo XX. Este último es espectacular, abundante en rascacielos y lujoso. En los barrios del siglo XIX están las umbrosas avenidas, los cafés bajo los árboles donde las gentes se sientan a conversar desde la mañana hasta la noche cuando hace calor. (El madrileño tiene fama de comentarista picante, ingenioso y aficionado a los chismes escabrosos).



BARCELONA, en Cataluña, es un puerto industrial, una de las ciudades recias y activas, como Génova, del grupo mediterráneo. Los autobuses que recorren sus soberbias avenidas están llenos de anuncios. Vender, vender, vender… La pasión mediterránea por el tráfico al menudeo. La riqueza de Barcelona es producto de las telas baratas y los catalanes calculan que trabajan diez veces más que el resto de los españoles.

  DICE un adagio que “a quien Dios quiere bien le da la casa en Sevilla”. Es una ciudad edificada con dinero procedente del aceite de oliva, las ganaderías de toros bravos, las yeguadas y potreros y las rentas de la tierra; un lugar de delicias y placeres.

   La gente siente afición por el canto y la poesía y está siempre propicia a la diversión y la risa.

   El español trabaja largas horas, echa prolongadas siestas cuando aprieta el calor y se pasa de claro en claro la mitad de la noche. Se almuerza a las dos y media de la tarde en adelante; la cena nunca toca a su fin antes de las diez de la noche, y a veces mucho más tarde.

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